En dos de los primeros estudios a gran escala realizados hasta la fecha en el campo, investigadores de Europa y Canadá confirman las hipótesis acerca de los neonicotinoides: que la exposición prolongada a estos insecticidas afecta negativamente a las abejas. Sus resultados revelan que el ambiente y las especies locales influyen en el impacto de estos insecticidas ampliamente utilizados, pero que, en última instancia, sus efectos son en gran medida negativos, incluyendo la reducción del éxito reproductivo y la supervivencia.
En la década de 1990, la investigación sobre la salud de la población de abejas comenzó a sugerir que los neonicotinoides –aplicados ampliamente a los principales cultivos– estaban dañando estas especies polinizadoras. Sin embargo, determinar cómo y por cuánto tiempo ha generado resultados mixtos. En parte porque ha sido difícil evaluar los impactos de otras amenazas a que las abejas están expuestas, como es el cambio climático.
Además, algunos han sugerido en estudios previos que las abejas han sido expuestas a dosis más altas de pesticidas que las que se encuentran en el campo. En el primero de los dos estudios diseñados para proporcionar una imagen más clara de los efectos específicos de los neonicotinoides, Ben Woodcock, del Centro de Ecología e Hidrología del Natura Environment Research Council, en Reino Unido, y sus colegas realizaron "tal vez el experimento de campo más ambicioso de los efectos neonicotinoides” realizado hasta la fecha, según explica el profesor Jeremy Kerr, del Departamento de Biología de Ottawa, en Canadá.
Menor éxito reproductivo
Trabajando cerca de cultivos de colza de semillas oleaginosas tratados con neonicotinoides en Alemania, Hungría y Reino Unido, recopilaron datos sobre los impactos de tres especies de abejas, y encontraron que los químicos contribuyeron negativamente a los declives locales en cada caso, aunque exclusivamente dependiendo del contexto ambiental.
Por ejemplo, la exposición a los cultivos tratados redujo el éxito durante el invierno de las colonias de abejas melíferas en Hungría y en Reino Unido, pero no en Alemania. Sin embargo, en los tres países, el aumento del residuo de neonicotinoides en los nidos de abejas se asoció con un menor éxito reproductivo.
En un segundo estudio, el equipo de Nadejda Tsvetkov, de la York University de Toronto en Canadá, que trabajaban en una zona comercial de cultivo de maíz trataron de aislar los impactos específicos de los neonicotinoides de otras amenazas agrícolas de alta intensidad. Encontraron que las abejas obreras expuestas a neonicotinoides –que a menudo provenían de polen contaminado con neonicotinoides de plantas cercanas y no del cultivo tratado– exhibían una expectativa de vida inferior y sus colonias tenían más probabilidades de perder las reinas.
Tsvetkov y sus colegas también observaron que los neonicotinoides eran particularmente potentes cuando se mezclaban con un fungicida común, lo que sugiere que las abejas cerca de los campos de maíz tratados con neonicotinoides y otros agroquímicos se enfrentan a mayores riesgos. En conjunto, los dos análisis muestran que "los impactos neonicotinoides en las especies de abejas incluyen complejas combinaciones de efectos letales, subletales e interactivos", resume Kerr.
Piden a la UE que tome nota
Greenpeace urge a la Comisión Europea a tomar nota del estudio publicado por la revista Science que concluye que la exposición de las abejas a los neonicotinoides afecta de manera negativa a su reproducción y a su supervivencia y vote en rechace la autorización de estos insecticidas en la próxima reunión del Comité Permanente que se celebrará entre el 19 y 20 de julio.
El estudio, el primero paneuropeo sobre los efectos de la exposición prolongada a estas sustancias y a sus residuos que permanecen en el campo sobre las abejas, ha sido financiado por Bayer y Syngenta.
En concreto, se ha evaluado los impactos de los insecticidas neonicotinoides clotianidina y tiametoxam sobre las abejas melíferas y las abejas silvestres y confirma que estas sustancias químicas perjudican a estas especies.
El científico de los laboratorios de investigación de Greenpeace de la Universidad de Exeter, David Santillo, ha destacado que el nuevo estudio confirma que los efectos adversos sobre las abejas a nivel individual y de colonia encontrados en estudios de laboratorio a dosis altas también se observan en los campos. "Se demuestra que las alegaciones de la industria de que los neonicotinoides no perjudican a las abejas cuando son utilizados en el campo en concentraciones relevantes son infundadas", ha asegurado.
Además, el responsable de agricultura de Greenpeace España, Luis Ferreirim, considera que posicionarse a favor de una prohibición total de estos insecticidas "es ahora incuestionable".
En este contexto, insiste en que las abejas son "un pilar vital para los ecosistemas y la cadena alimentaria". "No podemos permitirnos correr riesgos respecto a su bienestar", ha añadido Luis Ferreirim.