Una expedición de biólogos marinos de la Universidad de Exeter ha descubierto contaminación plástica depositada en remotos témpanos de hielo en mar abierto cercano al polo norte.
El descubrimiento muestra hasta qué punto la contaminación plástica se ha propagado, lo que provoca temores de que nuevos desechos plásticos fluyen hacia el Ártico a medida que el hielo se derrite debido al cambio climático. El deshielo también está liberando la contaminación plástica atrapada en el hielo congelado en el ambiente ártico.
El equipo del biólogo Tim Gordon realizó una investigación a bordo de dos veleros como parte de la expedición polar Arctic Mission del explorador británico Pen Hadow, la única persona que ha caminado sola, sin reabastecimiento, desde Canadá hasta el Polo Norte Geográfico.
La expedición pionera fue más allá en las aguas internacionales del Océano Ártico Central que cualquier otro barco de esas características en la historia, lo que fue posible debido a las recientes reducciones en la cubierta de hielo de verano en el Ártico. Las tasas de derretimiento del hielo han aumentado dramáticamente debido al cambio climático, con el 40% del Océano Ártico Central ahora navegable en los meses de verano.
A diferencia de los buques de investigación de rompehielos convencionales, los veleros navegaron en estrechos canales formados naturalmente entre los témpanos para acceder a hábitats con un mínimo de perturbación. Al deslizarse por el agua en silencio relativo, sin los fuertes motores de los grandes barcos, redujo sus niveles de perturbación de la vida silvestre.
El equipo se sorprendió al descubrir bloques de poliestireno en áreas que están a cientos de kilómetros de tierra y hasta hace poco estaban cubiertos de hielo durante todo el año. Dos grandes piezas fueron encontradas en el borde de los témpanos entre a 77 y 80 grados latitud Norte, en medio de las aguas internacionales del Océano Ártico, a menos de 1.500 kilómetros del Polo Norte.
La amenaza de los microplásticos
Las grandes piezas plásticas como ésta pueden descomponerse en microplásticos –diminutas partículas de plástico– que son consumidas accidentalmente por los animales que alimentan los filtros. Las partículas de plástico pueden permanecer en los cuerpos de los animales y pasan a la cadena alimentaria, amenazando a la vida silvestre en todos los niveles, desde el zooplancton hasta los depredadores como los osos polares.
Pen Hadow dice que nunca había visto bloques de residuos de plástico en el hielo marino del Ártico: "Durante los 25 años que he estado explorando el Ártico nunca he visto objetos tan grandes y muy visibles de basura". "Los bloques de poliestireno estaban depositados encima del hielo", describe.
Por su parte, Tim Gordon asegura que "encontrar pedazos de basura como esta es una señal preocupante de que el derretimiento del hielo puede estar permitiendo que altos niveles de contaminación deriven hacia estas áreas". "Esto es potencialmente muy peligroso para la vida silvestre del Ártico", añade.
Tras este hallazgo, el equipo examinará muestras de agua de mar del Ártico, recogidas durante su viaje pionero, para buscar microplásticos –pequeñas partículas de plástico de menos de cinco milímetros de tamaño–. Evaluarán si los microplásticos están siendo liberados del hielo cuando se funde y medirán el grado de contaminación plástica en el Océano Ártico.
Las estimaciones sugieren que hay más de 5.000 millones de piezas de plástico flotando en la superficie del océano y se ha sugerido que, en la actualidad, hay el suficiente plástico para formar una capa permanente en el registro fósil.
El doctor Ceri Lewis, asesor científico de la expedición de la Universidad de Exeter, advirtió previamente que la gente produce alrededor de 300 millones de toneladas de plástico al año, lo que equivale aproximadamente al mismo peso que todos los seres humanos del planeta. Alrededor de la mitad del plástico producido se utiliza una vez y luego se tira.