La contaminación medioambiental puede causar descompensaciones tanto de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) como del asma y, además, puede ser otra causa de esta última enfermedad, según ha puesto de manifiesto un análisis de la EPOC y los contaminantes atmosféricos, atendiendo al origen y trayectoria de las masas de aire en el norte de España, y un editorial sobre la contaminación medioambiental como posible causa del asma, ambos publicados en Archivos de Bronconeumología, la revista científica de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Y es que, el asma y la EPOC son dos enfermedades respiratorias de alta prevalencia. No obstante, la primera representa un problema de salud mundial especialmente relevante en los países industrializados, donde se ha constatado un aumento de su prevalencia, que oscila entre el 8% y el 10% de la población, lo que se traduce en un "alto" coste socioeconómico en términos de absentismo laboral y escolar, un "elevado" consumo de recursos sanitarios (consultas y hospitalizaciones) y de muertes.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 235 millones de personas sufren asma en todo el mundo y, en España, se calcula que hay tres millones de asmáticos.
Por su parte, la EPOC la padecen el 10% de los adultos de más de 40 años y es una de las principales causas de muerte a nivel mundial, según el estudio sobre la influencia de la contaminación medioambiental en la EPOC. Asimismo, el trabajo de la carga mundial de morbilidad de la OMS estimó que la prevalencia de la EPOC en 2016 fue de 251 millones de casos en todo el mundo, y que en 2015 murieron cerca de 3,17 millones de personas por esta enfermedad, lo que representa un 5% de todas las muertes registradas por esta causa.
En España, según el estudio EPI-SCAN, la prevalencia de la EPOC es similar a las cifras mundiales. El 10,2% de la población española entre 40 y 80 años afectada, esto es, el equivalente a más de 2,1 millones personas, de las cuales un 15,1% son hombres y un 5,7% en mujeres.
Ahora bien, diversos estudios biológicos están demostrando que la contaminación medioambiental puede ser la causa de una parte de los casos de asma. "Aunque es posible que el incremento en las cifras de asma se deba a una mejora en las técnicas y criterios diagnósticos, también son relevantes, en países industrializados, factores como la contaminación ambiental. Los contaminantes ambientales pueden actuar agravando la enfermedad en pacientes con asma o bien siendo la causa de la misma", ha dicho la primera firmante del artículo sobre esta cuestión en Archivos de Bronconeumología y miembro de SEPAR, María Jesús Cruz.
Y es que, se ha visto que los niveles altos de material particulado (partículas de diesel), el ozono (O3), el anhídrido sulfuroso (SO2) o el óxido nitroso (NO2) pueden precipitar la aparición de síntomas del asma e incrementar el número de consultas a los servicios de urgencias y hospitalizaciones por descompensación de la enfermedad.
En este sentido, recientes investigaciones han demostrado que vivir cerca de carreteras con mucho tráfico puede explicar entre el 15% y el 30% de los casos de asma en niños y que, además, existe una asociación entre la aparición de nuevos casos de asma y el aumento de 10 microgramos por metro cúbico en la concentración ambiental de NO2, aunque no se ha hallado esta asociación con el incremento de partículas PM8.
"Para establecer causalidad no solo es necesario que existan asociaciones epidemiológicas significativas, sino que, además, se pueda demostrar una plausibilidad biológica", ha puntualizado Cruz, tras detallar que, aunque faltan más estudios al respecto, se ha visto que en individuos con asma, los contaminantes ambientales inducen cambios en la función pulmonar y, de hecho, en ciudades europeas contaminadas, se ha constatado que producen cambios específicos a nivel inflamatorio.
Partículas PM10 Y EPOC
Por otra parte, otro reciente estudio publicado en Archivos de Bronconeumología ha analizado la asociación entre los picos de contaminación atmosférica y las hospitalizaciones por EPOC.
Para ello, ha recopilado datos diarios de los ingresos hospitalarios por EPOC en el Hospital Marqués de Valdecilla, de Santander, durante ocho años (de 2003 a 2010), así como de los contaminantes atmosféricos y de las variables meteorológicas, gracias a información suministrada por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Posteriormente, ha calculado las retrotrayectorias (origen de las trayectorias de las masas de aire) con destino a Santander y ha elaborado un modelo de correlación para evaluar los efectos de los contaminantes en las urgencias por EPOC. El 44% de las visitas a Urgencias por EPOC han correspondido a personas mayores de 44 años y un 50% a mayores de 74 años.
El estudio ha concluido que la exposición a partículas PM10 provoca descompensaciones en los pacientes con EPOC, que existe una relación directa entre los niveles de PM10 y las urgencias por EPOC y que este efecto es más intenso en mayores de 74 años.
Así, por cada 10 microgramo por metro cúbico de aumento de la concentración de PM10 las urgencias se incrementan un 3,34%, mientras que en los mayores de 74 años aumentan un 3,75%. Además, hubo más descompensaciones los días en que se sobrepasó el nivel de 50 microgramo por metro cúbico recomendado por la OMS para preservar la salud y se atendieron un 18,5% más de pacientes en Santander.
Estos hallazgos científicos concuerdan con situaciones similares acontecidas en ciudades españolas como Madrid, que ha tenido que activar el protocolo de alta contaminación en diversas ocasiones y donde en los últimos años (2006-2013), se ha observado una correlación entre los picos de contaminación por tráfico rodado (principalmente por NO2) y un aumento de ingresos hospitalarios por síntomas respiratorios y asma.
"El nuevo estudio de Santander demuestra que existe una relación entre la exposición a las partículas en suspensión de pequeño diámetro (PM10) y la exacerbación de los síntomas de los pacientes con EPOC, que no solo se ha visto en estudios epidemiológicos, sino también experimentales", ha destacado la neumóloga y coordinadora del Área de Medio Ambiente de SEPAR, Isabel Urrutia.
En particular, se han visto mecanismos fisiopatológicos que producen cambios en la capacidad de difusión pulmonar del CO2, alteraciones en la saturación del oxígeno y aumento en marcadores inflamatorios, entre otros efectos nocivos.
"La composición del material particulado varía en función de su origen (urbano, industrial y de tráfico) y su procedencia geográfica, por lo que ante pacientes con EPOC que vivan en zonas urbanas es esencial integrar el nivel de PM10 que hay en el aire para su control y seguimiento, pero, para aplicar medidas preventivas, no solo bastará con medir la concentración de PM10, sino que también será concluyente cuál es el origen y la trayectoria seguida por los aerosoles que determinan esa concentración", ha zanjado esta investigación.
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