Un nuevo estudio realizado en ratones y publicado en la revista Nature (1) sugiere que la resiliencia puede aprenderse e incluso reforzarse, un hallazgo que puede ser de gran importancia en la actual coyuntura mundial, con el cambio climático, una pandemia y los disturbios políticos en todo el mundo, ante los cuales puede resultar demasiado fácil sucumbir a un sentimiento de desesperanza.
Activar la dopamina
Un equipo de investigadoras e investigadores del Instituto de Neurociencia de Princeton (Estados Unidos) colocó a ratones pequeños en estrecha proximidad con ratones más grandes y agresivos y descubrió que una muestra de comportamientos defensivos predecía la capacidad de los ratones para ser resilientes después del evento estresante. Además, el equipo descubrió que activando la dopamina mientras los ratones se defendían, podían reforzar aún más la resiliencia.
Desde el inicio de la investigación, Lindsay Willmore, que obtuvo su doctorado en 2022 y es autora principal del trabajo, estaba intrigada por el subconjunto relativamente raro de ratones que se defendían tenazmente cuando se enfrentaban a un agresor. "Se volvían hacia el agresor, lanzaban sus patas, saltaban sobre él, y simplemente no se rendían --explica--. Pensé, vaya, hay algo que ocurre en el cerebro de estos chicos que es súper interesante y podría ser la clave de la resiliencia".
En el estudio, las investigadoras midieron la resiliencia monitorizando los comportamientos de los ratones en los 10 días en los que sufrieron los ataques del agresor. Los ratones que tendían a no defenderse acabaron mostrando comportamientos similares a la depresión, como la evitación social, tras el acontecimiento estresante. En cambio, los ratones que se defendieron mostraron una mayor resiliencia.
Entorno complicado
Al estimular la dopamina mientras los ratones se defendían, las investigadoras descubrieron que podían hacer que los ratones fueran aún más propensos a la resiliencia. Por otro lado, estimular la dopamina durante el comportamiento de evitación no hizo que los ratones fueran más resistentes.
"Es un entorno complicado en el que un ratón tiene que decidir qué hacer frente a un ratón acosador --señala Ilana Witten, profesora de neurociencia y autora del estudio--. La decisión que toma tiene profundas consecuencias en cuanto a cómo acaba".
Aunque las posturas defensivas asociadas a la lucha fueron clave para predecir la capacidad de recuperación de un ratón ante un ataque, Willmore resalta que "aún más fuertemente relacionado con la capacidad de recuperación fue la cantidad de dopamina que los animales tenían en su sistema de recompensa durante el momento en que estaban empezando a luchar. Eso es lo que me pareció realmente interesante: que un animal que no sólo se defiende, sino que es recompensado por defenderse, es el que se vuelve resistente".
Enseñar resiliencia
Para el estudio, las investigadoras pusieron un ratón pequeño en una jaula con otro más grande y agresivo que normalmente atacaba a su compañero de jaula más pequeño. Después, los dos ratones permanecían en el recinto, pero esta vez separados por una pared para que no pudieran interactuar físicamente.
"Me interesa mucho la cuestión de si podemos enseñar resiliencia", comenta Annegret Falkner, profesora adjunta de neurociencia y autora del artículo. La serie de experimentos realizados por el equipo parecía sugerir que la respuesta era afirmativa, que se podía empujar a los ratones a realizar comportamientos resilientes.
Aunque las investigadoras iniciaron el proyecto antes del comienzo de la pandemia de COVID-19, Falkner dijo que desde que ésta se produjo, ha estado pensando más que nunca en la resiliencia. "Tenemos que pensar en formas de ayudar a las personas que parecen ser más susceptibles a hacer frente a las tensiones del mundo", añade Falkner.
Aplicarse a la salud humana
Mientras las investigadoras continúan sus estudios sobre la resiliencia, esperan que en el futuro este trabajo pueda aplicarse más allá de los animales a la salud humana. Por ejemplo, dispositivos como los relojes inteligentes podrían dar información en tiempo real sobre los buenos hábitos para promover mecanismos saludables como la resiliencia. "La información sobre nuestras interacciones dinámicas con el entorno será útil para hacer un seguimiento de nuestros hábitos, que podrían ser útiles o perjudiciales", afirma Willmore.