El agente que haría posible lograrlo es el arroz. Se trata de una variedad transgénica a la que se han incorporado tres proteínas que han demostrado individualmente su efectividad como microbicidas frente al virus. Este mecanismo permitiría generarlas a gran escala y de forma barata aprovechando la infraestructura ya existente para la producción del cereal, uno de los alimentos más consumidos en las regiones afectadas. Además, las semillas microbicidas podrían almacenarse secas durante largo tiempo en lugares carentes de dispositivos refrigeradores. Después, solamente sería preciso triturarlas y añadirles agua para obtener el medicamento.
La combinación de tres sustancias previene la aparición de cepas resistentes a alguna
“Esta estrategia innovadora es, siendo realistas, la única manera en que los cócteles microbicidas pueden ser producidos a un coste suficientemente bajo para los países que más necesitan los tratamientos de prevención del VIH. Además, proporciona una prueba de la seguridad y utilidad de las plantas transgénicas para afrontar uno de los problemas de salud global más importantes hoy en día”, opina Paul Christou, investigador ICREA en la Universidad de Lleida-Centro Agrotecnio y principal responsable del estudio, publicado recientemente en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los investigadores han comprobado en experimentos in vitro que el anticuerpo monoclonal 2G12, la lectina antiviral Griffithsina (obtenida de una alga roja) y la cianovirina-V de un cianobacterio se unen a una glucoproteina que forma parte del recubrimiento del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), la gp120, que éste necesita para penetrar en las células humanas y de esta manera le impiden hacerlo.
Un cóctel de estas tres sustancias, una combinación que potencia su eficacia frente a la posible aparición de nuevas cepas del virus resistentes a alguna de ellas, y contenido en el endoesperma del arroz, haría posible producir un microbicida de uso tópico potente y asequible capaz de frenar el contagio del virus del sida.
Sudáfrica, el país más afectado
Porque las actuales combinaciones basadas en células de mamíferos y costosos complejos microbianos resultan demasiado caras para las poblaciones de los países donde más avanza la enfermedad, situados en su mayor parte en la mitad meridional del continente africano, con Sudáfrica a la cabeza del mundo por número de enfermos de sida e infectados por el VIH. Y tampoco tendrían capacidad suficiente de producción para hacer frente a las necesidades de millones de personas. En el laboratorio de Biotecnología Vegetal de la Escuela de Agrónomos de Lleida se consiguió incorporar estas sustancias al código genético de una variedad de arroz y bastaría cosechar grandes extensiones de terreno con él para disponer del fármaco.
“La producción a partir de arroz de microbicidas contra el VIH no sólo reduciría costes en comparación con las plataformas de producción tradicionales, sino que también proporcionaría beneficios en términos de potencia microbicida”, remarca Julià Blanco, miembro del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol, también participante en el estudio, como lo han sido el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), The Center for Cancer Research (CCR) y la Universidad de Califòrnia en Davis (ambos estadounidenses) y el Imperial College de Londres (Reino Unido).
Los microbicidas son esenciales para las mujeres, más vulnerables al virus
A falta todavía de una vacuna efectiva contra el VIH, los microbicidas de uso tópico se presentan como la mejor alternativa para la prevención del contagio y de la enfermedad del sida misma. “En algunos casos, pueden ser la única opción para las mujeres para prevenir la infección”, indica Blanco.
Según datos de Onusida, las mujeres jóvenes tienen el doble de posibilidades de infectarse que los hombres de su edad debido a la negativa de estos a emplear preservativos en sus relaciones sexuales. Las mujeres pueden aplicar estos productos en forma de geles en vagina y ano antes de practicar sexo. El método preventivo contra el sida ahora descubierto podría ser una realidad en un plazo de entre cinco y siete años, cuando las plantas modificadas genéticamente que por ahora sólo crecen en una cámara refrigerada entre campos del oeste de Cataluña empiecen a arraigar en otros continentes.
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