El paso adelante de Estados Unidos ( EE UU) con envío de bombas de racimo a Ucrania trae de nuevo a la actualidad la peligrosidad y los graves estragos que causa este tipo de arma, cuyo uso está prohibido por más de 100 países.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, justificó la decisión de enviar este tipo de armas a Ucrania, la semana pasada, con el objetivo de proporcionar una munición a Ucrania para la guerra, ya que el país se estaría quedando sin ellas. Esta decisión ha desatado la dura condena de múltiples activistas, organizaciones y gobiernos de otros países, que han expresado su rechazo a este suministro de armas.
Según el director del Estado Mayor Conjunto para Operaciones, Douglas Sims, durante una rueda de prensa de este jueves, ha asegurado que ya "hay municiones de racimo en Ucrania en este momento”
Distintas fuentes apuntan a que Ucrania ya habría recibido parte de la munición racimo estadounidense, tal como ha confirmado el Pentagono hace escasas horas para la cadena estadounidenses CNN. El director del Estado Mayor Conjunto para Operaciones, Douglas Sims, durante una rueda de prensa de este jueves ha asegurado que ya "hay municiones de racimo en Ucrania en este momento”.
Envío de armas a Ucrania
Anteriormente ya se había denunciado el uso de estas bombas de racimo por parte de Rusia contra la población ucraniana, excusa que también han utilizado los estadounidenses para justificar su envío. Ninguno de los tres países implicados (Ucrania, EE UU o Rusia) han firmado tratado alguno que les impidiera usar este tipo de armamento, y EE UU tendría un gran arsenal de este tipo de munición almacenado, lo que facilitaría su rápido suministro al frente de Ucrania.
Los ucranianos han afirmado que realizarían trabajos de desminado tras el conflicto para evitar posibles daños a civiles, ya que los ataques con las bombas de racimo se realizarían sobre su propio territorio contra las posiciones rusas. Pero estas afirmaciones no han impedido que se muestren en contra de su uso importantes países de la OTAN como España, Reino Unido o Canadá.
Funcionamiento y efectos de las bombas racimo
Las bombas de racimo están formadas por un gran contenedor que aloja en su interior multitud de pequeñas submuniciones que viajan dentro de él hasta que se abre antes de llegar a tierra. En ese momento el contenedor dispersa estas múltiples submuniciones por un área de gran extensión, permitiendo causar daños en un gran radio de acción
Las municiones que caen contra el suelo pueden detonarse, causando daños al objetivo deseado; desviarse de su objetivo y caer explotando en zonas distintas de las previstas; o bien aterrizar en el suelo sin detonarse, permaneciendo como una trampa a posteriori, especialmente si caen contra un suelo húmedo o blando que amortigua su aterrizaje.
Este tipo de municiones tienen un importante índice de fallo que supone que extensas superficies puedan quedar contaminadas con estos explosivos letales sin detonar, incluso décadas después de haber acabado el conflicto que provocó su lanzamiento.
Una trampa para la población civil
Cuando quedan en el suelo sin detonar, este tipo de artefactos explosivos son una trampa para la población civil.
Las niñas y niños pueden sufrir graves heridas o morir al manipular esos artefactos que encuentran en el suelo y que, en ocasiones, pueden parecerse a pequeños juguetes o aparatos desconocidos que llaman su atención por se llamativos
Las niñas y niños pueden sufrir graves heridas o morir al manipular esos artefactos que encuentran en el suelo y que, en ocasiones, pueden parecerse a pequeños juguetes o aparatos desconocidos que llaman su atención por se llamativos.
En todo caso esas zonas bombardeadas quedan invalidadas para su uso, siendo abandonadas sin poder ser utilizadas para la agricultura o cualquier otro fin por el grave riesgo de explosión que conllevan y el alto coste que implica la desactivación de ese material explosivo tan disperso.
Las bombas racimo: prohibidas por más de 100 países
Las bombas de racimo se utilizaron por primera vez en la Segunda Guerra Mundial y posteriormente se han usado en otros múltiples conflictos como Afganistán, Kosovo, Líbano, Laos, Sudán o Sáhara Occidental. Por su peligrosidad y dramáticos efectos sobre la población civil, este tipo de munición esta prohibida por múltiples acuerdos internacionales firmados por más de un centenar de países, como el Convención sobre Municiones en Racimo de 2008, recogido por la Organización de Naciones Unidas.
Las bombas de racimo se consideran un arma de efectos indiscriminados por la falta de control sobre sus consecuencias finales y por la posibilidad de herir a civiles, tanto en el instante de su lanzamiento como en momentos o incluso años posteriores.
Convención sobre Municiones de Racimo, entró en vigor en agosto de 2010 y ha sido ratificado por más de un centenar de Estados, entre los que se encuentran más de dos tercios de los países de la OTAN y algunos integrantes muy importantes de la misma como Francia, Reino Unido, Canadá, Italia o España
La Convención sobre Municiones de Racimo se adoptó en Dublín en mayo de 2008, siendo firmada en Oslo en diciembre del mismo año, tal como recoge la Organización de Naciones Unidas. El acuerdo entró en vigor en agosto de 2010 y ha sido ratificado por más de un centenar de Estados, entre los que se encuentran más de dos tercios de los países de la OTAN y algunos integrantes muy importantes de la misma como Francia, Reino Unido, Canadá, Italia o España.
Por el contrario, siguen sin adherirse a este tratado importantes potencias militares mundiales. Ninguna de los tres países afectados en este último caso están adheridos al tratado (EE UU, Ucrania y Rusia); pero hay también otros países de gran músculo militar que siguen al margen de la prohibición de las bombas de racimo, que siguen estando permitidas en potencias como Israel, Bielorrusia, Grecia, Turquía, Corea del Norte, Corea del Sur, Pakistán o India.