En un escenario global en el que la más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, el papel que éstas juegan en conseguir un modelo de desarrollo viable a largo plazo es clave. Instrumentos para la participación ciudadana, como la Agenda 21 Local, son estratégicos para dotar a las ciudades, sus gestores y sus habitantes de herramientas para la sostenibilidad local.
El urbanismo juega un papel vital en el proceso de ordenación de las ciudades: fija sobre el territorio un complejo entramado de decisiones que condicionan la evolución y el desarrollo de la realidad local. En este sentido, y para que realmente se pueda avanzar en un modelo sostenible, debe tener en cuenta no sólo criterios estrictamente económicos o ambientales, sino también incluir la inteligencia colectiva, mediante mecanismos adecuados que permitan trasladar la voz de los vecinos a la estructura que soporta sus actividades cotidianas.
Los instrumentos con los que cuenta el urbanismo para abrir el proceso de toma de decisiones a la ciudadanía van desde modelos formales, de alguna manera dirigidos desde las instituciones, a prácticas más o menos espontáneas, surgidas de la iniciativa particular y de colectivos que intervienen en la ciudad para resolver necesidades concretas o plasmar determinadas inquietudes.
El premio Capital Verde Europea reconoce la mejora del medio ambiente urbano
Además de la citada Agenda 21 Local, existen otras muchas herramientas de sostenibilidad local, que podemos agrupar en dos grandes bloques en función de los agentes que las ponen en marcha.
Iniciativas institucionales
Desde los ayuntamientos, y muy particularmente desde sus departamentos de planificación urbanística, pueden llevarse a cabo gran número de medidas relacionadas con la calidad de vida en la ciudad. Desde intervenciones relacionadas con la creación de infraestructuras y recursos necesarios para la movilidad sostenible, o la adopción de planes para el ahorro y uso eficiente de la energía, a la incorporación de criterios de gestión ambiental en toda la actividad municipal, incluyendo políticas de contratación y compra pública verde.
En este ámbito juegan un papel destacado galardones como el que se otorga a la Capital Verde Europea en reconocimiento del comportamiento ambiental global de una ciudad. Se inspira en, y es un incentivo para, la aplicación de la estrategia temática para el medio ambiente urbano, mediante la cual la Unión Europea fija medidas de cooperación y orientaciones para la mejora del medio ambiente urbano, referidas, esencialmente, al intercambio de experiencias y la difusión de información con objeto de garantizar una aplicación eficaz de la legislación y favorecer las mejores prácticas por parte de las administraciones locales.
Iniciativas alternativas
Con independencia del esfuerzo que puedan realizar sus representantes para seguir siéndolo, los habitantes de la ciudad necesitan, con frecuencia, resolver problemas o inquietudes que no pueden esperar a la inversión pública o a complejos acuerdos políticos. Algunas de estas iniciativas cristalizan en nuevas herramientas para avanzar en la sostenibilidad en el ámbito local. Entre otras muchas, merece la pena destacar.
El urbanismo debe centrarse en mejorar el territorio, no únicamente en ocuparlo
El moviento slow, surgido en 1989, cuando se funda Slow Food como una asociación ecogastronómica, cuyos objetivos son impedir la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales y combatir la falta de interés general por la nutrición, por los orígenes, los sabores y las consecuencias de nuestras opciones alimentarias.
Inspirado en Slow Food, Cittá Slow es un movimiento fundado en Italia en octubre de 1999 como acuerdo entre Paolo Saturnini, alcalde de Greve in Chianti, y sus homologos de las ciudades de Bra, Francesco Guida; Orvieto, Stefano Cimicchi y Positano, Domenico Marrone, además de ser aprobado por Carlo Petrini, presidente de Slow Food.
Entre sus objetivos se incluye mejorar la calidad de vida en las ciudades mientras resisten a la homogeneización que los comercios de franquicias internacionales imponen frente a la producción local. El núcleo de los valores de Cittá Slow, Slow Cities o Ciudades Lentas consiste en celebrar y apoyar la diversidad cultural y las características de la ciudad.
Para este movimiento, el urbanismo debe centrarse en mejorar el territorio, no únicamente en ocuparlo. Ejemplos de ciudades lentas existen actualmente en numerosos países, destacando en España Alcalá la Real (Jaén), Begur (Girona), Bigastro (Alicante), Lekeitio (Vizcaya), Mungía (Vizcaya), Pals (Girona) o Rubielos de Mora (Teruel).
Ciudades en transición
Es una iniciativa de la denominada Transition Network, que propone, siguiendo las indicaciones de la guía de Rob Hopkins, The Transition Handbook. From oil dependency to local resilience (El Manual de Transición. De la dependencia del petróleo a la resiliencia local), desarrollar una adaptación a los cambios que afrontará la sociedad por el agotamiento del petróleo. Nace en el mundo rural, si bien no se descarta actuar en grandes poblaciones.
España cuenta con varias iniciativas registradas en la Transition Network
Empezó en la población irlandesa de Kinsale en 2006, cuando el gobierno municipal adopto la estrategia Kinsale 2021: An Energy Descent Action Plan (Kinsale 2021: Un Plan de Acción de Descenso de Energía). Por su parte, el municipio inglés de Totnes, de 8.500 habitantes, se ha convertido en el referente práctico del movimiento. España cuenta con varias iniciativas de transición registradas en la Transition Network, entre las que destacan: Barcelona en Transición, Ibiza Transition Island, Cádiz Tarifa en Transición, Jerez en Transición o Maó en Transición.
Postcarbon Cities
Una iniciativa impulsada por el Postcarbon Institute, basada en el manual de Daniel Lerch, Postcarbon Cities: Planning for Energy and Climate Uncertainty (Ciudades Postcarbon: Planificación de Energía e Incertidumbre Climática). La principal diferencia con el modelo de ciudades en transición es que está dirigida al mundo urbano, buscando más la implicación institucional que la movilización de grupos activistas.
Incorporar con éxito estas iniciativas a la planificación urbanística requiere de un conocimiento profundo de la realidad municipal, no sólo como unidad mínima de organización territorial. También implica entender el funcionamiento interno de la Administración local, sus condicionantes jurídicos, disponibilidad de recursos y factores que influyen en los procesos de toma de decisiones. Un mayor conocimiento por parte de vecinos, gestores y técnicos, de las herramientas a su disposición, podría contribuir a avanzar hacia soluciones de sostenibilidad que permitiesen dejar ciudades más habitables a las generaciones siguientes.
Así pues, formarse en Agenda 21 y otras herramientas para la sostenibilidad local es un paso importante para poder tomar parte en la construcción de ciudades más habitables y con capacidad de respuesta a los retos del desarrollo sostenible.
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