En los lugares donde los humanos usan las praderas de manera más intensa, no sólo la diversidad de especies disminuye, sino que el paisaje también se vuelve más monótono y, en última instancia, sólo quedan las mismas especies en todas partes, lo que hace que la naturaleza ya no pueda proporcionar sus "servicios", que van desde la formación del suelo, pasando por la producción de alimentos hasta el control de plagas.
Ésta es una de las principales conclusiones de un equipo de 300 investigadores dirigido por la Universidad Técnica de Múnich (TUM, por sus siglas en inglés), en Alemania, los cuales estudiaron por primera vez las consecuencias de la intensificación del uso de la tierra entre los diferentes grupos de especies a nivel del paisaje.
Normalmente, cada prado es diferente y distintas especies encuentran un hábitat adecuado en alguna parte. El uso intensivo del suelo por parte de los humanos s conduce a un menor número de comunidades vegetales distintas en los pastizales, lo que puede, por tanto, sustentar cada vez menos especies. Éste es el catalizador de la creciente pérdida de especies.
En estudios previos, sólo se analizaron grupos individuales de especies, como aves, en un hábitat particular y en un área determinada. Pero ¿podría la pérdida local de especies tener un efecto mucho mayor si se analizara en una escala espacial más amplia y vista en el contexto de la diversidad completa de la vida, desde los organismos unicelulares a los vertebrados?
Para su estudio publicado en Nature, los científicos analizaron y evaluaron un conjunto de datos único con esa pregunta en mente. Su trabajo proporcionó evidencia estadística de que el uso intensificado hizo que todos los pastizales se volvieran homogéneos y sólo pudieran proporcionar hábitats para unas pocas especies, lo que resultó ser así en todas las regiones. Los datos con los que trabajaron proceden de 150 áreas de pastizales a partir de 2008.
Un procedimiento estadístico innovador
Las áreas de investigación, cuyos datos se utilizaron en el estudio, incluyen la Reserva de la Biosfera de la UNESCO el Jura de Suabia, el Parque Nacional de Hainich y sus alrededores y la Reserva de la Biosfera Schorfheide-Chorin. Las tres regiones difieren en términos de clima, geología y topografía, pero son cultivadas por los agricultores de una manera típica de Europa.
Se analizaron más de 4.000 especies mediante un procedimiento estadístico innovador, que permite seguir los efectos no lineales de la disimilitud de las comunidades de especies entre las áreas de pastizales a lo largo de un gradiente continuo de uso de la tierra (corte de pasto, fertilización y pastoreo). También se incluyeron datos de organismos del suelo, como bacterias, hongos y milpiés.
"Por primera vez, investigamos todos los grupos de especies a lo largo de la cadena alimentaria en praderas con diferentes formas de uso de la tierra en una variedad de regiones", destaca el autor principal del estudio, Martin M. Gossner, que ahora está trabajando en el Instituto Federal de Investigaciones Suizas WSL.
Se subdividieron las especies en 12 grupos según su posición en la cadena alimentaria y si vivían por encima o por debajo del suelo. Por ejemplo, un grupo de especies subterráneas es el de los productores primarios, que comprende principalmente plantas; y otros grupos incluyen herbívoros y polinizadores de plantas, así como sus depredadores.
Bienestar humano
Los hallazgos mostraron que no importaba si las áreas eran utilizadas moderada o intensamente por los humanos. Por ejemplo, se hizo una distinción entre las áreas donde la hierba fue cortada dos o cuatro veces al año. "De acuerdo con nuestras observaciones, la homogeneización de las especies no progresa proporcionalmente a la intensidad de uso, sino que incluso un manejo moderado de los pastizales hace que las comunidades interregionales se reduzcan a lo mismo y sean menos exigentes ─apunta Gossner─. Un aumento adicional en la intensidad de uso simplemente no tiene un efecto comparativamente grande".
Un ejemplo de una especie de alto mantenimiento es la asnillo (Ononis repens), una planta huésped para el insecto Macrotylus paykulli, que se alimenta de su savia, u ocasionalmente también de los insectos que se pegan a los pelos glandulares de Ononis repens. Si la planta se vuelve cada vez más rara por el cultivo de especies de pasto común con un alto valor de forraje, Macrotylus paykulli ya no tiene un hábitat adecuado, y en última instancia ambos se extinguen.
Esto significa que incluso una ligera intensificación en el uso de pastizales y praderas hace imposible la supervivencia de muchas especies de flora y fauna como el la asnillo y Macrotylus paykulli, dejando sólo especies que no tienen requisitos específicos en cuanto a plantas hospedantes o condiciones ambientales abióticas. Este efecto se denomina homogeneización biótica.
"La siega más intensiva es la principal causa de la homogeneización biótica", explica uno de los autores del trabajo, el profesor Eric Allan, de la Universidad de Berna, en Suiza. Y Grossner añade: "Lo que es nuevo aquí es el hallazgo de que la homogeneización de especies tiene lugar a través de paisajes, reduciendo así la diversidad de especies a nivel regional y nacional; lo cual es probablemente una consecuencia más significativa de la intensificación del uso de la tierra que sólo la pérdida local de especies".
Por lo tanto, las áreas de pastizales que son cultivadas ampliamente por los seres humanos son esenciales para proteger la diversidad de especies, ya que la disminución en la diversidad de especies también resulta en menos interacciones entre especies individuales. "Las interacciones entre las plantas y sus consumidores se debilitan cada vez más por el uso agrícola intensivo ─dice Gossner─ lo que en última instancia hace que los procesos en el ecosistema cambien y cambien".
Sólo cuando el mayor número posible de especies es capaz de encontrar los hábitats únicos que requieren en grandes áreas, pueden permanecer intactos los "servicios ecosistémicos", los que mejoran el bienestar humano, según Grossner. Los "servicios de la naturaleza" ayudan a aumentar la producción de alimentos mejorando la formación del suelo, por ejemplo, pero también echan una mano a la hora de controlar las plagas.