El 8 de marzo se conmemora la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y oportunidades, y también su compromiso con la defensa del medio ambiente y la justicia social. El lema de 2024 es Invertir en las mujeres, acelerar el progreso.
El Día Internacional de la Mujer se celebra cada año el 8 de marzo, como una fecha para recordar la historia de las mujeres que han luchado por sus derechos, su dignidad y su libertad. Asimismo, es una ocasión para reconocer el papel de las mujeres como aliadas indispensables para la preservación del planeta y el bienestar de la humanidad.
Esta jornada tiene sus orígenes en el movimiento obrero y socialista de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando las mujeres se organizaron para reclamar mejores condiciones laborales, el sufragio universal y la participación política.
En 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció oficialmente el 8 de marzo como el día internacional de la mujer, y desde entonces ha impulsado diferentes campañas y acciones para promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.
Cada año, la ONU propone un tema para el día internacional de la mujer, que sirve de marco para las actividades y eventos que se realizan en todo el mundo. Para el año 2024, el tema elegido por la ONU es Invertir en las mujeres, acelerar el progreso.
Este año la conmemoración oficial del evento se celebra el 8 de marzo de 2024, de 10:00h a 11:30h en la sala de ECOSOC en la sede de Nueva York y será retransmitido en directo.
Cinco líneas de actuación prioritarias
Para avanzar hacia la igualdad de género y empoderar a las mujeres, debemos invertir en mujeres como un problema de derechos humanos que beneficia a toda la sociedad. Además, es crucial erradicar la pobreza tomando medidas inmediatas para evitar que más de 342 millones de mujeres y niñas vivan en condiciones precarias para 2030. Implementar financiación sensible al género es fundamental para proteger los servicios esenciales para las mujeres.
Asimismo, debemos transitar hacia una economía verde y una sociedad del cuidado, valorando el papel de las mujeres y amplificando sus voces. Por último, apoyar a las activistas de género es esencial para luchar por la igualdad y garantizar un futuro más equitativo.
En juego el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5
La Agenda de Desarrollo Sostenible, establece el plazo de 2030 para alcanzar la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas. Sin embargo, no existe financiación suficiente en materia de género y contamos con déficit anual de 360.000 millones de dólares en medidas de igualdad de género para 2030.
ONU Mujeres publicó recientemente un informe que muestra que la igualdad de género es un objetivo aún lejano. Sólo está disponible menos de la mitad de los datos necesarios para analizar el progreso de este ODS, pero los que tenemos son alarmantes.
Algunos de los más llamativos son los siguientes: el 18% de las mujeres y las niñas han sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja en los últimos 12 meses, el 55% de las mujeres en edad de trabajar están en el mercado laboral frente al 78% de los hombres, las mujeres dedican tres veces más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados que los hombres, sólo el 25% de los parlamentarios y el 36% de los líderes locales son mujeres, y las mujeres representan el 70% del personal sanitario y social, pero sólo el 28% de los investigadores en ciencia y tecnología. E
l informe también destaca las brechas de género en la educación, la salud, la seguridad, el acceso a la tecnología, la participación política y la toma de decisiones, y llama a fortalecer los sistemas de datos y estadísticas con perspectiva de género para orientar las políticas públicas.
El papel de las mujeres y las niñas ante el cambio climático
El cambio climático está afectando de manera desproporcionada a las mujeres y las niñas, que son más vulnerables a sus impactos y tienen menos recursos para adaptarse. Al mismo tiempo, ellas son agentes clave para la transición hacia una economía verde y una sociedad del cuidado, que proteja tanto a las personas como al planeta. Sin embargo, su papel es muchas veces ignorado o infravalorado por los actuales modelos de desarrollo y las políticas climáticas.
Según los datos de ONU Mujeres, las mujeres y las niñas realizan el 76% por ciento del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado a nivel mundial, lo que limita sus oportunidades de educación, empleo, participación política y acceso a los servicios básicos. Además, se estima que el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres y niñas, que enfrentan mayores riesgos de violencia, explotación y enfermedades.
Frente a este escenario, es fundamental incorporar la perspectiva de género y el enfoque de derechos humanos en las acciones climáticas, con el fin de promover una transición justa y equitativa hacia una economía verde y una sociedad del cuidado. Una de las principales medidas que se deberían adoptar es reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados no remunerado que recae sobre las mujeres y las niñas, así como apoyar su empoderamiento económico y social mediante el acceso a la educación, la salud, la energía, el agua, el saneamiento y la seguridad alimentaria.
Asimismo, se debería garantizar la participación efectiva y el liderazgo de las mujeres y las niñas en la toma de decisiones sobre el clima, tanto a nivel local como nacional e internacional, y por fomentar su papel como agentes de cambio y soluciones en la mitigación y la adaptación al cambio climático. Por último, se deberían movilizar recursos financieros suficientes y sostenibles para apoyar las iniciativas de las mujeres y las niñas en materia de clima y cuidados, y a fortalecer los mecanismos de seguimiento y evaluación que incorporen indicadores de género y cuidados.
Es urgente transformar el actual paradigma de desarrollo basado en el crecimiento infinito y el consumo insostenible, que pone en peligro la vida humana y la salud del planeta, y adoptar una visión holística e integrada que ponga en el centro el cuidado de las personas y el planeta. En este sentido, las mujeres y las niñas son aliadas estratégicas para impulsar una transición hacia una economía verde y una sociedad del cuidado, que garantice los derechos humanos y la justicia climática para todas y todos.