Las preocupantes imágenes que llegaban desde Ucrania con civiles atados a farolas y vejadas en público eran difíciles de entender. Según la fuente, el medio o la personalidad consultada, las terribles imágenes recogían una descripción diferente, por lo que muchos canales han actuado con suma cautela. Ahora parece confirmarse que al menos una de sus víctimas son los gitanos de Ucrania.

Durante las últimas semanas se han filtrado distintas imágenes en ciudades en ruinas y paisajes helados. Algunas localizaciones se habían confirmado como la ciudad de Lviv, en Ucrania.

En las imágenes, claramente actuales, distintos ciudadanos eran atados a farolas por personas vestidas con uniforme militar y también por otras, vestidas con traje de miliciano o incluso civiles. En ocasiones, era difícil distinguir si se trataba del ejército o de las milicias voluntarias que se habían incorporado recientemente a las fuerzas armadas de Ucrania. Por otro lado, este comportamiento se lleva denunciando desde mucho antes. En 2018 ya circulaba una noticia similar sobre el castigo a «saqueadores ucranianos».

A algunos se les pintaba la cara de verde. A algunos hombres también se les bajaba los pantalones. A todos los mantenían a la intemperie una cantidad de horas desconocidas. También se distribuyeron vídeos donde se veía que, además de estar atados a farolas, eran golpeados con cinturones.

La supuesta justificación de este comportamiento es que era una actividad contra los “saqueadores”. Ahora distintas voces de la Unión Romaní Internacional están denunciando que los casos son de persecución y racismo contra la minoría gitana, unos 400.000, que viven en el país.

Una de estas voces es la de su vicepresidente de relaciones internacionales, Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya.

En una carta pública enviada al Presidente de la Unión Romaní Internacional, Mr. Normund Rovenics, pide una investigación sobre los hechos ocurridos en Ucrania, relatando el racismo histórico hacia esta comunidad. De hecho, otra cuestión que hizo dudar de la veracidad de la noticia es que estos hechos contra la comunidad gitana del país ya se habían denunciado años antes. En 2017, por ejemplo, varios medios se hicieron eco del aumento del ataque a personas de etnia gitana en Ucrania.

Como ejemplo actuales y según sus fuentes cita el caso de una familia gitana que escapó de Kiev y al llegar a Leópolis fueron apresados por un grupo y atados a farolas para humillarlos.

 

Violencia ultranacionalista y el peligro de las milicias neonazis

 

Estas primeras declaraciones parecen confirmar uno de los miedos presentes desde el filtrado de las primeras imágenes: que estuviéramos ante un caso de abuso de poder, racismo y venganza aprovechando la guerra.

Y es que las imágenes con familias enteras atadas a farolas o con algunas personas pintadas con la cara verde hacían difícil mantener las acusaciones de saqueadores, la que ha sido la versión oficial desde que estas duras imágenes se difundieron a través de redes sociales.

Juan de Dios Ramírez-Heredia sitúa los primeros compases de esta actividad de pintado de caras en la Segunda Guerra Mundial y el racismo impulsado por el nazismo.

La realidad es que las milicias neonazis mantienen todavía bastante poder en Ucrania, especialmente en ciertas zonas del país, que ha convertido al país en un centro internacional de entrenamiento de neonazis, si bien es cierto que no está confirmado que estos ataques denunciados hayan sido realizados directamente por este tipo de grupos.

El apoyo a estos grupos vino tras el golpe de estado blando del Euromaidán y el gobierno conservador de Petro Poroshenko, que quiso unificar el país bajo el lema “una lengua, un ejército, una cultura”. Durante este tiempo muchos grupos neonazis fueron oficializados  e institucionalizados. Algunos incluso como el Batallón Azov fueron integrados en el ejército y dotados de cuantioso material militar y entrenamiento en combate.

Si bien el gobierno de Zelenski trajo la derrota en las urnas de las opciones más radicales, es cierto que no se actuó contra estas milicias ante la necesidad de combatientes contra las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk y la amenaza rusa.

Además, muchas de estas milicias neonazis también se convirtieron en improvisados cuerpos de policía tras acogerse a la ley “Sobre la participación ciudadana en la protección del orden público y la frontera del estado”.

Esta ley permite a grupos de ciudadanos ejercer algunas funciones policiales. Estas milicias se acogieron a esta ley y anunciaron que se extralimitarían en sus funciones para mantener el orden.

El riesgo de que grupos neonazis patrullen y cometan abusos por cuestiones ideológicas contra minorías étnicas, rusófonas, personas LGTB o cualquier de sus objetos de odio es una consecuencia casi obvia.

Una de estas milicias es la ‘Druzhyna Nacional‘, la milicia policial de Cuerpo Nacional. Este es el partido fundado por Andrey Biletski, antiguo comandante del Batallón Azov, diputado entre 2014 y 2019 y que huyó del país con su familia cuando comenzó la guerra. Denis Kropovenko, ahora condecorado como “Héroe de Ucrania”, es el actual líder del grupo.

 

Más que atados a farolas: una discriminación constante desde que empezó la guerra

 

Pero es cierto que incluso sin las escalofriantes imágenes de ciudadanos atados a farolas las denuncias por abusos hacia la población gitana no son nuevas.

Además de la Unión Romaní Internacional, también han reportada estos casos la Oficina de Iniciativas Rromá del líder gitano Zeljko Jovanovic, quien ha trabajado con la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

Ha denunciado constantes casos de discriminación cuando la población gitana ha intentado abandonar el país.

Grupos que trabajan sobre el terreno en las fronteras de Eslovaquia, Rumanía y Hungría nos han confirmado la dura discriminación que sufren las familias gitanas, y también los informes de los medios de comunicación lo han respaldado. Los gitanos son maltratados tanto por los guardias fronterizos como por la población local una vez que salen de Ucrania

También a nivel interno, sufriendo la segregación en autobuses o esperando en largas colas a las intemperie en días helados, siendo los últimos en ser atendidos, tal y como denuncia el Centro Europeo de Derechos de los Gitanos (ERRC): “Los gitanos siempre son los últimos en salir del país”.

Y es que el racismo hacia los gitanos es algo histórico en Ucrania, que ha tenido duros episodios con el auge de las milicias neonazis.

Sin ir más lejos, en 2018, miembros de las Brigadas Nacionales entraron con hachas y martillos a un campamento de gitanos romaníes en el parque de Holosiivsky, destruyéndolo todo.

Pero estos casos de discriminación y racismo hasta la fecha no han sido notificados únicamente contra la población gitana. Múltiples informes de organizaciones, consulados y ONG han hablado de un racismo sistemático hacia las personas racializadas. Hay que recordar que Ucrania tiene alrededor de 15 minorías étnicas, entre rusos, moldavos, búlgaros, etc., y que, especialmente la rusa, ha sufrido discriminación debido a choques culturales y políticos.

Estos informes han llegado hasta incluso la ONU, con la confirmación de su secretario António Guterres, pidiendo el fin de estos episodios.