Dos especies de vertebrados se extinguen cada año de promedio, pero pocas personas lo notan, tal vez porque la tasa parece relativamente lenta, no una amenaza clara y presente en los sistemas naturales de los que dependemos. Esta visión pasa por alto las tendencias de declive extremo en las poblaciones animales, que cuentan una historia más grave con consecuencias en cascada, según un nuevo estudio que proporciona la primera evaluación global de estas tendencias de la población.
"Éste es el caso de una aniquilación biológica que ocurre a nivel mundial, aunque las especies a las que pertenecen estas poblaciones todavía están presentes en algún lugar de la Tierra", apunta el coautor Rodolfo Dirzo, profesor de Biología en la Universidad de Stanford, Palo Alto, California, Estados Unidos.
Un estudio de 2015 coescrito por Paul Ehrlich, profesor emérito de Biología, y colegas mostraron que la Tierra ha entrado en una era de extinción en masa sin precedentes desde que los dinosaurios murieron hace 66 millones de años. El espectro de extinción se sitúa en alrededor del 41% de todas las especies de anfibios y el 26% de todos los mamíferos, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que tiene una lista de especies amenazadas y extintas. Esta escena de desastre global es el fruto de la pérdida de hábitat, la sobreexplotación, los organismos invasivos, la contaminación, la toxificación y el cambio climático.
El nuevo análisis, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, mira más allá de las extinciones de especies para proporcionar una imagen clara de la disminución de las poblaciones y los rangos. Los científicos mapearon los rangos de 27.600 especies de aves, anfibios, mamíferos y reptiles –una muestra que representa casi la mitad de las especies de vertebrados terrestres conocidos– y analizaron las pérdidas de población en una muestra de 177 especies de mamíferos bien estudiadas entre 1990 y 2015.
Usando la reducción del rango como un representante de la pérdida de población, el estudio encuentra que más del 30% de las especies de vertebrados están disminuyendo en tamaño de población y rango. De los 177 mamíferos para los cuales los autores tenían datos detallados, todos han perdido el 30% o más de sus rangos geográficos y más del 40% han perdido más del 80% de sus rangos.
Las regiones tropicales han tenido el mayor número de especies decrecientes, mientras que las regiones templadas han visto proporciones similares o mayores de especies que decrecen. Los mamíferos del sur y sudeste de Asia, donde todas las especies grandes de mamíferos analizados han perdido más del 80% de sus rangos geográficos, se han visto especialmente afectados.
Erosión masiva de la biodiversidad
Los mapas del estudio sugieren que hasta el 50% del número de animales que una vez compartieron la Tierra han desaparecido, al igual que miles de millones de poblaciones de animales. Esto equivale a "una erosión masiva de la mayor diversidad biológica en la historia de la Tierra", escriben los autores.
"La pérdida masiva de poblaciones y especies refleja nuestra falta de empatía con todas las especies silvestres que han sido nuestras compañeras desde nuestros orígenes", apunta el autor principal del estudio, Gerardo Ceballos, de la Universidad Nacional Autónoma de México. "Es un preludio a la desaparición de muchas más especies y al declive de los sistemas naturales que hacen posible la civilización", agrega.
¿Por qué es importante la pérdida de poblaciones y la diversidad biológica? Aparte de ser lo que los científicos llaman un preludio a la extinción de especies, las pérdidas nos quitan servicios cruciales como la polinización de las abejas, el control de plagas y la purificación de los humedales. También perdemos intrincadas redes ecológicas que involucran animales, plantas y microorganismos, lo que conduce a ecosistemas menos resistentes y grupos de información genética que pueden resultar vitales para la supervivencia de las especies en un entorno mundial que cambia rápidamente.
El alcance general de las pérdidas de población deja claro que el mundo no puede esperar para abordar el daño a la biodiversidad, según los autores, quienes piden restricciones sobre los impulsores básicos de la extinción –la superpoblación humana y el consumo excesivo– y desafían a la sociedad a alejarse de "la ficción de que puede ocurrir el crecimiento perpetuo en un planeta finito".
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