Donald Trump ha sido investido nuevamente como presidente de Estados Unidos, marcando un regreso sin precedentes a la Casa Blanca. Este 20 de enero de 2025, en una ceremonia solemne, Trump ha jurado su cargo frente a una multitud dividida entre fervientes seguidores y críticos acérrimos. Con este hecho, Trump se ha convertido en el segundo presidente en la historia del país en cumplir dos mandatos no consecutivos, tras Grover Cleveland en el siglo XIX.
El discurso inaugural de Trump ha reflejado su retórica habitual, caracterizada por un tono combativo y una visión crítica del estado actual de la nación. Desde el primer momento, el presidente ha pintado un cuadro sombrío de Estados Unidos, describiéndolo como un país sumido en la decadencia, plagado por la corrupción y amenazado por fuerzas externas e internas. “Hoy comenzamos el proceso de devolver la grandeza a nuestro país, de eliminar las cadenas de la corrupción y la decadencia que han ahogado el sueño americano”, ha declarado Trump, apelando a un nacionalismo populista que ha sido su sello distintivo.
Trump ha anunciado varias medidas controvertidas en su discurso. Ha declarado la emergencia nacional en la frontera con México, argumentando que es necesario para proteger la seguridad del país. Entre las acciones inmediatas, ha prometido la expulsión de inmigrantes que entren ilegalmente en el país y el despliegue del Ejército en la frontera. Además, ha señalado que los cárteles de la droga serán considerados grupos terroristas, una medida que podría tener amplias implicaciones tanto en el ámbito doméstico como en las relaciones internacionales.
Fin al 'Green New Deal'
En el ámbito económico, Trump ha prometido luchar contra la inflación y la subida de precios, declarando la emergencia de energía como una medida para revitalizar el sector. Ha expresado su intención de repartir la energía estadounidense por todo el mundo, poniendo fin al 'Green New Deal' y al coche eléctrico.
Otro punto destacado ha sido su compromiso de “devolver” la libertad de expresión a Estados Unidos. Ha prometido justicia igualitaria para todos, afirmando que “volverá la ley a nuestras ciudades”. Además, ha manifestado su intención de acabar con la “ingeniería social de género”, declarando que en los documentos oficiales sólo habrá dos sexos: hombre y mujer, sin reconocimiento de un 'tercer género'. En el ámbito educativo, ha asegurado que el activismo de género no tendrá espacio en los colegios.
En temas de política exterior, Trump ha prometido devolver a sus familias a los rehenes de la guerra en Palestina. En una medida inusual, ha declarado que cambiará el nombre del Golfo de México a 'Golfo de América', una decisión que podría generar tensiones diplomáticas en la región.
Este enfoque pesimista no ha tardado en generar críticas por parte de analistas y observadores políticos, quienes han señalado una falta de conexión con la realidad actual de la nación. Diversos indicadores socioeconómicos han mostrado una disminución en la tasa de criminalidad violenta desde su pico en los años 90 y un crecimiento sostenido en la creación de empleos. Sin embargo, Trump ha ignorado estos datos en su discurso, prefiriendo centrarse en una narrativa de crisis y urgencia.
El lema América Primero ha vuelto a ser un pilar central de su discurso, sugiriendo un retorno a políticas aislacionistas tanto en el ámbito económico como en el de relaciones internacionales. Este eslogan, que ha sido criticado por su asociación histórica con movimientos aislacionistas previos a la Segunda Guerra Mundial, ha sido usado por Trump para justificar la necesidad de fortalecer las fronteras, renegociar tratados comerciales y reducir la participación de Estados Unidos en organizaciones multilaterales.
“Derrotar a las élites corruptas”
El discurso también ha estado marcado por referencias a la necesidad de “derrotar a las élites corruptas” de Washington. “Por demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital ha cosechado las recompensas del gobierno mientras la gente soportaba el costo”, ha afirmado Trump, una afirmación que, aunque popular entre su base, ha sido criticada por su falta de propuestas concretas y por fomentar la polarización.
Organizaciones de derechos civiles y grupos de minorías también han expresado su preocupación antres incluso del divisivo del discurso. La retórica de Trump, con referencias a “recuperar la seguridad en las calles” y “reforzar el orden”, ha sido interpretada como una señal de un enfoque más autoritario en materia de justicia y seguridad, lo que podría traducirse en políticas más restrictivas y una mayor vigilancia estatal.
Trump también ha enfatizado la necesidad de revitalizar la economía estadounidense mediante políticas proteccionistas. “Vamos a traer de vuelta los empleos que han sido enviados al extranjero, vamos a fortalecer nuestras industrias y apoyar a nuestros trabajadores”, ha asegurado. Esta promesa, aunque resonante entre sus seguidores, ha generado escepticismo entre los economistas, quienes han advertido sobre los posibles efectos adversos de tales medidas en el comercio internacional.
Una “limpieza” del sistema político
A pesar de las críticas, la base de seguidores de Trump se ha mantenido firme en su apoyo. Para ellos, su discurso ha sido un llamado necesario a la acción, un recordatorio de las promesas que lo llevaron al poder en 2016 y una reafirmación de su compromiso con lo que consideran una “limpieza” del sistema político. “Es el líder que necesitamos para hacer frente a los desafíos que enfrentamos como nación”, ha comentado un asistente al evento, reflejando el sentimiento de una parte considerable del electorado.
El futuro del segundo mandato de Trump ha estado cargado de incertidumbres. Los primeros cien días serán cruciales para evaluar si sus palabras se traducirán en acciones concretas o si, por el contrario, la polarización y la confrontación seguirán dominando el panorama político. Mientras tanto, Estados Unidos se ha encontrado en un momento de encrucijada, con una sociedad más dividida que nunca y con retos significativos por delante.
Su discurso inaugural, cargado de crítica y populismo, ha dejado claro que su enfoque no ha cambiado. La promesa de “devolver la grandeza a América” sigue siendo el eje de su narrativa, aunque su interpretación de los problemas del país y las soluciones propuestas continúan siendo objeto de debate y controversia. Solo el tiempo dirá si su segundo mandato logrará cumplir con las expectativas de sus seguidores o si, por el contrario, agudizará las divisiones existentes en la nación.