En declaraciones a Europa Press, el responsable de Energía de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, ha indicado que la aprobación de esta medida implica "un gran paso". Sin embargo, a pesar de que asevera que es "una gran noticia", cree que en una vivienda la iluminación es un factor "pequeño" de consumo porque hay otros aparatos "más contaminantes" como grandes electrodomésticos o contar con varios televisores. "Si coges la factura total de una casa, contamina más la lavadora o la calefacción que una bombilla", afirma.
Por ello, el responsable ecologista ha apuntado que una medida alternativa pasa por contar con dispositivos generadores de fuentes renovables en cada casa, como paneles solares "para reducir el impacto energético y el cambio climático".
Por su parte, el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona Xavier Perpiñà, considera que los principales beneficios de este cambio están en el consumo y en el tiempo de vida.
Así, ha explicado a Europa Press que aunque el funcionamiento no es muy distinto a las incandescentes, el tipo de material que utilizan las LED es diferente, ya que tienen un gas halógeno en su interior, principalmente yodo o bromo, que permite que el desgaste del filamento sea mucho menor.
También ha destacado el tiempo de vida, mayor que en el de las incandescentes, pero recuerda que todas ellas, independientemente de su tipo, generan residuos y que precisamente es por todo ello que la Unión Europea las prohíbe, por su consumo más elevado y los abundantes residuos que generan.
Entre las ventajas, se ha referido también a que contribuirán a un menor consumo energético, a aumentar el uso más eficiente de la energía y a reducir la generación de residuos.
Por el contrario, ha recordado que estas nuevas lámparas tienen un coste más elevado y que su proceso de reciclaje también conlleva un gasto que no se recupera en su totalidad. Si bien no cree que el contenido que tiene de bromo o yodo sea lo suficientemente significativo como para contaminar en caso de una gestión inadecuada, no descarta que pudieran tener un impacto sobre el ozono.
La nueva normativa afecta a las bombillas halógenas clásicas que generalmente están hechas de cristal, emiten luz omnidireccional y tienen casquillo E27 ó E14, así como algunas bombillas no direccionales con casquillos G4 y GY6.35. No obstante, los distribuidores podrán vender los stocks almacenados hasta fin de existencias.
Según un estudio realizado por el fabricante de LED Ledvance, uno de cada dos consumidores en Europa desconoce esta prohibición y el 67 por ciento ignora cuáles son sus consecuencias. De hecho, hasta un tercio de los encuestados todavía incluye en sus listas de la compra viejas tecnologías de iluminación como bombillas halógenas (un 29 por ciento) o bombillas incandescentes (un 27 por ciento).
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