La escasez hídrica podría haber estado detrás del declive del Imperio Romano en la Península Ibérica, ya que el final de su presencia coincidió con los tres siglos más secos y en los que apenas hubo tormentas, según un estudio sobre las lluvias mediterráneas de los últimos 2.775 años.
El artículo, realizado por investigadores de distintos centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se publica este viernes en Scientific Reports, reconstruye año a año las lluvias extremas desde el año 763 antes de Cristo hasta el año 2012 y las relaciona con la Oscilación del Mediterráneo, un patrón atmosférico a gran escala que condiciona la precipitación de este área del planeta. En la investigación han participado científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) y el Instituto de Física Química Rocasolano (IQFR).
Gracias a esta resolución anual, se ha comprobado cómo entre los años 370 y 670 la península vivió una etapa especialmente seca, con pocas lluvias a la vez que las temperaturas en Europa eran frías. Posiblemente estas condiciones climáticas tuvieran una influencia socio-económica en el declive final del Imperio Romano y el auge del período migratorio europeo.
Durante la Edad Media cuando las temperaturas fueron algo más cálidas que en la actualidad hubo una alternancia de episodios muy secos y lluvias extremas. Una mayor estabilidad hídrica ocurrió entre 1537 y 1805 coincidiendo con la bajada generalizada de las temperaturas que se produjo y que ha llevado a bautizar esta etapa como la Pequeña Edad del Hielo europea.
Comprender el cambio global
Los investigadores han logrado documentar las grandes tormentas que se produjeron en el oeste del Mediterráneo, en concreto en Lleida, gracias a los registros sedimentarios del lago Montcortés, donde los depósitos son anuales. El hecho de contar con un registro de casi tres milenios tan completo y homogéneo ha permitido a los investigadores calcular con precisión los diferentes periodos de retorno de las tormentas en el pasado.
"Gracias a las características del lago, el registro sedimentario es muy detallado por lo que podemos determinar hasta la estación del año en la que se produjeron las tormentas", explica el investigador del IQFR Juan Pablo Corella.
Con este trabajo los investigadores han logrado reconstruir fases negativas de la Oscilación del Mediterráneo durante los últimos tres milenios, un patrón climático determinado por el gradiente de presión entre el este y el oeste del Mediterráneo y que controla las lluvias en el sur de Europa. Así, cuando ésta es negativa llueve más en la Península Ibérica.
"Este detallado registro paleoclimático del oeste mediterráneo nos muestra que las etapas secas de varias décadas a siglos de duración con menos episodios tormentosos han sido una tónica bastante habitual durante los últimos 3000 años del Holoceno", apunta el investigador del MNCN Gerardo Benito."Los datos obtenidos nos pueden ayudar a comprender el comportamiento del clima ante el cambio global", añade.