"Encontramos una clara señal urbana de cambio fenotípico y una mayor alteración en los sistemas urbanizados en comparación con los sistemas naturales y antropogénicos no urbanos o creados por el hombre", explica la autora principal del trabajo, Marina Alberti, profesora de Diseño y Planificación Urbana y directora del Laboratorio de Ecología Urbana en la Universidad de Washington.
A su juicio, los hallazgos abren nuevas oportunidades para avanzar en la comprensión del papel de los humanos en la evolución de la Tierra. "Al vincular explícitamente el desarrollo urbano con los rasgos hereditarios que afectan a la función de los ecosistemas, podemos comenzar a trazar las implicaciones de los cambios en los rasgos inducidos por el ser humano para el desarrollo ecológico y el bienestar humano", añade esta experta, cuyo trabajo se publicó el pasado lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Nuevos desafíos
La rápida urbanización, según los investigadores, plantea nuevos retos para las especies, algunas de las cuales se adaptarán o se reubicarán mientras que otras se extinguirán. Con este estudio, trataron de averiguar si podrían detectarse los signos del cambio causado por el ser humano entre las especies de los ecosistemas urbanos de todo el mundo y hasta qué punto los seres humanos y las ciudades y sociedades podían acelerar estos cambios.
Para ello, los científicos analizaron 1.600 observaciones de cambio fenotípico a través de múltiples regiones y ecosistemas en todo el mundo, en una base de datos georreferenciada, buscando discriminar entre señales humanas y líneas de base naturales y factores no urbanos.
También evaluaron el impacto relativo de varias "perturbaciones urbanas" causadas por el ser humano, como la acidificación y contaminación de los hábitats de los lagos, la reubicación de animales, el calor y los vertidos asociados con plantas de energía, la cosecha a largo plazo de ciertas plantas medicinales e, incluso, los aparentes efectos del calentamiento global en los patrones reproductivos de las aves.
Estos expertos proponen que la "evolución contemporánea impulsada por la urbanización" afectará a la sostenibilidad desde el nivel de ecosistema urbano hasta la escala planetaria. "El significado de estos cambios es que afectan al funcionamiento de los ecosistemas ─dice Alberti─. Pueden inhibir la capacidad de las semillas de dispersarse, causar exposición a enfermedades infecciosas o incluso cambiar los patrones migratorios de algunas especies".
Algunos ejemplos de los efectos de la urbanización son: el calentamiento global causado por el hombre está provocando que el inicio estacional de la reproducción ocurra más temprano en 65 especies de aves migratorias en Europa Occidental y el uso de torres de transmisión galvanizadas crea "nuevos hábitats" caracterizados por una alta tolerancia al zinc en múltiples especies vegetales.
La investigación, según Alberti, pone de manifiesto la necesidad de una nueva colaboración entre los expertos para entender mejor cómo los seres humanos pueden afectar a los procesos evolutivos y aportar información a la hora de diseñar estrategias de conservación para dirigir tales cambios hacia un futuro deseable.