Tras el aterrizaje, efectuado en un cráter de la cuenca Aitken del Polo Sur, está programado que descienda un vehículo de exploración. La misión realizará tareas de observación astronómica, análisis del terreno y el relieve, detección de la composición mineral y estructura de la superficie lunar poco profunda, así como la medición de la radiación de ciertas partículas (neutrones y átomos neutros) para conocer mejor el entorno de nuestro satélite en su cara más desconocida.
El nombre de la misión hace referencia a una diosa que habita en la Luna, según la mitología china. La nave es la sucesora de Chang'e 3, que alunizó en 2013 en la cara visible de nuestro satélite con el rover Yutu (Conejo de Jade), que logró recorrer un centenar de metros antes de que fallaran sus sistemas. En diciembre de 2019 está previsto lanzar la nueva generación: Chang'e 5, con el objetivo de traer muestras lunares a la Tierra.
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