No sólo quieren dar el definitivo impulso a las energías renovables, sino que reclaman más democracia y transparencia en la gestión de la red de distribución eléctrica, y que los beneficios que se generan se reinviertan en la endeudada ciudad germana.
La red eléctrica de Berlín, hoy en manos de la compañía sueca Vattenfall, es la más grande del país y una de las más eficientes del mundo. El promedio de duración de los cortes en el suministro en 2011 fue de 10,7 minutos, mientras en Londres, por ejemplo, se quedaron a oscuras durante una media de más de 30 minutos.
Se trata de un monopolio fuertemente regulado, al que se puede acceder mediante una concesión que sale a la venta cada 20 años, algo que ocurrirá la próxima vez en 2014.
El complejo energético tiene un valor estimado de entre 1.000 y 3.000 millones de euros
Según las distintas fuentes, los cerca de 35.000 kilómetros de cable subterráneo, 8.000 subestaciones de media y baja tensión y 80 más de alta tensión, capaces de proveer de electricidad a 2,3 millones de berlineses y berlinesas, tienen un valor que oscila entre los 1.000 y los 3.000 millones de euros.
De momento, la cooperativa BürgerEnergie Berlin (La energía de la gente) impulsada por dos jóvenes que aún no han cumplido los 30 años, ha conseguido recaudar casi 6 millones de euros. Aunque la cifra queda todavía muy lejos del valor estimado de la operación, no deja de ser una cantidad impresionante para una iniciativa tan pequeña.
Una tarde de 2011, Arwen Colell circulaba con su bici por las calles de Berlín cuando su amiga Luise Neumann-Cosel la llamó por teléfono. “Creo que deberíamos comprar la red eléctrica”, le dijo. Colell no se lo pensó mucho antes de responder: “Buena idea. Ciertamente, deberíamos hacerlo”.
Conocidas del coro
Las dos chicas, recién salidas de la universidad, se habían conocido en las clases de coro, donde descubrieron que ambas compartían una verdadera pasión por los temas medioambientales. Desde que tuvo lugar aquella conversación, las activistas han puesto en marcha una cooperativa a la que se han adherido ya más de mil ciudadanos, que han aportado cada uno un mínimo de 500 euros. Uno de ellos es el ministro federal de Medio Ambiente, Peter Altmeier.
"Hemos cogido el teléfono y hemos hablado con un montón de gente, muchos con más experiencia que nosotras en esto", asegura Colell. “Al principio creíamos que era una idea un poco loca, pero a medida que hemos crecido nos hemos dado cuenta de que estamos ante una oportunidad”, mantiene.
Muchos de los que han decidido apoyar la ambiciosa campaña de las dos jóvenes lo han hecho con el afán de ver el efecto que podría tener fuera de Berlín el triunfo de una iniciativa como esta. Entre ellos se encuentra el abogado experto en temas de energía Peter Masloch, quien dirigió la organización durante su primer año de vida.
Más de mil ciudadanos, incluido el ministro de Medio Ambiente, han aportado 500 euros
Hoy, Luise Neumann-Cosel es la única empleada a tiempo completo de BürgerEnergie. La joven, que, llueva o nieve, acude siempre en bici a las reuniones, dedica 60 horas a la semana a contactar con inversores, planificar eventos y dar charlas a grupos sobre la organización, que suma ya varias decenas de voluntarios.
A pesar de los esfuerzos que se están realizando en Alemania para dejar atrás la energía nuclear (cuyo abandono definitivo se prevé para 2022) y reducir la dependencia de los combustibles fósiles, en Berlín, sólo el 1,4% de la energía que se produce procede de fuentes renovables.
Eso es lo que las dos jóvenes quieren cambiar. “Vattenfall no está haciendo lo suficiente para apoyar las energías renovables en la ciudad”, critican. "La explotación de la red no es un contrato cualquiera. Es importante para la comunidad, y ha llegado el momento de pensar en la forma en que distribuimos las energías limpias", afirma Colell.
Dependencia del carbón
Gran parte de la energía producida por Vattenfall se genera en centrales térmicas de carbón marrón o lignito, altamente contaminantes. La compañía sostiene que existe una marcada diferencia entre la gestión de la red y el suministro de la energía. “Las dos áreas de negocio están estrictamente separadas”, se defiende su portavoz, Ines Schmidt, quien atribuye la escasa presencia de energías renovables en la ciudad-estado a la simple falta de suministro.
Para Luise Neumann-Cosel, sin embargo, “aunque puede ser un requisito legal que los dos sectores estén separados, la empresa matriz puede decidir qué hacer con las ganancias. Y está clara su opción de los últimos años: más del 90 por ciento de la energía producida por Vattenfall en Alemania proviene del carbón”.
Sólo el 1,4 por ciento de la energía de la capital procede de fuentes renovables
En el conjunto del país, sólo una cuarta parte de la energía procede de fuentes limpias y sostenibles. El 40% la generan pequeños productores y granjeros, mientras crecen de forma imparable las cooperativas de energía solar. En 2010, las cuatro grandes compañías eléctricas solo aportaron el 6,5% de la producción total de renovables.
BürgerEnergie no sólo se enfrenta a una importante corporación multinacional, que presume de gestionar una de las redes con mayor fiabilidad del mundo. La cooperativa no será la única que pujará en la subasta por la red el próximo año.
Un segundo grupo de ciudadanos llamado Berliner Energietisch (La Mesa de la Energía de Berlín), que integra 55 organizaciones locales, ha emprendido una campaña para renacionalizar y recomunalizar la red y lograr que vuelva a depender de una empresa municipal.
Referendum sobre la compra
El colectivo ha logrado reunir 265.000 firmas, más de las necesarias para forzar al Gobierno a convocar un referéndum que decidirá si la ciudad debe readquirir su red eléctrica con fondos públicos. A pesar de que los Verdes, la Izquierda (die Linke) y el Partido Pirata proponían que el plebiscito se llevara a cabo coincidiendo con la jornada de las legislativas (22 de septiembre), finalmente la consulta tendrá lugar el 3 de noviembre.
En la carrera por el control de la red berlinesa hay además otros cinco licitadores: la propia Vattenfall, una corporación china, una holandesa y otras dos alemanas (Thüga y Energie AG).
Para las dos promotoras de BürgerEnergie, su proyecto ya ha sido un éxito, pues ha conseguido insertar en el escenario público y electoral el debate sobre el papel de las redes de energía, especialmente cuando se trata de cuestiones relativas a inversiones y a dotarlas de una nueva orientación estratégica.
Berlín no es la única localidad que se afana en recuperar el control de la red eléctrica. En Hamburgo y otras ciudades alemanas se están lanzando campañas similares. Todos los ojos se vuelven hacia Schönau, en la Selva Negra bávara, la localidad de 2.500 habitantes que desde 1990 gestiona, a través de una cooperativa, su propio sistema de distribución energética.
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