Los osos pardos Kodiak (Ursus arctos middendorffi) de la Isla de Kodiak, en Alaska, están abandonando sus icónicas fuentes de salmón por culpa del cambio climático. En su lugar, están sustituyendo este alimento por bayas del Saúco rojas aún sin madurar con motivo de la interrupción del ecosistema, según una investigación llevada a cabo por biólogos de la Universidad Estatal de Oregon, de la Estación Biológica Flathead Lake de la Universidad de Montana y del Refugio Nacional de Vida Silvestre Kodiak.
Los osos suelen darse un atracón de salmón rojo durante el verano. Pero en 2014, los investigadores se sorprendieron al ver arroyos en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Kodiak llenos de salmón pero sin osos a la vista. La escena se repitió al año siguiente.
"Antes de ese verano, encontramos arroyos que estaban repletos de miles de cadáveres de salmón triturados", afirma el investigador postdoctoral en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de OSU, Will Deacy, autor principal del estudio, cuyos resultados han sido publicados esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. "En 2014 y de nuevo en 2015, nos sorprendió encontrar una escena tan diferente, había montones de cadáveres podridos e intactos que habían muerto después de desovar en lugar de ser asesinados por los osos", relata.
Resulta que los osos se encontraban en las laderas, alimentándose de abundantes bayas del Saúco rojas que, típicamente, maduran después de que el salmón haya terminado de desovar en arroyos. La fruta silvestre, repleta de hidratos de carbono, es también una parte importante de la dieta de un oso pardo, especialmente cuando ya no hay salmón.
Hasta hace poco, los osos comían pescado durante la mayor parte del verano y luego pasaban a las bayas, que normalmente maduran al final de la temporada del salmón y están disponibles desde finales de agosto hasta principios de septiembre. Los osos consumen docenas de alimentos diferentes a lo largo del año, pero el salmón rojo y la baya de Saúco roja son alimentos clave para ellos.
Los investigadores descubrieron que debido a las cálidas temperaturas de primavera en la Isla de Kodiak, en Alaska, las bayas estaban desarrollando frutas semanas antes, al mismo tiempo que el pico de la migración del salmón; 2014 fue uno de los años más calurosos en la isla desde que se tienen registros hace 60 años. Aunque seguirá habiendo una variación considerable en el clima de Kodiak, es probable que la tendencia al calentamiento continúe.
El equipo de investigación analizó los excrementos de los osos para encontrar evidencia directa de que los osos estaban consumiendo bayas y no el salmón.
Efectos en aves, demografía, salmón y polinizadores
"Una cosecha anterior de bayas cerró una de las más emblemáticas escenas de depredadores-presas en la naturaleza", señala el ecólogo de OSU, Jonny Armstrong, miembro del equipo de investigación. "A medida que el cambio climático vuelve a programar los ecosistemas, las especies que una vez estuvieron separadas en el tiempo ahora tienen la oportunidad de interactuar, en este caso las bayas, los osos y el salmón, lo cual tendrá grandes impactos que son difíciles de predecir", apunta.
Por ejemplo, las aves que dependen de los osos que sacan el salmón fuera de la corriente, podrían verse seriamente afectadas. Otros efectos de largo alcance pueden incluir cambios en la demografía de los osos debido al cambio en su dieta, la evolución de las poblaciones de salmón y los impactos en los polinizadores de plantas.
"Es un efecto extraño e indirecto del cambio climático –indica Deacy–. Estos osos comen docenas de alimentos diferentes a lo largo del año, pero ahora dos de ellos se superponen, lo que está causando una alteración en la red de alimentos que podría tener profundas implicaciones para la ecología de la isla".
La abundancia de salmón y bayas en la isla de Kodiak son el motivo de que haya tantos osos allí y de que estos sean tan grandes, asegura el director emérito de la Estación Biológica Flathead Lake de la Universidad de Montana, Jack Stanford, uno de los coautores del estudio.
"Esta superposición en sus recursos obliga a los osos a tomar una decisión que podría, a la larga, resultar en menos osos y/o cambios inesperados en la estructura del ecosistema", concluye Stanford.
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