Hasta 41.909 palestinos han sido asesinados, la mayoria mujeres y niños, y 97.303 personas han resultado heridos en el año que ha pasado desde el comienzo de la guerra en Gaza.

Sumario

 

Desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023, Israel ha bombardeado sistemáticamente toda la geografía de la Franja y ha sumido a la población civil en una situación de total alarma humanitaria.

 

Mapa de la situación de la ofensiva de Israel en Gaza

 

Mapa de un año de guerra entre Israel y Palestina / Imagen: EA

A pesar de las múltiples rondas de conversaciones para buscar una tregua estable, la situación parece más próxima a un conflicto de tipo regional tras el aumento de la tensión israelí con Irán y los duros enfrentamientos mantenidos durante el último mes con la milicia libanesa de Hezbolá.

 

El inicio del conflicto

 

Las 06.30 horas de la mañana del 7 de octubre de 2023 están consideradas como el inicio del conflicto gazatí, cuando varios grupos palestinos coordinados por Hamás lanzaron un ataque masivo contra asentamientos fronterizos de Israel. La ofensiva coordinada dejó más de 1.200 muertos, decenas de miles de heridos y unos 250 secuestrados.

La matanza indiscriminada, denominada operación Inundación de Al Aqsa, alcanzó al menos una veintena de enclaves, entre los cuales resultaron más afectados el kibutz de Beeri y el festival de música Supernova. La operación tuvo la cobertura de miles de lanzamientos de cohetes, tanto desde la Franja de Gaza como, al día siguiente, por las milicias de Hezbolá desde el Líbano.

La respuesta de Israel no pudo ser más contundente. Ese mismo día declaró el estado de guerra por primera vez desde la guerra árabe-israelí de 1973 y movilizó a más de 300.000 reservistas para lanzar una operación militar sin precedentes.

 

De la invasión terrestre a la tregua

 

Israel enseguida comenzó una campaña de bombardeos masivos contra Gaza en la que golpeó todo tipo de objetivos de la Franja. En esta primera fase fue especialmente golpeada la capital gazatí. Entre los bombardeos más duros estuvo el ataque contra el hospital Al Ahli, en el que murieron unas 500 personas.

Tras la primera fase de castigo, la guerra entró enseguida en una nueva fase cuando Israel comenzó la invasión terrestre el 27 de octubre. El éxodo de la población civil se multiplicó, con al menos un millón de personas desplazadas hacia el sur de la Franja, hasta ese momento menos afectada por los bombardeos. La ciudad de Gaza era el centro de una ofensiva personificada en el asedio del hospital Al Shifa, el mayor centro de la Franja, que Israel alegaba como centro de mando de Hamás.

Pero enseguida el conflicto tuvo ramificaciones regionales cuando los hutíes de Yemen, aliados de Irán, secuestraron un barco relacionado con Israel. Se cumplía la promesa de los rebeldes hutíes de atacar a los barcos en el mar Rojo, decisión que ha abierto un nuevo foco de inestabilidad en una zona clave para el tráfico marítimo mundial.

En medio de estas ofensivas se alcanzó la única tregua efectiva, un alto el fuego de siete días declarado el 24 de noviembre. Durante esa semana hubo un intercambio de presos palestinos por civiles secuestrados por Hamás, pero pronto las buenas intenciones quedaron enterradas y los combates se recrudecieron.

 

El avance sistemático por Gaza

 

Tras reanudar las operaciones Israel empezó un lento avance por la Franja y amplió su zona de operaciones hacia la mitad sur, con el avance hacia Jan Yunis. Mientras se realizaba la ofensiva terrestre los bombardeos proseguían con toda su crudeza, como el ataque al campo de refugiados de Maghazi con decenas de víctimas el día de Navidad.

La situación empezaba a alertar a la comunidad internacional y la Corte Internacional de Justicia pidió a Israel que hiciera lo posible para evitar actos de genocidio. A la vez, Israel acusó al personal de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, de complicidad con los ataques de Hamás del 7 de octubre, por lo que se abrió una investigación y se paralizó la financiación de la agencia.

