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Iván y Vera Shilets viven en Krasniahia a 40 kilómetros de Chernóbil, permanecieron en su hogar tras el accidente. Iván trabajaba en una granja estatal / Foto: Alfons Rodríguez
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Los tubérculos, como las patatas, y otros cultivos han proporcionado alimento a los que se quedaron, pero también radioactividad a sus organismos / Foto: Alfons Rodríguez
Alexander Turchin de 55 años, trabaja su huerto en Ivankova, una aldea semi-abandonada que todavía hoy arroja un nivel de radiación de 0,90 microsieverts/hora / Foto: Alfons Rodríguez