La cifra de muertos a causa de los terremotos registrados el lunes en el sur de Turquía, cerca de la frontera con Siria, ha aumentado a casi 11.600, según los balances publicados hasta la fecha, que incluyen más de 9.000 fallecidos en territorio turco.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha afirmado desde la provincia de Hatay, hasta donde se ha desplazado este miércoles para visitar a los heridos, que hasta el momento se han confirmado 9.057 muertos a causa de lo que ha descrito como "un gran desastre". El mandatario turco ha subrayado durante su visita a la zona afectada por los seísmos que además hay más de 52.000 heridos, mientras que 6.444 edificios han quedado destruidos. "Hemos movilizado todos nuestros medios. El Estado está trabajando junto a las autoridades, con todos sus medios", ha resaltado antes de asegurar que los trabajos de búsqueda y rescate no finalizarán "hasta que no quede nadie bajo los escombros".

La Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD), dependiente del Ministerio del Interior turco, ha señalado que "después del primer terremoto se han registrado otros 648, siendo el de mayor magnitud uno de 7,6 con epicentro en Elbistan", antes de confirmar que en las zonas afectadas se encuentran desplegados más de 96.600 agentes, trabajadores de organizaciones no gubernamentales, equipos de búsqueda y rescate y voluntarios. Turquía ha creado además un puente aéreo para el traslado de personal y materiales desde Estambul, Ankara y Esmirna.

En este contexto, el Gobierno ha creado un Centro de Gestión de Crisis en el Ministerio de Defensa para "enfrentar este gran desastre", con el fin de transportar al personal y el equipo de rescate a través de un puente de ayuda aérea.

El mandatario turco declaró el martes el estado de emergencia durante tres meses en las diez provincias afectadas por los terremotos. "Estamos haciendo frente a uno de los mayores desastres no sólo en la historia de la República, sino también de la región y del mundo", manifestó.

 

Situación en Siria

 

Por su parte, el seísmo ha dejado 1.262 muertos y 2.285 heridos en las zonas de Siria controladas por las autoridades, según datos del Ministerio de Sanidad sirio recogidos por la agencia estatal siria de noticias, SANA. Estos datos corresponden a las provincias de Alepo, Hama, Latakia, Tartus y las zonas de Idlib en manos de las fuerzas gubernamentales. 

"Estamos en una carrera contra el tiempo y trabajando con las máximas energías disponibles y con la cooperación de todas las partes", reza un comunicado del Ministerio de Sanidad sirio, que señala que el Ejecutivo del país han repasado las medidas de emergencia que rigen la situación.

El primer ministro sirio, Husein Arnus, se ha trasladado este miércoles a la provincia de Latakia (oeste) para supervisar los trabajos de búsqueda y rescate en la capital provincial, la homónima Latakia. Allí ha recibido información de las autoridades locales sobre los trabajos en marcha y se ha reunido con varios residentes en el barrio de Raml al Shamali, según ha recogido la agencia estatal siria de noticias, SANA.

A las cifras gubernamentales sirias hay que sumar más de 1.280 muertos y 2.600 heridos en las zonas controladas por los rebeldes en las provincias de Idlib y Alepo (noroeste), según ha dicho la Defensa Civil de Siria, conocida como 'cascos blancos', a través de su cuenta en Twitter, donde insistido en que "se espera que el balance aumente significativamente, ya que cientos de familias permanecen atrapadas bajo los escombros más de 50 horas después del seísmo". Por último, han señalado que más de 360 edificios han quedado completamente destruidos, mientras que más de un millar están "severamente destruidos"

 

El desafío de hacer llegar ayuda humanitaria

 

La ola de terremotos que este lunes sacudieron el sur de Turquía también ha provocado un reguero de destrucción y muerte en el norte de la vecina Siria a donde, sin embargo, hacer llegar ayuda humanitaria y los vitales equipos de rescate en las horas posteriores a los temblores constituye todo un desafío.

Por una parte, el régimen de Bashar al Assad ha conseguido recuperar el control de buena parte del país casi doce años después de que el presidente reprimiera a sangre y fuego las protestas reclamando más democracia durante la 'Primavera Árabe'.

Sin embargo, los países occidentales se han venido negando todo este tiempo a canalizar la asistencia humanitaria a través del Gobierno sirio, como reclama Damasco, derivando cualquier ayuda a la población más vulnerable a través de las agencias de la ONU o de ONG que están presentes en el terreno.

Por otra parte, el noroeste, esencialmente la provincia de Idlib y algunas zonas de Alepo, está controlada por Hayat Tahrir al Sham (HTS), una organización terrorista heredera del Frente al Nusra que otrora fue filial de Al Qaeda en Siria, y que en los últimos años se ha esforzado en presentarse como una alternativa de gobierno en esta parte del país.

En el noreste, grupos rebeldes sirios apoyados por Turquía controlan algunas zonas mientras que otras están controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), compuestas entre otros por fuerzas kurdas sirias y que cuentan con el respaldo de Estados Unidos.

Hasta ahora, el envío de ayuda humanitaria al noroeste de Siria, donde viven unos cuatro millones de personas, la mitad de las cuales son desplazados por el conflicto llegados de otras partes del país, solo se podía hacerse a través de un único paso desde Turquía, el de Bab al Hawa.

En los últimos años, el Gobierno sirio ha conseguido, gracias al poder de veto de Rusia, su principal aliado en la escena internacional, ir reduciendo el número de pasos fronterizos por los que hacer llegar ayuda desde Turquía en sucesivas votaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU.