Ciertas creencias tienen la habilidad de camuflarse, sea por ignorancia o de forma intencionada, bajo el complejo paraguas de la ciencia pese a no guardar la menor relación con la misma. La pseudociencia campa a sus anchas por los medios de comunicación españoles a pesar de haberse hecho acreedora del rechazo de la gran mayoría de los periodistas científicos.

Así, en muchos hogares se desayuna leyendo contraportadas de importantes diarios donde algunos personajes capaces de realizar afirmaciones indemostrables, pero en ocasiones de posibles consecuencias graves, gozan de un espacio privilegiado, o escuchando en la televisión mensajes positivos sobre los en absoluto demostrados beneficios para la salud de la homeopatía o la aromaterapia.

La TV pública española ha promocionado la homeopatía o la aromaterapia

“El aroma de limón puede prevenir el cáncer”, afirmaba el 21 de enero la presentadora Mariló Montero en el programa Saber Vivir de la televisión pública española. Se trata de un espacio habitualmente polémico, al igual que lo es Para todos, La 2, también de la cadena estatal, por su promoción de las pseudociencias, contra cuya difusión en los medios públicos se ha iniciado una campaña de recogida de firmas.

“La pseudociencia opera en los medios con las estrategias discursivas del periodismo haciéndose pasar por ciencia y, sobre todo, empleando la terminología de ésta para dar la impresión de que se está hablando de ciencia pura cuando en realidad se trata de un fraude, la mayoría de las veces con un propósito deliberado de lucro”, sentencia Sergi Cortiñas, director del Observatorio de la Comunicación Científica (OCC) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, quien lleva cinco años estudiando la presencia de estas propuestas en los medios de comunicación.

La prensa científica española rechaza la pseudociencia, como revela el estudio Science journalists perceptions and attitudes to pseudoscience in Spain (Percepciones y actitudes de los periodistas científicos sobre la pseudociencia en España), publicado en la edición impresa de la revista Public Understanding of Science (Comprensión pública de la ciencia). El trabajo, dirigido por Sergi Cortiñas y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, evalúa cómo se maneja este falso conocimiento en la rutina periodística española.

Los investigadores han realizado entrevistas a 49 periodistas científicos, casi una tercera parte del total estimado, una muestra en la que se ha buscado el equilibrio entre sexos y la representación territorial. Y a la vista de sus respuestas diferencian dos posturas entre el colectivo: los profesionales que están muy sensibilizados con la causa y los que consideran que la pseudociencia es un problema que les es ajeno. “En las teorías de comunicación, esto se conoce como el efecto tercera persona, es decir, pensar que son los demás quienes cometen el error cuando, en realidad, casi todos los medios están expuestos a ello”, explica Cortiñas a EcoAvant.com.

Falta de formación 

El análisis realizado apunta a que la proliferación de la no-ciencia en los medios se debe a una cierta permisividad con los mismos y a la falta de políticas editoriales definidas respecto a estas cuestiones, que se suman a la carencia de formación científica de los responsables redaccionales, lo que conlleva que, por ejemplo, en la sección específica dedicada a la ciencia se registre un rigor extraordinario y en cambio no suceda lo mismo en otras parcelas del mismo medio.

“No hay un gran rechazo en los medios hacia la pseudociencia porque, a veces, al hablar de ella se cree estar favoreciendo la pluralidad. Se concluye que 'si esa persona ha publicado un libro y se está vendiendo, habrá que entrevistar al autor', aunque sea un personaje que dice que un ser humano se puede alimentar solamente del sol y que no hace falta comer”, describe Cortiñas, quien recuerda que “esto ha pasado en periódicos importantes, que publican estas informaciones escudándose en que el lector ya es muy inteligente y no se lo creerá, o en que todo el mundo tiene que tener cabida en los medios sin tener presentes ciertos límites, como es el de la verdad”.

No se puede poner en plano de igualdad una verdad científica con una afirmación gratuita que es anti-científica o pseudocientífica, porque fomentas la confusión. Incluso The New York Times ha reconocido que se equivocó con el tratamiento dado a los movimientos anti-vacunas. ¿Cómo puede ser que los medios acepten en aras de la pluralidad dar voz y proyección pública esta gente?”, se pregunta el investigador de la UPF.

Hay algunas pseudociencias con mayor protagonismo en los medios que otras, si bien ninguna es inocua. Es el caso de la homeopatía, un modelo de medicina alternativa que en los últimos años ha ido incrementando su difusión gracias a los fuertes grupos de presión favorables con los que cuenta y a la permisividad mediática y legislativa.

“La homeopatía es un gigante de la pseudociencia, y está bien infiltrada en algunos países como Francia, donde ha conseguido que se presten algunos tratamientos homeopáticos en la Seguridad Social. Pero no hay ningún estudio concluyente que demuestre que funciona. A lo sumo, lo único que han demostrado los medicamentos homeopáticos, y con frecuencia ni eso, es que no te van hacer daño”, denuncia Cortiñas.

"Dando voz a los charlatanes, muchos periodistas creen favorecer la pluralidad"

Las creencias pseudocientíficas están ampliamente arraigadas en la sociedad española. En los últimos años ha crecido la preocupación por la difusión y aceptación de métodos mágicos tradicionales como la imposición de manos o la ya citada homeopatía, porque configuran un escenario peligroso para la población cuando está en juego la salud.

“La pseudociencia ejerce en muchos casos un papel de asidero emocional. Apela a las emociones y dice lo que la gente quiere oír. En el campo pseudocientífico todo está envuelto en una atmósfera emocional, de conexión personal, de energías,… De algún modo, estas creencias ocupan ahora el lugar que antes tenían las religiones. Las iglesias están vacías y ellos han sabido ocupar este hueco”, reflexiona el director del Observatorio de la Comunicación Científica de la UPF.

Para acabar con la proyección pública de la falsa ciencia, Cortiñas pide una “legislación más dura” que, por ejemplo, no permita la venta de productos homeopáticos en las farmacias y ponga límites a las afirmaciones de los charlatanes, así como una mejor divulgación sobre la materia en los centros educativos, que deberían vetar la entrada a cursos sospechosos de estar relacionados con la pseudociencia, que incluso son objeto de asignaturas y cátedras.

Por su parte, los medios de comunicación “deberían poner filtros para que no tenga presencia en sus espacios o páginas, especialmente en el caso de los medios públicos, y explicar muy bien a la audiencia de qué se está hablando”. Sacar a la luz sus entresijos es precisamente el objetivo del espacio digital dedicado a informar sobre la pseudociencia del Grup de Recerca en Comunicació Científica de la UPF. Allí se ofrecen datos que luchan por emerger sobre la ola de sobreinformación en la que estamos inmersos, que constituye un escenario perfecto para la proliferación de todo tipo de engaños.