El 7 de agosto tuvo lugar la ceremonia de posesión del nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro. Petro, que en su juventud militó en el M-19 (una guerrilla urbana que se desmovilizó a finales de la década de los ochenta del siglo pasado), llega a la Casa de Nariño después de una trayectoria política que lo convirtió, desde el Congreso y la alcaldía de Bogotá (2012-2015), en la principal figura opositora del conservador Álvaro Uribe y su proyecto político.
Durante años, Petro soportó el rechazo mediático y electoral por ser un político de izquierda y el principal opositor de Uribe en Colombia, un país donde el discurso político intentó relacionar a la izquierda con las guerrillas y con el régimen chavista de la vecina Venezuela. Pero, finalmente, Petro ha logrado canalizar el descontento y el desgaste que existe en la ciudadanía luego de una muy poco popular gestión de Iván Duque, última figura del legado de Uribe en el sistema político colombiano.
Este descontento con el Gobierno de Duque y sus propuestas de reforma se manifestó desde muy pronto a través de multitudinarias protestas, a la manera de las sucedidas en Chile, Ecuador y Panamá.
Propuestas y retos
Entre los elementos que más destacan del programa de Petro están los siguientes:
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La mención de fortalecer los antiguos acuerdos de paz y construir nuevos acuerdos con otras organizaciones armadas.
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El propósito de reducir la pobreza y la desigualdad.
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El interés por atender al desafío del cambio climático a través de la apuesta por las energías renovables.
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La inclusión en la agenda internacional de la discusión sobre la guerra contra las drogas, su coste y el poco éxito alcanzado.
El principal reto al que se enfrenta el nuevo mandatario es cómo asumir políticamente el coste de la diferencia entre lo prometido en campaña y lo posible en medio de la situación económica mundial.
La composición de su Gabinete habla de esa tensión entre aquello que se espera y aquello que la gestión permite. Así, mientras que para el cargo de ministra de Trabajo ha sido nombrada Gloria Inés Ramírez, militante sindical de vieja data y representante de las visiones más ortodoxas de la izquierda, al frente del ministerio de Hacienda está José Antonio Ocampo, reconocido economista que fue director de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y secretario del Departamento de Asuntos Sociales y Económicos de la ONU.
Alineamiento regional
Es imposible no ver la llegada al poder de Petro como uno más de los movimientos del eterno ajedrez que se juega a nivel regional entre gobiernos que se reconocen como de izquierda o de derecha.
A comienzos del siglo XXI América Latina vivió un ciclo político marcado por la llegada al poder de partidos políticos de izquierda. Estos gobiernos, que coincidieron en el tiempo con un boom económico gracias a la subida de precios de las commodities, lograron consolidarse y hacer crecer sus apoyos electorales. En algunos casos, realizaron además cambios constitucionales que les permitieron mantenerse por periodos consecutivos.
Sin embargo, a mediados de la década pasada sobrevino el desgaste político de estos gobiernos y la victoria electoral de varios partidos de derecha. Entre las razones de este cambio están el desplome de los precios de las materias primas, y sus correspondientes repercusiones económicas en la región, y también los crecientes escándalos de corrupción. Algunos analistas hablaron entonces del comienzo de un nuevo ciclo económico y político más escorado a la derecha.
La vuelta del peronismo a Argentina con Alberto Fernández y Cristina Kirchner en 2019, la victoria de Andrés Manuel López Obrador en México en 2018, la llegada al poder de Gabriel Boric en Chile (marzo de 2022), el posible regreso de Lula da Silva a la presidencia de Brasil en las elecciones de octubre de este año y el triunfo de Petro en Colombia hacen pensar que se está volviendo a mover el péndulo ideológico de la región.
En el pasado, Petro dio muestras de ser afín a este bloque de izquierdas regional. Como congresista fue cercano al Gobierno de Chávez, pero luego se distanció del régimen venezolano. Su programa y discurso alude a cuestiones similares a las abordadas por Rafael Correa en Ecuador y López Obrador en México. Pero esto no debería ser una sorpresa.
El proyecto de gobierno del nuevo presidente de Colombia también es un proyecto de izquierda y los países de la región enfrentan los mismos desafíos y problemas, resultado de un orden económico y social basado en la desigualdad y de un sistema político con poca capacidad de representación.
Sergio Ernesto García Rendón, Investigador principal, CIEPS Panamá, CIEPS - Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales, AIP