Un consumo excesivo de carne procesada conlleva un riesgo de un 50,4% más de posibilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular. Éste es uno de los muchos datos que incluye el informe Carne de cañón. Por qué comemos tanta carne y como nos enferma, que ha presentado Justicia Alimentaria.
El incremento del riesgo de sufrir diabetes por un consumo excesivo de carne procesada es de un 22,8%, y de un 21,6% en el caso del cáncer colorrectal. Según el mismo informe, en España habría 270.000 personas menos con enfermedades cardiovasculares si el consumo de carnes procesadas fuera el recomendado; 1,8 millones de personas menos con diabetes y cada año se podrían evitar 17.500 casos de cáncer colorrectal y 8.200 defunciones por esta enfermedad.
La alimentación insana es el factor que más incide en la salud de la población española, a una distancia considerable de otros como el tabaco, el alcohol, las drogas o las enfermedades transmisibles. Y dentro de la categoría de riesgo alimentario, el más importante es el cárnico. En concreto, el 60% de toda la salud perdida por culpa de una alimentación insana puede atribuirse al consumo excesivo de carne. La carne es la fuente principal de grasas saturadas y sal, dos de los tres ingredientes junto con el azúcar, más involucrados a la hora de contraer este tipo de enfermedades.
En concreto, según el informe de Justicia Alimentaria, basado en diversos estudios científicos, el 28-38% de las enfermedades isquémicas y cardiovasculares pueden atribuirse al consumo excesivo de carne. Lo mismo para el 17% de la hipertensión, el 18% de la diabetes o el 28% de los cánceres colorrectales. De hecho, según el informe cada año mueren en España más de 34.500 personas debido al consumo excesivo de carne y derivados. Esto supone que en una de cada diez defunciones por enfermedades no infecciosas el consumo excesivo de carne y derivados ha sido un factor determinante.
El informe de Justicia Alimentaria entra en detalle en el análisis de los factores que influyen a la hora de enfermar debido al consumo excesivo de carne. En buena parte, se atribuye al procesado de la carne a través de aditivos que si bien la industria cárnica ha encontrado los vacíos legales para incorporarlos como ingredientes en los productos que comercializa, un consumo excesivo puede acarrear graves problemas de salud.
En concreto, más allá de las grasas insalubres, proteínas en exceso y sal que llevan incorporados algunos productos cárnicos, algunos también llevan una serie de sustancias carcinógenas, según constata la comunidad científica desde hace décadas y que periódicamente generan una cierta alarma entre la población, que rápidamente es contrarrestada por la industria cárnica, con la complicidad de administraciones e incluso sociedades médicas que se prestan a hacerle el juego al sector.
Aditivos nitrogenados
En concreto, el informe de Justicia Alimentaria asegura que los derivados cárnicos que llevan aditivos nitrogenados incrementan notablemente el riesgo de cáncer. La afirmación se acompaña de literatura científica diversa que también desmiente las tesis de la industria que la incorporación de aditivos nitrogenados a la carne evita la contaminación bacteriana.
Estudios recientes desvinculan la ausencia de estos aditivos del incremento de riesgo de contaminación. El informe de Justicia Alimentaria entra en detalle en el análisis de los efectos en la salud de nitratos y especialmente nitritos presentes en una parte importante de la carne procesada. Asimismo desenmascara el papel que han jugado profesionales de la medicina y de la nutrición, a quienes identifica con nombres y apellidos, a la hora de limpiar la imagen de la industria cárnica.
El informe, que se puede consultar completo en la web de Justicia Alimentaria, y la campaña paralela de la entidad pretenden alertar de la insostenibilidad del sector cárnico, visibilizar el consumo excesivo de carne -sobre todo la carne 'low cost' y derivados- y denunciar sus efectos en la salud. Los autores del informe aseguran que no pretenden criticar la carne per se, sino el tipo de producción y consumo actuales. Pero también señala algunos de los hilos que mueve la industria cárnica y que le permiten actuar con impunidad, así como las complicidades que encuentran en la administración, tanto de tipo legal como económico en forma de subvenciones al sector agroindustrial.
Justicia Alimentaria aporta datos sobre el consumo excesivo de carne y sus efectos sobre la salud y el medio ambiente. Actualmente en España se come ocho veces más carne procesada de la máxima recomendada, y en el caso de la población infantil, entre 3,5 y 4 veces más carne que el máximo recomendado por las autoridades médicas. Precisamente en referencia a la carne procesada, el informe también entra en el análisis del etiquetado confuso de productos cárnicos procesados que contienen ingredientes insanos y que se presentan en los supermercados como si se tratara de carne fresca y sin ingredientes añadidos.
El consumo excesivo de carne también tiene efecto en el gasto público sanitario español. En concreto, el gasto en salud pública relacionada con las enfermedades derivadas del exceso de consumo de carne ascienden a 7.400 millones de euros, entre costes directos e indirectos. Esto supone un gasto por persona de 157 euros por año, que equivale al 13% del total del gasto sanitario público por habitante.
La campaña finalmente incorpora una batería de propuestas de regulación de políticas públicas, tanto relacionadas con el consumo de carne como con la producción y el medio ambiente. Entre otras cosas, se pide la aprobación de un impuesto sobre el precio de los productos cárnicos procesados, orientado tanto a la reducción de su consumo como a la internalización de los costes que genera al sistema público de salud. También la prohibición del uso de nitritos por parte de la industria cárnica, dada su demostrada participación en la generación de sustancias cancerígenas.