Las plagas pueden ocasionan alrededor del 40 % de pérdidas de la producción agraria mundial. Muchas veces se entiende como plaga a cualquier organismo que vive y se alimenta de nuestros cultivos, pero este concepto es erróneo.
¿Qué es una plaga?
Una plaga es un organismo que produce una pérdida de cosecha cuyo valor es mayor que el coste de su control. Actualmente se habla de plagas en un sentido muy amplio, traduciendo literalmente el término inglés pest.
La terminología permite ser más precisos y podemos hablar propiamente de plagas (cuando los organismos que se aprovechan de los cultivos son insectos, ácaros o incluso mamíferos), de enfermedades (cuando nos referimos a patógenos como hongos, bacterias o virus) y de malas hierbas. Este artículo se centra en las plagas causadas por insectos y en algunos de los cultivos extensivos más importantes en España.
¿Cómo se puede controlar una plaga?
Se tiene muy asumido que el método de combatir las plagas es el uso de plaguicidas, productos químicos que causan la muerte de los organismos-plaga. Efectivamente, el uso de plaguicidas es el método de control más ampliamente utilizado. Y a pesar de ello, las plagas –insectos y ácaros– ocasionan globalmente en el mundo más del 10 % de pérdidas de producción.
Además, la aplicación de plaguicidas comporta problemas medioambientales importantes:
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contaminan el aire y el agua;
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favorecen la aparición de genotipos resistentes de los organismos causantes;
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son perjudiciales para los polinizadores, los enemigos naturales y otros animales que viven en los agroecosistemas y se alimentan de insectos.
A pesar de que cada vez más están saliendo al mercado insecticidas menos agresivos, algunos de ellos derivados de extractos vegetales, el problema sigue existiendo. Por tanto, es necesario no concentrar los esfuerzos de control en los plaguicidas e implementar estrategias que incluyan otras opciones.
Entre las alternativas podemos considerar el control cultural o manejo del cultivo, el control biológico, las variedades resistentes a plagas, el uso de feromonas, de atrayentes alimenticios y el control genético. Estas metodologías, mucho más sostenibles medioambientalmente, no excluyen que en determinadas situaciones haya que recurrir a los plaguicidas.
Estos son algunos de los métodos de control alternativos a los plaguicidas que pueden aplicarse en los cultivos extensivos más comunes en España como los cereales, el maíz, la alfalfa y el arroz:
1. Manejo del cultivo
En los cereales de invierno (trigo o cebada) el retraso de la fecha de siembra puede ser muy eficaz para evitar la infestación de otoño de pulgones y la infección con el virus del enanismo amarillo, del cual son transmisores.
En alfalfa, el avance del corte reduce los daños causados por la cuca negra, Colaspidema barbarum, y por el gusano verde, Hypera postica. Asimismo, un corte invernal del cultivo reduce notablemente los niveles poblacionales primaverales de este último insecto.
Los efectos producidos por las virosis del maíz pueden evitarse retrasando la fecha de siembra. La rotación de cultivos, no repitiendo maíz en la misma parcela durante dos años seguidos, es muy eficaz para el control de la diabrótica (Diabrotica virgifera virgifera), una plaga recientemente detectada en España.
2. Uso de variedades resistentes
A pesar de su prohibición en Europa, en España las variedades resistentes más utilizadas son las de maíz que contienen el gen, insertado en el genoma del maíz por métodos biotecnológicos, que sintetiza la toxina de la bacteria Bacillus thuringiensis. Son las conocidas variedades transgénicas o maíz Bt.
El maíz Bt está pensado para el control de los taladros (Ostrinia nubilalis y Sesamia nonagrioides) y su eficacia es elevadísima. A diferencia de Europa, las variedades Bt de maíz, soja y algodón se cultivan ampliamente en América, Asia y Australia para el control de determinadas plagas de lepidópteros y coleópteros.
3. Control biológico
Se entiende como tal el uso de enemigos naturales (depredadores y parasitoides, generalmente insectos) para el control de plagas. Estos enemigos naturales se alimentan de las plagas y reducen sus poblaciones.
En los agroecosistemas de cultivos extensivos hay muchas especies de enemigos naturales que se encuentran de forma espontánea sin tener que criarlos y liberarlos. En estos cultivos el control biológico se basa en la conservación de estas especies y en el fomento de su acción de control.
Los enemigos naturales son capaces de mantener la mayor parte de las plagas de los cereales de invierno por debajo de los umbrales económicos de pérdidas. También se ha constatado que los depredadores y los parasitoides son capaces de conseguir que las poblaciones de pulgones de la alfalfa no proliferen.
El papel de los enemigos naturales en la prevención de plagas causadas por pulgones y ácaros del maíz está demostrado. La especie de chinche Orius majusculus es un depredador polífago de trips, ácaros, cicadélidos, pulgones y huevos de insectos.
4. La interferencia del comportamiento
Se basa en el uso de feromonas, sustancias producidas por los insectos que provocan una reacción en el comportamiento en los individuos de su propia especie. Para el control de plagas se utilizan feromonas principalmente sexuales producidas sintéticamente. En el arroz, el control del barrenador, Chilo suppressalis, se consigue eficazmente con el uso de feromonas.
La tendencia actual de la lucha contra plagas en cultivos extensivos es evitar que las poblaciones de plaga proliferen. Los métodos alternativos expuestos actúan de forma preventiva y, si se aplican adecuadamente, consiguen esa finalidad y hacen la producción agrícola más sostenible.