La fructosa se utiliza para fabricar sirope de maíz rico en fructosa (HFCS, por sus siglas en inglés), usado por la industria alimentaria para edulcorar comidas procesadas, repostería industrial, helados, mermeladas, salsas y condimentos y, sobre todo, bebidas azucaradas.
El consumo excesivo de estos alimentos, y por tanto de este edulcorante, se relaciona desde hace años con la aparición de enfermedades como la obesidad y la diabetes.
Ahora, un estudio realizado por científicos de la Universidad CEU San Pablo determina que la ingesta elevada de esta forma de azúcar durante la gestación provoca importantes alteraciones en la placenta y en los fetos; un factor que aumenta el riesgo de que la descendencia presente patologías metabólicas en su vida adulta.
De entre todas las variables que pueden afectar a la salud de la descendencia, quizás la más influyente sea la alimentación de la madre.
Sin embargo, el consumo de bebidas azucaradas con fructosa no está desaconsejado en el embarazo, incluso cuando existen numerosos artículos que revelan cómo la ingesta de fructosa induce una situación de estrés oxidativo.
Además, se ha relacionado con diversas enfermedades tales como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.
Según Carlos Bocos, autor principal del trabajo publicado en Molecular Nutrition & Food Research, “el propósito es concienciar a la sociedad, en general, y a las mujeres embarazadas, en particular, para que disminuyan el contenido de fructosa en su dieta mediante un consumo preferente de comidas y bebidas de origen natural, frente al de comidas procesadas y refrescos que contienen HFCS”.
Evitar complicaciones gestacionales
El equipo de investigación analizó si el consumo materno de fructosa modifica el estado oxidativo en ratas gestantes y en sus fetos. Para ello se utilizaron tres grupos de animales. Uno de ellos bebió una solución que contenía fructosa a lo largo de toda la gestación. Y los otros dos bebieron solamente agua o bien una solución con glucosa. Los tres grupos se alimentaron por igual con comida estándar para animal de laboratorio.
Mientras que las madres que bebieron fructosa presentaron un nivel bajo de oxidación de lípidos en plasma, sus fetos mostraron unos niveles de oxidación altos tanto en el plasma como en el hígado.
“Estos datos muestran que las placentas gestantes expuestas a la fructosa presentaban estrés oxidativo y una menor cantidad de hemo oxigenasa 1 (HO-1), un potente agente antioxidante que puede prevenir la aparición de complicaciones gestacionales (como la preeclampsia), prematuridad y diversos problemas en el recién nacido”, sostienen los autores.
Todos estos efectos negativos eran exclusivos del consumo de fructosa, ya que no se observaron en los otros dos grupos. “Disminuyendo el contenido de fructosa se pueden prevenir sus efectos negativos y mejorar la salud, no solo de la madre, sino también de sus hijos”, concluye Bocos.
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