Aunque se sabe que los fenómenos meteorológicos extremos pueden afectar a la variabilidad interanual en la absorción de carbono, y algunos investigadores han sugerido que puede haber efectos a más largo plazo, este nuevo estudio es, según sus autores, el primero en cuantificar los efectos a lo largo del siglo XXI y demostrar que los años más húmedos de lo normal no compensan las pérdidas en la absorción de carbono durante los años más secos de lo normal, causados por eventos como sequías u olas de calor.
Las emisiones antropogénicas de CO2 (emisiones causadas por actividades humanas) elevan la concentración de CO2 en la atmósfera de la Tierra y producen cambios no naturales en el sistema climático del planeta. Los efectos de estas emisiones en el calentamiento global solo están siendo parcialmente reducidos por la tierra y el océano.
Actualmente, la biosfera oceánica y terrestre (bosques, sabanas, etcétera) está absorbiendo alrededor del 50 por ciento de estas liberaciones, lo que explica el blanqueo de los arrecifes de coral y la acidificación del océano, así como el aumento del almacenamiento de carbono en nuestros bosques.
"Sin embargo, no está claro si la Tierra puede seguir utilizando las emisiones antropogénicas a las tasas actuales", dice Pierre Gentine, profesor asociado de Ingeniería Ambiental y de la Tierra y afiliado al Instituto de la Tierra, que dirigió el estudio. "Si la Tierra alcanzara una tasa máxima de consumo de carbono, el calentamiento global podría acelerarse, con importantes consecuencias para las personas y el medio ambiente. Esto significa que todos debemos actuar de inmediato para evitar mayores consecuencias del cambio climático", añade.
Trabajando con su estudiante de doctorado Julia Green, Gentine quería entender cómo la variabilidad en el ciclo hidrológico (sequías e inundaciones y las tendencias de secado a largo plazo) estaba afectando la capacidad de los continentes para atrapar algunas de las emisiones de CO2.
La investigación es particularmente oportuna, ya que los científicos del clima han predicho que los eventos extremos probablemente aumentarán en frecuencia e intensidad en el futuro, algunos de los cuales ya estamos presenciando hoy, y que también habrá un cambio en los patrones de lluvia que probablemente afectará la capacidad de la vegetación de la tierra de captar carbono.
Para definir la cantidad de carbono almacenado en la vegetación y el suelo, Gentine y Green analizaron la productividad neta del bioma (NBP, por sus siglas en inglés), definida por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático como la ganancia o pérdida neta de carbono de una región, igual a la producción neta del ecosistema menos el carbono perdido por la perturbación, como un incendio forestal o una cosecha forestal.
Estrés hídrico
Los científicos utilizaron datos de cuatro modelos del Sistema de la Tierra de los experimentos GLACE-CMIP5 (experimento de acoplamiento de la atmósfera terrestre global-proyecto de inter-comparación de modelos acoplados) para realizar una serie de experimentos para aislar las reducciones de NBP que se deben estrictamente a los cambios en la humedad del suelo. Pudieron aislar los efectos de los cambios en las tendencias a largo plazo de la humedad del suelo (es decir, el secado), así como la variabilidad a corto plazo (es decir, los efectos de eventos extremos como inundaciones y sequías) sobre la capacidad de la Tierra para captar carbono.
"Vimos que el valor de NBP, en este caso una obtención neta de carbono en la superficie de la tierra, sería en realidad casi el doble si no fuera por estos cambios (variabilidad y tendencia) en la humedad del suelo", dice Green, autor principal del artículo. "¡Esto es un gran problema! Si la humedad del suelo continúa reduciendo el NBP a la tasa actual, y la tasa de captación de carbono por parte de la tierra comienza a disminuir a mediados de este siglo, como encontramos en los modelos, potencialmente podríamos ver un gran aumento en la concentración de CO2 atmosférico y un incremento correspondiente en los efectos del calentamiento global y el cambio climático", lamenta.
Gentine y Green observan que la variabilidad de la humedad del suelo reduce notablemente el sumidero de carbono presente en la tierra, y sus resultados muestran que tanto la variabilidad como las tendencias de secado lo reducirán en el futuro.
Al cuantificar la importancia crítica de la variabilidad suelo-agua para el ciclo del carbono terrestre, y la reducción de la captación de carbono debido a los efectos de estos cambios en la humedad del suelo, los hallazgos del estudio resaltan la necesidad de implementar modelos mejorados de la respuesta de la vegetación al estrés hídrico y el acoplamiento tierra-atmósfera en los modelos del sistema terrestre para limitar el futuro flujo de carbono terrestre y predecir mejor el clima futuro.
"Esencialmente, si no hubiera sequías y olas de calor, si no hubiera un secado a largo plazo durante el próximo siglo, los continentes podrían almacenar casi el doble de carbono que ahora. Debido a que la humedad del suelo desempeña un papel tan importante en el ciclo del carbono, en la capacidad de la tierra para captar carbono, es esencial que los procesos relacionados con su representación en los modelos se conviertan en una prioridad de investigación", señala Gentine.
Todavía hay mucha incertidumbre sobre cómo responden las plantas al estrés hídrico, por lo que Green y Gentine continuarán su trabajo para mejorar las representaciones de la respuesta de la vegetación a los cambios de humedad del suelo. Ahora se están centrando en los trópicos, una región con muchas incógnitas y el mayor sumidero de carbono terrestre, para determinar cómo se controla la actividad de la vegetación tanto por los cambios en la humedad del suelo como por la sequedad atmosférica. Estos hallazgos proporcionarán orientación para mejorar la representación del estrés hídrico de las plantas en los trópicos
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