Dos ecólogos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) de Cataluña han alertado de que los pesticidas, y en concreto los neonicotinoides, son perjudiciales para las abejas y son una "causa directa" de la disminución de poblaciones de abejas, por lo que han urgido a promover la agricultura ecológica y a prohibir estos compuestos.
Se trata de Jordi Bosch y Anselm Rodrigo –también profesor de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB)– que han defendido que hay "pruebas suficientes" para demostrar este efecto perjudicial de los neonicotinoides, ha explicado el Creaf en un comunicado este martes.
En los campos de cultivo, estos insectos encuentran un cóctel de productos que actúan simultáneamente: "No sólo se trata de la intoxicación por insecticidas. La agricultura intensiva se sirve también de fungicidas y otros tratamientos. De hecho, algunos de los que se anuncian como inocuos para las abejas, en combinación con otros productos químicos pasan a ser peligrosos", ha destacado Rodrigo.
En un estudio reciente, Bosch y otros investigadores de Italia y Polonia, analizaron el efecto del fungicida propiconazol y el neonicotinode clotianidina en dosis bajas (no letales), como las que experimentan las abejas en el campo, "para encontrar un resultado realista de cómo les afectan los productos químicos".
Compararon el efecto que produce en la abeja de la miel (Apis melifera), el abejorro (Bombus terrestris) y una especie de abeja silvestre (Osmia bicornis), y los resultados mostraron que los dos productos por separado no son tóxicos, "pero cuando la abeja los ingiere a ambos se produce una mortalidad muy significativa. De las tres especies, la más perjudicada es la abeja silvestre".
Rodrigo ha añadido que los efectos van más allá de la mortalidad de las abejas, con consecuencias previas a la muerte como el aturdimiento y los cambios de comportamiento, afectando a su orientación, con lo que algunas se pierden y no vuelven a la colmena, y necesitan más tiempo para buscar flores, con lo que son menos productivas.
Esto podría explicar, entre otros motivos, por qué muchos apicultores se encuentran las colmenas cada vez más vacías, un fenómeno que se conoce como "síndrome del despoblamiento de la colmena".
Implicaciones a gran escala
La muerte de las abejas tiene implicaciones a gran escala: se pierde biodiversidad, se desfavorece una pieza clave de los ecosistemas y sus redes alimentarias, y disminuye la polinización de los campos de cultivo.
Han añadido que los neonicotinoides permanecen en el suelo y pueden llegar a acuíferos y al aire, a través del polvo que levantan los tractores, a la vez que podría suponer un problema para la salud humana: "El futuro pasa por cambiar la agricultura intensiva y el monocultivo por una agricultura cada vez más ecológica y basada en los servicios ecosistémicos" han concluido.
En España
Bosch ha destacado que las abejas silvestres son las que están sufriendo "un fuerte declive", y ha añadido que es un error común hablar solo de las abejas de la miel cuando se aborda este tema, y a pesar de que las colmenas de abeja melífera ha disminuido en algunos países, no se puede decir que esté en peligro de extinción si se estudia la especie a nivel global.
En España, en concreto, la proporción entre abejas silvestres y la abeja de la miel es 1000 a 1, por lo que hay que estudiarla, pero no de forma aislada, "porque las otras especies también intervienen en la polinización y la producción de los campos, y también se ven afectadas por los insecticidas".
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