Las siglas LGTBIQ+ hacen referencia a los términos lesbiana, gay, trans, bisexual, intersexual, queer y un + para aludir al resto de diversidades sexuales y de género. Desde hace unos años algunos colectivos tienden a incluir también una A al final de las letras para incidir en otra orientación sexual poco visible: la asexualidad.
Este año, en el marco de las celebraciones del Orgullo 2024, la Asociación para la Diversidad Afectivo-Sexual y de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación (PRISMA) y Asexual Community Es (ACEs) han publicado un documento o breve libro blanco para darla a conocer y exponer los desafíos a los que se enfrenta. Su título es Asexualidad: invisibilidad, discriminación y necesidad de inclusión legal.
“El objetivo de este white paper es visibilizar la realidad del colectivo asexual, que ha sido invisibilizado y discriminado durante mucho tiempo, así como los problemas que encuentra en la sociedad actual”, explica a SINC uno de los autores, Pablo Turrión, miembro de PRISMA. “La fuente de los datos ha sido ACEs”, apunta.
El objetivo de este white paper es visibilizar la realidad del colectivo asexual, que ha sido invisibilizado y discriminado durante mucho tiempo, así como los problemas que encuentra en la sociedad actual
PABLO TURRIÓN (PRISMA)
Según el documento, aunque una persona asexual no sienta el deseo de tener sexo con otra persona, sí puede experimentar otro tipo de atracción, bien sea afectiva (que puede ser romántica –con conexión emocional profunda– o no), sensual (con contactos físicos no sexuales, como abrazos y caricias) o estética (apreciación de la belleza o la apariencia física).
“La ciencia avala la existencia de esta orientación sexual de manera legitima”, subraya Turrión, ingeniero de operaciones científicas de la misión BepiColombo en el centro ESAC de la Agencia Espacial Europea (ESA), cerca de Madrid
Como ejemplo destaca dos de los estudios más referenciados. Uno es el publicado en 2004 en el Journal of Sex Research por el psicólogo Anthony F. Bogaert de la Universidad Brock (Canadá), donde analiza la prevalencia y factores asociados a la asexualidad.
Hay tantos asexuales como pelirrojos
Con una muestra superior a 18000 personas, los resultados revelaron que aproximadamente el 1 % indicó que era asexual, un porcentaje que se podría extrapolar a la población en general: “Aunque puede variar por zonas, el 1 % es constante en prácticamente todos los estudios, y supone unos 80 millones de personas en todo el mundo, un número similar al de personas pelirrojas”, apunta Turrión.
El segundo estudio que enfatiza el ingeniero lo publicaron en 2011 dos investigadores de la Universidad de Columbia Británica, también en Canadá, en la revista Archives of Sexual Behavior, “y concluye que la mejor manera de caracterizar la asexualidad es como orientación sexual”.
Estos y otros trabajos científicos son referenciados en el libro blanco, donde se incide en ese aspecto: la asexualidad es una orientación sexual permanente, definida por la ausencia de atracción sexual, pero “no es un trastorno ni un enfermedad, ni tampoco una fase ni una moda” pasajeras.
La asexualidad es una orientación sexual, no un trastorno ni un enfermedad, ni tampoco una fase ni una moda
“La asexualidad es frecuentemente patologizada –advierte el documento–, lo que puede llevar a graves consecuencias, incluyendo la estigmatización y la exposición a ‘terapias’ de conversión que intentan cambiar la orientación sexual o de género de una persona”. Se pone en duda, por ejemplo, el uso en este caso de la flibanserina (Addyi), un medicamento destinado principalmente a aumentar el deseo sexual en mujeres premenopáusicas.
El colectivo asexual también cuestiona el modelo médico, fundamental para el desarrollo de la salud y el bienestar en muchos otros aspectos, a la hora de abordar su situación. Una de las principales críticas es la patologización de la asexualidad, donde el no sentir deseo sexual es visto como un trastorno en lugar de una orientación válida.
Burlas y agresiones verbales
El documento también detalla otros signos de discriminación y violencia que sufre el colectivo: desde la invisibilidad de las personas asexuales en la sociedad y en los espacios LGTBI, hasta el desprecio y las burlas, incluso agresiones verbales, a las que se enfrentan.
El Censo de la Comunidad Asexual en España (con datos de 2020-2021) muestra que el 42,3 % de las personas asexuales han recibido sugerencias para "curarse", el 60,1 % han tenido que soportar preguntas inapropiadas sobre su vida sexual, y un 24,3 % ha mantenido relaciones sexuales por presión social.
El 42,3 % de las personas asexuales en España ha recibido indicaciones para "curarse"
Para proteger los derechos de estas personas y combatir su discriminación, el white paper señala que es crucial que la asexualidad esté incluida en las leyes LGTBI y que tenga una protección legal, además de ofrecer diversas claves para acompañar a este colectivo desde un enfoque comprensivo y respetuoso.
Turrión resume los mensajes claves del libro blanco: “Visibilizar la asexualidad como una orientación sexual, y la necesidad de eliminar el estigma de que son personas 'enfermas' por no tener deseo sexual, o que están pasando por una fase. Debido a esto último, este colectivo esta más expuesto a discriminación, a terapias de conversión e incluso a la medicalización para cambiar su orientación (por ejemplo, con Addyi), lo cual sigue fomentando la patologización de las personas asexuales. Estas deben ser protegidas por políticas públicas e incluidas en los espacios seguros que promueve nuestra sociedad”.