La fuerza gravitacional de un agujero negro puede ser aprovechada por una gran nave espacial del futuro para alcanzar velocidades increíbles, suficientemente rápidas para los viajes interestelares.
Es la hipótesis del profesor David Kipping, responsable del laboratorio Cool Worlds de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), expuesta en un artículo publicado en arXiv, en el que aborda una solución al desafío que supone la gran cantidad de tiempo y energía que se necesitaría para enviar una nave espacial en una misión para explorar más allá de nuestro Sistema Solar.
"El viaje interestelar es una de las hazañas técnicas más desafiantes que podemos concebir. Si bien podemos prever la deriva entre las estrellas a lo largo de millones de años, lo que es legítimamente un viaje interestelar, para lograr viajes en escalas de tiempo de siglos o menos, se requiere una propulsión relativista", declaró Kipping a Universe Today.
La propulsión relativista (o la aceleración a una fracción de la velocidad de la luz) es muy costosa en términos de energía. Las naves espaciales existentes simplemente no tienen la capacidad de combustible para poder llegar a ese tipo de velocidades.
Para esto, Kipping sugiere una versión modificada de lo que se conoce como Honda Dyson, una idea propuesta por el venerado físico teórico Freeman Dyson (la mente detrás de la Esfera Dyson). En su libro de 1963, Interstellar Communications, Dyson describió cómo las naves espaciales podían colocarse alrededor de estrellas binarias compactas, como una piedra en una honda, para salir disparadas y recibir un aumento significativo en la velocidad.
Como describió Dyson, una nave que se enviase a un sistema binario compacto (dos estrellas de neutrones que se orbitan entre sí) allí realizaría una maniobra de asistencia por gravedad. Esto consistiría en que la nave espacial tome la velocidad de la gravedad intensa del binario (agregando el equivalente a dos veces su velocidad de rotación) antes de ser expulsada del sistema.
100 millones solo en la Vía Láctea
Ampliando esto, Kipping considera cómo los agujeros negros, especialmente los que se encuentran en pares binarios, podrían constituir fuentes de disparos gravitacionales aún más poderosos.
Esta propuesta se basa en parte en el éxito reciente del Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferómetro Láser (LIGO), que ha captado múltiples señales de ondas gravitacionales desde que se detectó la primera en 2016. Según estimaciones recientes basadas en estas detecciones, podría haber como 100 millones de agujeros negros solo en nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Donde se producen los binarios, existe una increíble cantidad de energía de rotación, que es el resultado de su giro y la forma en que rápidamente se orbitan entre sí. Además, como señala Kipping, los agujeros negros también pueden actuar como un espejo gravitacional, donde los fotones dirigidos hacia el borde del horizonte de sucesos se doblarán y regresarán directamente a la fuente.
Pero, por supuesto, el concepto viene con innumerables desafíos y más que algunas desventajas. Además de construir naves espaciales que podrían lanzarse alrededor del horizonte de sucesos de un agujero negro, también existe la tremenda precisión necesaria; de lo contrario, la nave y la tripulación podrían terminar siendo destruidas en las fauces del agujero negro. Además de eso, existe la nada simple cuestión de cómo llegar a uno.