Cuando nos preguntan por científicos reconocibles o los más “famosos”, a todos se nos vienen a la cabeza los mismos nombres: Einstein, Newton, Darwin, Copérnico, Hawking o Galileo Galilei, entre otros. Si afinamos un poco más y preguntamos por españoles o mujeres, Ramón y Cajal y Marie Curie.
En la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) se han preguntado qué hubiera pasado si Albert Einstein hubiera nacido mujer. ¿Sabríamos quién fue? Probablemente no, porque el papel de la mujer en la ciencia a lo largo de la historia está infrarrepresentado. Esto ha tenido y tiene consecuencias en la idea estereotipada de que la ciencia es cosa de hombres.
Por este motivo se ha puesto en marcha la campaña #NoMoreMatildas, que ha lanzado la AMIT en redes sociales y medios. La idea de la que partieron para crear un manifiesto, material audiovisual, una serie de cuentos y un anexo para los libros de Primaria, era que en que los textos escolares existen muy pocas referencias de mujeres científicas. “Eso había que intentar cambiarlo, si las niñas y jóvenes no tienen referentes a quien parecerse, elegirán menos las carreras científicas”, dice a SINC Joaquina Álvarez-Marrón, expresidenta de AMIT e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Matilda Einstein, Matilda Fleming y Matilda Schrödinger protagonizan los cuentos que han surgido de este proyecto y que se pueden descargar en su página web. Son mujeres ficticias, pero no tan irreales. Sus autoras se cuestionan, por ejemplo, si Matilda Einstein no podía haber sido Milena Marić, compañera de estudios de Albert Einstein y su primera esposa. “Y, quizá, su colaboradora en la Teoría de la Relatividad”, reflexiona Ángeles Caso, autora del prólogo.
Haber relegado a un segundo plano a Rosalind Franklin, Nettie Stevens, Hildegarda de Bingen, Lise Meitner o Marietta Blau ha privado de ejemplos a seguir a todas las niñas, según las promotoras de esta iniciativa.
Las ‘Matildas’ de nuestro tiempo
Toda la campaña hace referencia a Matilda J. Gage, una activista americana que, entre muchas otras luchas feministas, reivindicó que las mujeres reciben menos reconocimiento por sus logros científicos y, en numerosas ocasiones, este éxito se atribuye a sus compañeros varones. La historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter le puso nombre: efecto Matilda. “Creo que Rossiter no está al tanto de nuestra campaña. Quizás sería buena idea comunicar con ella y dársela a conocer”, reflexiona la científica del CSIC.
Dar visibilidad al trabajo de las científicas es uno de los objetivos de AMIT. Para ello realizan todo tipo de actividades. Desde conseguir que los paneles de expertos en seminarios o eventos incluyan a investigadoras, hasta denunciar aquellos que no las tienen en cuenta o crear una base de datos de científicas.
“Sigue habiendo Matildas en nuestro tiempo. Los equipos de investigación cuentan con numerosas mujeres que ven que su trabajo no se reconoce y, sin embargo, sus jefes se llevan la fama. Las científicas siguen viendo que su trabajo se valora menos que el de sus compañeros varones y, por tanto, son ellos los que consiguen los mejores puestos o las promociones. Son comunes los jefes que apoyan más a sus discípulos varones y los ayudan desde el principio de sus carreras, mientras que muchas mujeres en los mismos equipos han de trabajar mucho más solas y sin los mismos apoyos. Al final el trabajo de esas mujeres contribuye a la carrera de sus colegas varones y a la inversa no suele suceder”, subraya Álvarez-Marrón.
Gracias al gran éxito de esta campaña, AMIT está ahora en contacto con el Ministerio de Educación para intentar ver cómo se hacen modificaciones en los contenidos de los materiales escolares. “Es un proceso complicado, pero tenemos esperanzas de que se lleve a cabo y podamos contar, en un tiempo razonable, con libros de texto que incluyan más mujeres científicas. Nuestra asociación está totalmente comprometida y dispuesta a ayudar en lo que sea necesario. Contamos con más de mil socias, investigadoras expertas de todos los campos del saber”, añade la investigadora.
Más científicas como fuentes de información
El proyecto de la base de datos de científicas alojada en la web de la Asociación cuenta con más de 3.300 registros, todas ellas doctoras en sus respectivos campos del conocimiento. Se trata de que esté a disposición de todos los medios de comunicación, de manera que puedan encontrar expertas para artículos o consultas sobre temas especializados y científicos. “Para que no se diga que no hay expertas”, apunta Álvarez-Marrón.
Además, AMIT cuenta con nodos en la mayor parte de las comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Galicia, Cataluña, Valencia-Murcia) y dos nodos temáticos (Hepatólogas y MIT) que desarrollan proyectos desde hace años.
Uno de ellos es el proyecto "Una ingeniera en cada cole" que se lleva a cabo en Aragón. En Cataluña también se celebra este año la quinta edición del premio de bachillerato que se otorga a estudiantes que realizan un trabajo de fin de bachillerato sobre temas relacionas con las mujeres y la ciencia.
“Tenemos una historia de casi 19 años de actividades de apoyo a las investigadoras y tecnólogas, tanto a escala local y regional, como estatal. También hacemos un consultorio científico semanal que se publica en el diario El País y al que las lectoras y los lectores envían sus preguntas de ciencia y las investigadoras de AMIT responden”, explica.
En la actualidad, se siguen reforzando roles de género estereotipados en los juguetes y la ropa para niñas y para niños. “Es un problema importante. Necesitamos que las sociedades del futuro, con una incidencia cada vez más importante de la tecnología, tengan en cuenta a las mujeres, sus necesidades o su salud. Son muchas facetas que deben contribuir a que la sociedad sea más igualitaria y se elimine la brecha salarial, la brecha digital y todas las brechas que impiden la igualdad entre hombres y mujeres”, concluye la experta.