La cumbre del clima de Katowice fue incapaz de plantear objetivos más ambiciosos en la lucha contra el cambio climático, como los solicitados por el Panel Intergubernamental de Expertos de la ONU (IPCC, en sus siglas en inglés) en el informe que le presentó, a petición de los países representados, en el que instaba a intensificar unos esfuerzos "sin precedentes"de aquí a 2030 para evitar que la temperatura media del planeta aumente más de 1,5 grados a finales de siglo, lo que tendría consecuencias dramáticas e irreversibles.
La oposición de un frente formado por solo cuatro de los cerca de doscientos países presentes en la COP24 (Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait, cuatro de los principales productores de combustibles fósiles) impidió que la cumbre adoptara estas recomendaciones e hiciera suyas las advertencias de los científicos. De poco sirvieron los esfuerzos de los mediadores designados por la ONU, la ministra española Teresa Ribera entre ellos. Ni los dramáticos llamamientos del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, alertando que no lograr un avance sería "inmoral y suicida".
Así que no lograron imponerse las posiciones en este sentido defendidas por la Coalición por una Alta Ambición Climática, que lideran la Unión Europea, Canadá, Suiza e Islandia y que incorpora hasta un centenar de estados desarrollados o, en su mayor parte, en desarrollo, muchos de ellos entre las principales víctimas del calentamiento global. Estados Unidos formó parte de ella hasta la llegada de Donald Trump. También corre peligro la permanencia del Brasil que desde enero presidirá Jair Bolsonaro.
Los científicos del IPCC han establecido de forma inequívoca que si el mundo quiere limitar el aumento de temperatura a 1,5º C, las emisiones de CO2 deberían bajar un 45% para el 2030 respecto al 2010 y reducirlas hasta acercarlas a cero hacia el 2050. Mientras la mayoría de países querían que la resolución final diera "la bienvenida" a su informe, los cuatro grandes negacionistas propusieron simplemente que la cumbre "tomara nota".
Por lo menos, y tras una maratoniana tanda de negociaciones, que obligaron a prorrogar la cumbre durante el sábado, la COP24 sí logró un acuerdo sobre la aplicación concreta de los objetivos pactados en el Acuerdo de París contra el Cambio Climático.
Un complejo documento técnico
El presidente de la COP24 y secretario de Estado del Ministerio de Medio Ambiente polaco, Michal Kurtyka, destacó que el acuerdo es consecuencia de tres años de trabajo y 200 países sentados en una misma sala, "una tarea que no ha sido fácil", hasta lograr un documento "tan concreto y técnico". "En estas circunstancias cada paso adelante es un gran logro", apostilló.
Este pacto "es un frágil equilibrio". "Tenemos que ceder para ganar. Tenemos que ser valientes para mirar al futuro y dar un nuevo paso para la Humanidad", argumentó. Además, ha destacado que este acuerdo tendrá resultados "positivos" para el mundo en su conjunto.
El documento final es el resultado de dos semanas de intensas negociaciones para pactar una normativa que desarrolle en detalle el acuerdo global que se alcanzó en la capital gala en 2015 con el que se pretende limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados y que entrará en vigor en 2020, cuando expire la vigencia del Protocolo de Kioto de 1997, primer acuerdo sobre este tema pero que planteaba solamente un 5% de reducción de emisiones respecto a 1990.
El resultado es un 'libro de reglas' de 156 páginas que especifica los criterios para que cada país informe de los progresos en los compromisos de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Brasil de Bolsonaro fue uno de los países que más obstáculos plantearon en la negociación, al tratar de incluir la no deforestación de la Amazonia (que en cambio el presidente electo defiende) como un valor a considerar en su balance de emisiones.
Sin embargo, el texto ha sido ya criticado por algunos países y grupos ecologistas que consideran que no es lo suficientemente ambicioso. "La mayoría de la normativa para el Acuerdo de París ha sido creada, algo que debemos agradecer, pero el hecho de que haya países que hayan sido incluidos a rastras y gritando demuestra que no se han concienciado de la urgente necesidad", ha argumentado Mohamed Adow, portavoz de Christian Aid.
Desde Greenpeace, su directora ejecutiva, Jennifer Morgan, valoró que “un año de desastres climáticos y una terrible advertencia de los mejores científicos del mundo debería haber conducido a mucho más aquí en Katowice. En vez de eso, los gobiernos han defraudado al mundo otra vez. Han ignorado la ciencia y, al hacerlo, han ignorado la difícil situación de las personas vulnerables".
Cabe resaltar el cambio de actitud de España en esta cumbre. A diferencia de las anteriores, en las que el Gobierno presidido por Mariano Rajoy tuvo una presencia poco activa, casi testimonial, el Ejecutivo de Pedro Sánchez se ha mostrado muy motivado en Katowice, ha apoyado al máximo las posiciones de la UE y la Coalición por una Alta Ambición y la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, fue una de las personas elegidas por el secretario general de la ONU para intentar facilitar un acuerdo final. Ribera ya había tenido destacadas actuaciones en anteriores cumbres, aunque en representación de organizaciones sociales.
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