El objetivo de este estudio fue averiguar si la mortalidad en Europa se ajusta a un patrón procíclico o contracíclico, es decir, si su tendencia a la baja se acelera durante los periodos de recesión económica o, por el contrario, se ralentiza. Con este fin, los investigadores analizaron los datos de mortalidad diaria y las variaciones registradas en el producto interior bruto (PIB) per cápita en 140 regiones de 15 países europeos relativos al periodo 2000-2010.
El análisis estadístico del conjunto de datos no solo mostró una aceleración del descenso en la mortalidad durante el periodo de recesión, sino que también reveló que aquellos países y regiones con una recesión más profunda eran aquellos en los que más se acentuaba la tendencia a la reducción en la mortalidad.
Para explicar la correlación hallada entre recesión económica y mayor descenso en la mortalidad, los autores aluden a factores diversos: “Los periodos de recesión macroeconómica se asocian a descensos en los niveles de contaminación, así como en el número de accidentes laborales y de tráfico, que son los factores que probablemente tengan mayor impacto en el incremento de la caída de la mortalidad. También suele haber un menor consumo de alcohol y tabaco y un descenso del sedentarismo y de la obesidad”, señala Joan Ballester, investigador de ISGlobal y primer autor del estudio.
“Aunque los mecanismos subyacentes todavía no están bien establecidos, hay estudios que apuntan a la influencia de factores como el estrés laboral o al hecho de que los hábitos saludables exigen un tiempo del que es más difícil disponer cuando se desempeña un empleo a tiempo completo”, añade Ballester.
Mayor impacto en España
La investigación encontró una gran diversidad de casos en el contexto europeo. Por ejemplo, en España, donde la mortalidad antes de la recesión se reducía a un ritmo del 2% anual, el impacto de la recesión fue profundo, de modo que pasó a reducirse a un 3% anual. Por el otro lado, en Alemania, donde la recesión fue corta y menos intensa, la reducción de la mortalidad pasó de descender a ritmo de 2,4% anual a solo un 0,7%.“Conviene precisar que las recesiones en sí no son un factor deseable para impulsar el aumento en la esperanza de vida. En este sentido, se trataría de lograr que los periodos de expansión económica fueran compatibles con una mejor calidad del aire, menos accidentes y mejores hábitos de vida”, puntualiza Joan Ballester.
La investigación también tuvo en cuenta las temperaturas diarias registradas durante todo el periodo bajo estudio, con el fin de determinar si las tendencias observadas tenían un efecto estacional. “El análisis estadístico reveló que la relación observada entre cambios en el PIB y mortalidad se acentuaba en las épocas más frías del año, lo que indica que podría haber una dependencia de la estacionalidad asociada a las propias causas de muerte”, explica Xavier Rodó, jefe del programa de Clima y Salud de ISGlobal y profesor ICREA.
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