Mientras que el cambio ambiental está superando la tasa de evolución de muchas otras especies, los killi atlánticos (peces Ciprinodontiformes) que viven en cuatro estuarios contaminados de la costa este de Estados Unidos resultan ser notablemente resistentes. Estos peces se han adaptado a niveles de contaminantes industriales altamente tóxicos que normalmente los matarían.
El estudio demostró que el killi es hasta 8.000 veces más resistente a este nivel de contaminación que otros peces. Si bien este pez no es comercialmente valioso, es un alimento importante para otras especies y un indicador ambiental.
Los niveles extremadamente altos de variación genética, más altos que en cualquier otro vertebrado ─seres humanos incluidos─ medidos hasta ahora, hacen al killi especial. Cuanta más diversidad genética, más rápidamente puede actuar la evolución. Esa es una razón por la cual los insectos y las malas hierbas pueden adaptarse rápidamente y evolucionar para resistir los pesticidas, de igual forma que los patógenos pueden evolucionar rápidamente para resistir las sustancias creadas para destruirlos.
"Algunas personas verán esto como algo positivo y pensarán: ¡Oye, las especies pueden evolucionar en respuesta a lo que estamos haciendo con el medio ambiente!", dijo el autor Andrew Whitehead, profesor asociado del Departamento de Toxicología Ambiental de la Universidad de California Davis. "Desafortunadamente, la mayoría de las especies que nos preocupa preservar probablemente no pueden adaptarse a estos rápidos cambios porque no tienen los altos niveles de variación genética que les permiten evolucionar rápidamente".
Sensibilidad a los químicos ambientales
Los científicos secuenciaron genomas completos de cerca de 400 peces killi atlánticos de sitios contaminados y no contaminados en el puerto de New Bedford en Massachusetts; Newark Bay, Nueva Jersey; Connecticut área de Bridgeport; y el río Elizabeth de Virginia. Los sitios han sido contaminados desde los años 1950 y 1960 por una mezcla compleja de contaminantes industriales incluyendo dioxinas, metales pesados, hidrocarburos y otros productos químicos.
El análisis genético del equipo sugiere que la diversidad genética de los killi atlánticos los hace inusualmente bien posicionados para adaptarse a sobrevivir en hábitats radicalmente alterados. A nivel genético, las poblaciones tolerantes evolucionaron de manera muy similar. Esto sugiere que estos peces ya llevaban la variación genética que les permitía adaptarse antes de que los sitios estuvieran contaminados, y que podría haber pocas soluciones evolutivas a la contaminación.
El estudio establece las bases para la investigación futura que podría explorar qué genes confieren tolerancia de productos químicos específicos. Este trabajo podría ayudar a explicar mejor cómo las diferencias genéticas entre los seres humanos y otras especies pueden contribuir a las diferencias en la sensibilidad a los químicos ambientales.
"Si sabemos los tipos de genes que pueden conferir sensibilidad a otro animal vertebrado como nosotros, tal vez podamos entender cómo los diferentes seres humanos, con sus propias mutaciones en estos importantes genes, podrían reaccionar a estos productos químicos", dijo Whitehead.