“Aurora comenzó en la escuela de Canteiro de San Pedro de Benquerencia entre los ocho y los nueve años de edad. Aquella chica lista, curiosa, disciplinada y aplicada en los estudios, años más tarde sería licenciada en Ciencias Químicas, doctora en la misma rama, investigadora de prestigio internacional y académica. La persona que descubrió el talento de Aurora fue su maestra, doña Juanita. Ella misma se ocupó de prepararla para los exámenes de bachillerato elemental por libre en el Instituto de Lugo”.
Este es el texto que figura en la contraportada del libro Universo Aurora Sampedro Piñeiro (Eoditorial, 2023).
Su autor, Manuel Rivero Pérez, recopila en este manuscrito la historia científica y humana de esta química, ampliamente documentada gracias a los archivos de los lugares en los que trabajó e investigó y a algunas conversaciones con parientes.
Una estudiante brillante
Aurora Sampedro Piñeiro nació en Barreiros (Lugo) el 15 de enero de 1913. Era la menor de los seis hijos e hijas de María Antonia Piñeiro Moreda y Francisco Sampedro Fuente. Estudiante aplicada, en 1930, tras finalizar su bachillerato elemental en Lugo, viajó a Madrid para continuar con su formación.
Se alojó en la Residencia de Señoritas entre 1930 y 1935. Esta institución, creada en 1915, fue el primer centro oficial destinado a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres en España. Su primera directora, hasta 1936, fue la pedagoga María de Maeztu (1881-1948).
Por el período en el que Aurora residió en ese centro, no pudo coincidir con la orensana Olimpia Valencia (1898-1987), que defendió su tesis doctoral en Medicina en 1930. Tampoco pudo compartir locales y tertulias con la coruñesa María Josefa Wonenburger Planells (1927-2014), que se alojó en la residencia a partir de 1945.
Estas tres estudiantes gallegas gozaron en momentos diferentes de un ambiente intelectual incomparable. Quizás Aurora pudo realizar alguna práctica de Química en el Laboratorio Foster que la bioquímica Mary Louise Foster (1865-1960) fundó en la residencia para enseñar las técnicas básicas en el campo de la química y aliviar la ausencia de prácticas en la universidad. No lo sabemos.
Tras finalizar sus estudios medios en el Instituto Cervantes, Aurora continuó en la facultad de Ciencias Químicas en la Universidad Central de Madrid entre 1932 y 1935. Solicitó el traslado de expediente a la Universidad de Oviedo en 1935, aunque la Guerra Civil lo paró todo.
En 1939 retomó sus estudios, que finalizó en 1941. Tras trabajar en algunos centros de enseñanza en Asturias, regresó a Madrid para llevar a cabo su tesis doctoral bajo la dirección de Ángel Santos Ruiz (Facultad de Farmacia) y Juan Manuel López Azcona (Instituto de Física-Química Gregorio Rocasolano-IFQGR).
El proyecto de tesis se centró en el estudio de oligoelementos en alimentos españoles de origen animal. Consiguió su título de doctora en Ciencias (sección de Químicas) en 1948 y publicó sus resultados, entre otras, en la Revista Española de Fisiología.
Una investigadora activa
Posteriormente, obtuvo el puesto de jefa de laboratorio de la sección de espectroquímica en el IFQGR. Y, en 1954, por oposición, se incorporó como doctora en ciencias químicas al laboratorio central de RENFE, pasando a ser subjefa de división.
Dedicaría el resto de su vida laboral a dicho puesto. Sus posibilidades de investigación se ampliaron allí, ya que disponía de equipos, técnicas operativas y personal especializado. Además del laboratorio central de RENFE, disponía de medios móviles para investigar sobre el terreno.
En 1961, logró una beca de la Fundación Juan March, con un proyecto de investigación titulado “Control industrial de las aleaciones utilizadas en la fabricación de baterías eléctricas y cojinetes de base de plomo”.
Utilizando una técnica espectroquímica basada en la que usó en su tesis doctoral (perfeccionada y ampliada), analizó diferentes aleaciones metálicas en colaboración, entre otros, con Enrique Asensi Álvarez-Arenas, jefe de laboratorio del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica Esteban Terradas.
Sus hallazgos dieron lugar a numerosas publicaciones que aportaron información sobre las impurezas, los compuestos y la temperatura de fusión en aleaciones metálicas. Se aplicaron en la fabricación de baterías eléctricas en automoción y otros materiales empleados en diferentes ramas de la industria.
Entre otros temas, esta científica investigó sobre corrosión en diferentes metales, resistencia a la fatiga de materiales, determinación de impurezas, aleaciones antifricción, procesos de cristalización a temperatura ambiente, incorporación de arsénico para ganar dureza o de cobre para limitar el fenómeno de la segregación, resistencia del plomo como elemento anticorrosivo ante ataques de ácido sulfúrico, etc.
Un legado recuperado
En 1977 fue nombrada corresponsal de ciencias experimentales por la Real Academia de Doctores de España, “por sus aportes a la ciencia en los campos de la nutrición y de la automoción”.
El 30 de junio de 1996, regresando en coche a su casa desde la playa de Benquerencia, chocó contra una atarjea y se desnucó. Tenía 86 años.
En 2023, Manuel Rivero Pérez impulsó su nombramiento como hija predilecta del concejo de Barreiros a título póstumo (se concedió a principios de 2024) e hija adoptiva de Luyego. También ha solicitado que el Día de la Ciencia en Galicia se dedique a esta química pionera que tanto ha aportado al avance de la ciencia en España.
Como dice la escritora Marion Carré, “por cada científica que olvidamos, hay centenares que no nacen”. Y gracias al trabajo de Manuel Rivero por recuperar su historia, Aurora Sampedro Piñeiro ya puede ser un referente para las generaciones venideras.