La propuesta presentada por el Gobierno de coalición de presupuesto para su aprobación en el Congreso de Diputados para el año 2023 es, en algunos ámbitos sociales, beneficioso para la mayoría de la población, pues al tratarse de un presupuesto ligeramente expansivo, ya que propone un crecimiento de un 10,7% respecto a 2022, con el ánimo de hacer frente a la crisis que atenaza a España y Europa por culpa de la guerra de Ucrania (de la que en buena parte son responsables sus gobiernos por no buscar una salida a esa guerra).
Un presupuesto donde seis de cada diez euros se destinarán a gasto social, con importantes aumentos para pensiones, o la atención a la dependencia, ayudas a la ciencia, a la I+D+i, donde Sanidad aumentará un 6.7% y educación un 6,6%.
Pero esos buenos propósitos se difuminan cuando se constata que el presupuesto del Ministerio de Defensa para 2023 propone que aumente un 25,8% y alcance los 12.317 millones frente a los 9.791 millones de 2022.
Una propuesta que quiere convertir en realidad la promesa hecha por Pedro Sánchez de aumentar el gasto en defensa en 2.500 millones para el año próximo y así cumplir con el 2% del PIB comprometido en la cumbre de la OTAN del pasado mes de junio en Madrid junto al resto de países de la Alianza Atlántica.
Dos fórmulas engañosas: créditos extraordinarios e imprevistos
Pero a pesar de ese espectacular aumento del gasto del Ministerio de Defensa, muy por encima del resto de ministerios, aún hay muchos más incrementos en gasto militar, especialmente a través de dos fórmulas engañosas.
Una a través de créditos extraordinarios que por un importe de 1.601 millones surgirán desde el Ministerio de Industria en ayudas de I+D para las industrias de defensa para financiar los Programas Especiales de Armamentos y que aumentan un vertiginoso 126% con respecto a 2022.
La segunda, a la que se recurre todos los años, es la transferencia de crédito que se realizan desde el Fondo de Contingencia, un capítulo pensado para hacer frente a imprevistos desde donde se sufragan las misiones militares en el exterior y también inversiones en armamentos.
Así, este mismo año de 2022 el presupuesto de Defensa ya se ha incrementado en diversas ocasiones para hacer frente a diversos menesteres. Para sufragar el despliegue militar en la guerra de Ucrania, (Consejo de Ministros de 08/03/2022) de 569,85 millones; de 632,5 millones para la adquisición de armamentos y otros 367,2 para misiones en el exterior (Consejo de Ministros 05/07/2022); una transferencia de crédito por importe de 1.110,7 millones del Ministerio de Sanidad al Ministerio de Defensa para financiar el Plan de Inversiones en Equipos de Alta Tecnología (INVEAT) de los hospitales militares (Consejo de Ministros 13/09/2022); y por último, 29,75 millones para adquirir equipos de radio para las unidades del ejército destinadas en torno a Rusia (Consejo de Ministros 20/09/2022). En total, este año de momento se han incorporado al Ministerio de Defensa 2.847 millones, una cifra que seguramente antes de finalizar el año se volverá a incrementar.
El grueso del gasto militar en 2023 se destinará a inversiones en armas que recibirán 7.743 millones entre I+D y el pago de armas a las industrias militares, y que representan el 30% del total de las inversiones del Estado central (sin contar las inversiones de las Autonomías). De los cuales, 4.101 millones, estarán destinados a sufragar los denominados Programas Especiales de Armamentos (PEAs).
Aún hay más: el 2,12% del PIB
Pero aún hay más. Las partidas que pertenecen al ámbito militar y que están repartidas por otros ministerios y que la misma OTAN aconseja a los países miembros deben contemplar como gasto militar, a saber: las pensiones de los militares, la mutua sanitaria de los militares, los cuerpos militares como la Guardia Civil, las pensiones de guerra o los costes por participar en organismos militares internacionales. Si sumamos todo ello, el gasto militar del Estado español para 2023 sumará la increíble cifra de 26.208 millones, 75 millones diarios, y superará el deseado por Pedro Sánchez 2% del PIB hasta alcanzar el 2,12% del PIB.
Un colosal gasto militar que se justifica porque esos grandes Programas de armas (PEAs) crean empleo y suponen un avance tecnológico que en su trasvase a los ámbitos civiles suponen un mayor desarrollo.
Una justificación mendaz, pues los analistas que han estudiado esta cuestión sostienen lo contrario, que las tecnologías militares representan una pérdida de oportunidad para la economía productiva por los altos costes de inversión en I+D y armas que necesitan, con el añadido, de que no existe un mercado de armas, pues éstas solo son adquiridas por los Estados produciendo déficit e inflación. Además de ser antisociales, al enfrentar la fabricación de bienes de consumo a productos que no lo son como los tanques.
Con todo lo indicado, el supuesto presupuesto social de este Gobierno salta por los aires al dedicar buena parte del presupuesto a la carrera armamentística que ha desencadenado esa guerra de Ucrania, para mayor satisfacción del complejo militar industrial español que, de la mano del PSOE consigue que sus socios de Gobierno de Unidas Podemos se coman ese enorme sapo de gasto militar.
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