La flota ballenera japonesa ha regresado este viernes tras su caza en la Antártida para una supuesta investigación científica con una captura de más de 300 ballenas hocicudas.
La Corte Internacional de Justicia dictaminó en 2014 que Japón debería detener la caza de ballenas, a lo que el país contestó suspendiendo su actividad durante una temporada.
"Tanto las hembras como los machos cazados son adultos, lo que indica que la especie se está reproduciendo de forma saludable", ha asegurado la Agencia de Pesca japonesa en un comunicado.
Japón tiene la intención de cazar a cerca de 4.000 ballenas en los próximos 12 años como parte de su programa de investigación y ha asegurado en reiteradas ocasiones que su último objetivo es la comercialización de las ballenas.
La Sociedad Humana Internacional (HSI, por sus siglas en inglés), una organización de protección animal, ha condenado la última caza de ballenas. "No hay ningún caso científico que justifique el sacrificio de las ballenas", ha asegurado la vicepresidenta ejecutiva de HSI, Kitty Block.
Japón, que ha señalado que la mayoría de las especies de ballenas no se encuentran en peligro de extinción y que comer estos animales es parte de su cultura, comenzó a realizar "cazas científicas" en 1987, un año después de que entrara en vigor una moratoria sobre la caza de ballenas.