Recientemente, dos reinas han sido noticia por sus habilidades lingüísticas: la reina Sofía de España fue criticada por cometer errores en su español, mientras que la reina Máxima de los Países Bajos fue subtitulada mientras hablaba en neerlandés en televisión. Ninguna de las dos estaba hablando en su lengua materna: la primera lengua de Sofía es el alemán y la de Máxima, el español (argentino). Y, al parecer, ambas solían tener un mejor dominio del idioma nacional de sus respectivos reinos.

Los lingüistas llaman erosión lingüística a la pérdida gradual de competencia en una lengua que parecen estar experimentando ambas reinas. Este fenómeno puede ocurrir tanto en idiomas aprendidos de adulto como en aquellos adquiridos en la infancia. Un ejemplo de esto es cuando las personas mayores tienen dificultades para recordar palabras. También puede suceder en personas bilingües o multilingües debido a la falta de uso de una lengua, la influencia de otros idiomas o cambios en el entorno donde se habla. Este fenómeno afecta la fluidez, la capacidad de hablar y de comprender un idioma.

Históricamente, la investigación sobre erosión lingüística ha estado vinculada al estudio de los inmigrantes, quienes, al vivir en un entorno donde se habla otro idioma, empiezan a perder la lengua adquirida en la infancia. Lo mismo ocurre con personas adoptadas, cuyo aprendizaje del idioma se interrumpe cuando se mudan a un nuevo contexto, generalmente monolingüe, y suelen perder casi por completo su primera lengua. En las últimas décadas, la investigación ha evolucionado y hemos podido observar que incluso la adquisición de una segunda lengua, sin un cambio de contexto, puede impactar en la primera lengua. En el momento en que aprendemos otro idioma se genera una interacción entre ambos, el primero y el adquirido, con consecuencias muy variadas.

 

La dificultad de mantener dos lenguas

 

Hoy en día, la investigación sobre la erosión lingüística también abarca otros hablantes multilingües. Un ejemplo son los hablantes de lenguas de herencia, quienes aprenden una lengua en casa que es diferente de la dominante en la sociedad. Estos hablantes pueden perder aspectos gramaticales de la lengua que ya habían adquirido.

Por ejemplo, niños hispanohablantes en Estados Unidos aprenden ciertas estructuras gramaticales del español, pero con el tiempo las olvidan. Esto se ha observado en estudios con niños mexicanos y puertorriqueños.

Otro grupo que se está estudiando son los “retornados”: personas que regresan al país donde se habla su lengua de herencia, y que pueden experimentar erosión del idioma que aprendieron fuera del hogar. Por ejemplo, niños de habla portuguesa que crecieron en Alemania y regresaron a Portugal podrían perder habilidades en alemán.

 

Los factores que influyen en la erosión

 

La erosión es un fenómeno muy variable y depende de factores como la frecuencia con la que se usa la lengua y factores sociales y culturales. El uso limitado de una lengua y la exposición constante a otra son factores clave en la magnitud de la pérdida. Además, la gramática, la pronunciación y el vocabulario de un idioma pueden verse afectados por influencias cruzadas entre las lenguas.

En general, la edad parece jugar un papel importante: cuanto más joven es la persona cuando comienza a recibir menos input en su lengua materna, más grave es la erosión. En los migrantes adultos, la erosión de la lengua materna puede ser mínima, manifestándose en una mayor lentitud al recordar palabras, el desarrollo de un leve acento extranjero o en las características gramaticales mencionadas anteriormente.

Sin embargo, la lengua materna de los niños inmigrantes puede deteriorarse de manera mucho más drástica que la de los adultos inmigrantes. También se ha observado que las estructuras aprendidas más tarde en la infancia se erosionan más fácilmente que las adquiridas en etapas más tempranas, lo que apoya la hipótesis de la “regresión”: lo último en entrar, lo primero en salir.

La interacción de idiomas

 

Es importante destacar que la alternancia de código (code-switching) entre lenguas puede desempeñar un papel positivo en el mantenimiento de lenguas. Al permitir que los hablantes integren elementos de diferentes lenguas en su comunicación, se fomenta una mayor fluidez en el uso de ambos idiomas, lo que puede ayudar a mitigar algunos de los efectos de la erosión lingüística.

Esto sugiere que la interacción entre lenguas puede también facilitar la continuidad y el desarrollo de competencias lingüísticas en contextos multilingües.

 

Mantener el idioma en forma

 

La erosión de la primera lengua cuestiona la idea de que un idioma sea un sistema fijo y estable en el cerebro humano, sugiriendo en cambio que está sujeto a cambios y ajustes a lo largo del tiempo. Para mantenerlo, es necesario usarlo con regularidad, de lo contrario, se deteriora.

Es como cuando tenemos un coche antiguo que necesita encenderse cada semana para seguir funcionando bien: si lo dejamos mucho tiempo sin uso, se estropea. Esto muestra que el lenguaje, al igual que otras habilidades, requiere práctica constante para conservarse en buen estado.