Los primeros análisis realizados con plasma de personas expuestas al SARS-CoV-2 y con anticuerpos neutralizantes contra el virus sugieren que casi la mitad de las personas que han sufrido la infección de manera leve o asintomática tienen un nivel muy bajo de dichos anticuerpos.
Por ello, los expertos subrayan la necesidad de que todo el mundo mantenga las medidas de higiene y distanciamiento social, ya que la presencia de estos anticuerpos podría no garantizar la inmunidad ante el coronavirus. Sin embargo, esta tendencia se revierte en las personas que han sufrido la enfermedad de manera grave, que presentan hasta 10 veces más anticuerpos que los individuos con infección leve.
Son los datos preliminares del consorcio formado por el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, el Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA) y el Barcelona Supercomputing Center (BSC), con el apoyo de la farmacéutica Grifols.
Hasta el momento, los científicos han analizado en los laboratorios de alto nivel de bioseguridad del CReSA los datos de un conjunto de 111 muestras de plasma de personas que han generado anticuerpos contra el SARS-CoV-2 y que experimentaron diferentes grados de gravedad de la enfermedad.
Según los resultados, un 44% de los 29 individuos que sufrieron infección leve tienen actualmente niveles de anticuerpos por debajo del límite de detección fiable. De ellos, la mitad no presentan ninguna actividad neutralizante, por lo que resultan indistinguibles de los controles no infectados. En cambio, el 56% restante ha generado anticuerpos por encima del umbral de detección.
“Habrá que estudiar el porqué de estas diferencias, pero mientras tanto dar positivo en un test no asegura inmunidad frente al virus”, advierte Julià Blanco, investigador de IrsiCaixa y el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol, que lidera el proyecto de una vacuna contra el SARS-CoV-2.
Diez días para generar respuesta inmunitaria
Las personas que fueron hospitalizadas generaron la respuesta aproximadamente 10 días después de la aparición de síntomas y desarrollaron unas 10 veces más anticuerpos neutralizantes que las que tuvieron una evolución clínica leve.
“Probablemente esto se debe a que su sistema inmunitario ha sido expuesto a una cantidad más elevada de virus y esto ha hecho que reaccione de una manera más potente”, indica Blanco.
Así, los autores alertan de que la presencia de anticuerpos por sí misma podría no garantizar la inmunidad ante una segunda infección, y subrayan la necesidad de que todo el mundo mantenga las medidas de precaución básicas: higiene de manos, uso de mascarillas y distanciamiento social.
Los investigadores también apuntan que, en el caso de las personas que pasaron la infección de una manera leve, la falta de anticuerpos podría sugerir que otros factores inmunológicos han conseguido controlar la replicación del virus.
En primer lugar, la inmunidad innata –la respuesta inmunitaria genérica–, no específica contra un patógeno concreto y que no es a largo plazo. Y en segundo lugar, la inmunidad celular, aquella ejercida por los linfocitos T y que puede destruir los patógenos residentes dentro de células, donde no llegan los anticuerpos.
“Todo esto se debe continuar estudiando”, advierte Bonaventura Clotet, director de IrsiCaixa. “Pero aunque se demuestre que la contención de la primera infección fue gracias a estos factores, no sabemos si serán igual de eficaces en el caso de una segunda exposición al virus”, concluye.
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