Casi 17 millones de bebés menores de 1 año viven en zonas donde la contaminación atmosférica excede al menos seis veces los límites internacionales, una situación que les expone a respirar aire tóxico y pone en peligro su desarrollo cerebral, según un nuevo documento de UNICEF publicado este miércoles.
En el documento titulado Peligro en el aire: cómo la contaminación del aire puede afectar el desarrollo del cerebro en los niños pequeños, se advierte de las consecuencias de respirar partículas de aire contaminado, entre ellas, las que apuntan a posibles daños en el tejido cerebral y el debilitamiento del desarrollo cognitivo, con consecuencias y retrocesos para el resto de su vida.
"Los contaminantes no solo dañan los pulmones en desarrollo de los bebés, pueden dañar permanentemente sus cerebros en desarrollo y, por lo tanto, su futuro", explica el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, que ha apuntado que la protección a los niños beneficia también al resto de la sociedad "porque reduce los costos de la atención médica, aumenta la productividad y crea un entorno más seguro y más limpio para todos".
Entre las consecuencias, UNICEF alerta de que, igual que una nutrición deficiente, una estimulación incorrecta y la exposición a la violencia durante los primeros y fundamentales 1.000 días de vida, afecta al cerebro en crecimiento de los niños, por lo que puede repercutir en su desarrollo durante la primera infancia.
Así, se pueden producir daños en la barrera hematoencefálica, lo que puede causar neuroinflamación, así como estrés oxidativo, el cual puede causar enfermedades neuroinflamación, así como estrés oxidativo, el cual puede causar enfermedades neurodegenerativas, daños en las zonas del cerebro que son fundamentales para ayudar a las neuronas a comunicarse, lo cual constituye la base para el aprendizaje y el desarrollo de los niños.
El cerebro de un niño pequeño es especialmente vulnerable porque puede sufrir daños con una dosis menor de sustancias químicas tóxicas que el de un adulto, se explica en el documento, en el que se argumenta además que los niños también son muy vulnerables a la contaminación del aire porque respiran más rápido y también porque sus defensas y su sistema inmunitario no están completamente desarrollados.
Los niños más afectados son aquellos que viven en zonas donde la contaminación del aire exterior excede seis veces los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, del cómputo total de posibles afectados, más del 75%, 12 millones de niños, viven en Asia meridional.
Según las imágenes por satélite, en esta zona la contaminación del aire exterior cumple esta premisa, mientras que otros 4,3 millones de bebés se encuentran en zonas de Asia Oriental y el Pacífico que exceden igualmente seis veces el límite.
Invertir en energías limpias
Ante esta situación, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia reclama la puesta en marcha de una serie de medidas de manera urgente, entre ellas reducir la contaminación del aire invirtiendo en fuentes de energía más limpias y renovables para reemplazar la combustión de fósiles.
Para la consecución de este objetivo, apuesta igualmente por proporcionar acceso asequible al transporte público, aumentar los espacios verdes en zonas urbanas, y ofrecer mejores opciones para la gestión de desechos a fin de evitar la quema al aire libre de productos químicos nocivos.
UNICEF exige igualmente reducir la exposición de los niños a los contaminantes procurando que se desplacen durante los períodos del día en que la contaminación del aire es menor, así como proporcionar máscaras de filtración de aire apropiadamente ajustadas en casos extremos y establecer una planificación urbana inteligente para que las principales fuentes de contaminación no estén ubicadas cerca de escuelas, clínicas u hospitales.
Entre otras de las medidas propuestas, apuesta también por mejorar la salud general de los niños para facilitar su capacidad de recuperación, lo que incluiría la prevención y el tratamiento de la neumonía, así como la promoción de la lactancia materna exclusiva y una buena nutrición, además de mejorar el conocimiento y el seguimiento de la contaminación del aire.
Además, incluye acciones inmediatas que pueden realizar los padres para reducir la exposición de los niños en el hogar a humos dañinos derivados del tabaco y del fuego de cocinas y calentadores, entre otros.
"Ningún niño debería tener que respirar aire peligrosamente contaminado, y ninguna sociedad puede permitirse ignorar la contaminación del aire", ha enfatizado el director ejecutivo de UNICEF.