Como la situación de los rebeldes hutíes no se solucionaba, EE UU y Reino Unido colaboraron en el bombardeo de las instalaciones de estos rebeldes en Yemen para facilitar el tráfico por el Mar Rojo.

Mientras el conflicto proseguía, la población gazatí estaba en la absoluta ruina, sin alimentos, suministros ni un hogar mínimamente estable. La dependencia de la ayuda humanitaria marcaba la tónica de la población civil. Por esta situación fue especialmente trágica la llamada masacre de la harina, matanza en la que más de un centenar de civiles palestinos murieron cuando el ejército israelí disparó contra una multitud que intentaba conseguir alimentos de un convoy humanitario en ciudad de Gaza.

Pero esta masacre no ha sido la única que ha sacudido la conciencia internacional. La muerte de siete empleados de la ONG World Central Kitchen en abril o el bombardeo sobre Nuseirat en junio que dejó más de 250 palestinos muertos son otros duros recuerdos del conflicto.

 

La ocupación de Rafah

 

Parecía claro que Israel continuaría sus operaciones lanzando una incursión terrestre sobre Rafah, localidad situada al sur del país y refugio de al menos un millón de palestinos desplazados. Tras más de mes y medio de peticiones para evitar dicho ataque, el 7 de mayo Israel entró en la última localidad gazatí donde no había lanzado ataques terrestres.

Más de 1,4 millones de personas debieron huir de nuevo a otras zonas de Gaza e Israel tomó el control de la frontera con Egipto. En este contexto se produjo la decisión del gobierno de España de reconocer al Estado de Palestina con las fronteras anteriores a 1967. Muchos de los huidos marcharon a la zona de Mawasi, designada como segura por Israel, a pesar de lo cual ha sufrido bombardeos con decenas de víctimas.

Estos desplazamientos masivos y la falta de una mínima salubridad provocaron una epidemia de polio en la Franja, contra la que se desarrolló una exitosa campaña de vacunación permitida por varias treguas temporales. Mientras el conflicto parecía estancado en la Franja, aumentaba su violencia en Cisjordania, donde las muertes de palestinos a manos del ejército israelí y colonos han sido casi continuas desde el inicio del conflicto  gazatí.

 

La extensión del conflicto por Oriente Próximo

 

El fantasma del conflicto regional ha sobrevolado en múltiples ocasiones. Quizá la primera ocasión en que pudo verse la conexión internacional fue con el ataque israelí al consulado iraní de Damasco a principios de abril donde murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria. Unos días después Irán lanzó un ataque inédito contra Israel con cientos de drones y misiles, ofensiva a la que poco después respondía Israel con un lanzamiento de drones sobre Isfahán, ambos ataques sin causar víctimas.

En esta tensa relación entre Irán e Israel también fue clave la muerte del líder político de Hamás, Ismail Haniya, en un atentado cometido en Irán del que se responsabilizó a Israel.

Pero lo que puede ser un auténtico punto de no retorno fue el ataque masivo de Israel con miles de dispositivos electrónicos bomba entre los integrantes de la milicia de Hezbolá. Pocos días después de esa operación Israel lanzó otra ofensiva masiva sobre el Líbano, con su ataque más letal de los últimos treinta años que dejó unos quinientos muertos. En uno de los bombardeos lanzados por Israel sobre Beirut murió el líder de Hezbolá, Hasán Nasrala, lo que abre un nuevo escenario para la milicia.

En esta vorágine de violencia, Israel ha comenzado las operaciones terrestres en el sur del Líbano, a la vez que continúa con los bombardeos por toda su geografía. Mientras, Irán ha vuelto a tratar de demostrar su fuerza al lanzar varios misiles balísticos sobre suelo israelí sin causar víctimas.

La situación parece cada vez más compleja y a las casi 42.000 víctimas del conflicto en Gaza, ya se suman más de 2.000 en Líbano, en una situación cada vez más tensa que, en cualquier momento, podría convertirse en un conflicto a gran escala.