Después de 133 años con su compañía, las bombillas incandescentes tradicionales dejan de iluminarnos. El 1 de septiembre entraba en vigor la Directiva Ecodesign 2009/125/CE, que apuesta por el diseño ecológico de los productos relacionados con la energía.
Así se culmina con la eliminación progresiva de las lámparas de toda la vida que empezó en septiembre de 2009 cuando se retiraron las bombillas de 100 vatios. Un año más tarde dejaron de fabricarse las de 75, en 2011 las de 60, y desde el pasado 1 de septiembre las de 40 vatios e inferiores.
El objetivo de la normativa es reducir el consumo energético, las emisiones de dióxido de carbono y evitar los residuos generados por este tipo de bombillas. "En 2020 se conseguirá un ahorro de electricidad equivalente al consumo anual de 11 millones de hogares y una reducción media del recibo de la luz de 25 euros al año", según detalla la Comisión Europea, quien describe a estas lámparas como "poco eficientes al transformar el 95% de la electricidad que consumen en calor y solo el 5% restante en luz"
A pesar de que los países de la Unión Europea (UE) no fabricarán bombillas incandescentes tradicionales todavía se podrán comprar hasta que se agoten existencias. Con la entrada en vigor de la regulación tampoco podrán ser introducidas ni vendidas en los estados miembros de la UE aquellas que procedan de algún país externo y que no cumplan con los requerimientos mínimos de rendimiento energético.
Además, la normativa establece requisitos de información y etiquetado para que el consumidor sepa, al comprar una bombilla, cuál es su duración, cuánta energía consume, cómo es la luz que produce y qué debe hacer con ella si se rompe o deja de funcionar –ya que requieren un tratamiento especial–.
El fin de una larga historia
En 1879, Thomas Alva Edison comercializó por primera vez una bombilla incandescente con filamento de carbono. Sin embargo, los primeros pasos hacia la iluminación incandescente ya los había dado en 1801 Humphry Davy; unos avances que fueron perfeccionados después por Warren de la Rue.
A principios del siglo XX la empresa húngara Tungsram introdujo el filamento de tungsteno, conocido también como wolframio, que se ha venido utilizando en la fabricación de bombillas hasta la actualidad.
Las alternativas
Las bombillas incandescentes tradicionales dejan paso a otras más eficientes:
- Bombillas incandescentes mejoradas (de tipo halógeno). Son igual en forma y calidad de luz que las convencionales, pero tienen un consumo inferior. Sin embargo, no ahorran tanta energía como otras lámparas de bajo consumo y duran mucho menos (unas 1.000 horas) que las fluorescentes y las LED por lo que salen más caras a la larga.
- Bombillas fluorescentes de bajo consumo. Este tipo de lámparas necesitan entre el 65% y el 80% menos de energía que las tradicionales para producir la misma cantidad de luz y pueden durar entre 6.000 y 15.000 horas en función del tipo y uso.
- Bombillas LED. Para la UE son la alternativa de bajo consumo con más ventajas. Utilizan hasta un 80% menos de energía que las convencionales y duran como mínimo 10 años. El precio de estas lámparas es el más elevado, pero según la Comisión Europea, "se ahorra con el paso del tiempo". La Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (ANFALUM) también destaca su eficacia. "Las ventajas de su consumo energético vienen determinadas por un adecuado diseño previo de las instalaciones con el que se puede llegar a una durabilidad de hasta 50.000 horas", explica Rafael Barón, Presidente de ANFALUM en un comunicado. Según un informe publicado por la entidad, entre el 50% y el 60% de los aparatos de alumbrado serán de tecnología LED en 2020.
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