Es uno de los datos que arroja el informe Maldito Plástico: reciclar no es suficiente que presentó ayer Greenpeace y que analiza algunas de las trampas del reciclaje, un sistema presentado casi como una panacea por las empresas que ponen envases en el mercado. No lo es.
Según la información publicada por el ministerio, la mayor parte de los envases plásticos no se reciclaron y fueron a vertedero (787.059 tn) o se incineraron (172.293 tn), lo que supone un 63%. Si a esto se suman los envases exportados (282.560 tn), de los que no existe plena garantía de que se reciclen, como ha comprobado Greenpeace, por ejemplo, en vertederos de Malasia, el porcentaje sube a más del 80%. La información oficial no cuantifica, en ningún epígrafe, cuántos de estos envases pasan directamente a nuestro medioa mbiente y terminan flotando en ríos y mares, o descomponiéndose en bosques.
Las caracterizaciones de la bolsa de la basura muestran que el 10,5% de la misma son envases plásticos de usar y tirar. Ello muestra la magnitud del problema. A lo que hay que añadir las ineficiencias del sistema de gestión de residuos, que no garantiza que depositar los envases en el contenedor correspondiente sea una garantía de reciclaje. Por ejemplo, los envases pequeños (menos de 10 cm), los envases plásticos que contienen PVC u otros materiales complejos, o las pegatinas, no se recuperan.
La investigación pone de manifiesto que no existen datos suficientemente auditados por las administraciones, fiables, y comparables entre sí, que permitan acercarnos a la realidad del problema.
¿A quién beneficia este sistema fallido?
A pesar de que las empresas envasadoras, distribuidoras y grandes superficies tienen la obligación legal de recuperar y reciclar el 100% de los envases vendidos, eso no sucede. Esto es un ahorro para estas empresas, al no tener que hacerse cargo de esta obligación, y supone un sobrecoste para la ciudadanía, al tener que pagar la recuperación y tratamiento de estos residuos. Además, provoca un grave problema de contaminación del medio ambiente, al perderse todos los días decenas de millones de envases plásticos que se disgregan en forma de microplásticos (menores de 5 mm). Estos diminutos fragmentos de plástico se acumulan en el mar, donde son ingeridos por la fauna marina y entran a formar parte de nuestra cadena alimentaria.
“Debemos cambiar radicalmente nuestro consumo”, ha declarado Julio Barea, responsable de la campaña de plásticos de Greenpeace. “La responsabilidad de este problema recae en las grandes compañías contaminantes, como Coca-Cola, Pepsi o Nestlé, que deben adoptar soluciones sostenibles y sistemas para detener esta crisis. Además, deberíamos contar con leyes mucho más restrictivas por parte de las administraciones”, ha añadido.
Según Greenpeace, se necesitan medidas urgentes para solucionar la contaminación que producen los envases de plástico de un solo uso:
* El fin del usar y tirar, con un cambio en los hábitos de consumo. Rechazar productos o que se importen desde lejanos países, donde ni las condiciones laborales ni los estándares ambientales estén garantizados.
* Potenciar la reutilización y, para ello, contar de nuevo con un sistema de devolución y retorno de envases (SDDR).
Fomentar la compra a granel y los envases rellenables.
* No malgastar recursos, sino usar solo los estrictamente necesarios, dar durabilidad y buen uso a las cosas que tenemos y reparar las que se rompan. Se puede consumir sin necesidad de comprar, por ejemplo, aprovechando bienes públicos (como fuentes en lugar de agua embotellada), incentivando el préstamo, el intercambio o el alquiler, y reaprovechando materiales desechados.
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