Los últimos informes indican que la superficie boscosa está recuperándose lentamente, pero la realidad tras las cifras es otra. Hay más bosques, pero menos saludables y con menos biodiversidad, sobre todo debido al cambio climático, los incendios y las plagas, amenazas que se retroalimentan entre sí. La desertificación, directa o indirectamente provocada por la acción humana, es el principal problema. Según un informe reciente de la Agencia Española de Meteorología en las últimas seis décadas una superficie equivalente a Cataluña ha pasado de ser subhúmeda a semiárida. Repoblar las zonas perdidas es demasiado costoso y no viable por la degradación del suelo