La actividad virtual también contamina. Pero con una polución muy real. Cada una de las operaciones que realizamos a diario a través de la red tiene un coste ambiental en forma de consumo de energía, que se ve acrecentado a causa de la pésima gestión de la misma en los servidores y centros de datos denunciada por varias recientes investigaciones.
Los expertos coinciden en que la raíz del problema es el uso masivo de la red y la exigencia de disponibilidad e inmediatez de la conexión las 24 horas al día, que mantiene cientos de miles de potentes ordenadores encendidos en todo momento, se encuentren procesando información o no.
Gartner, compañía especializada en el análisis del mercado tecnológico global, ha calculado que la industria de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) genera el 2% de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial. La mayor parte es culpa de los miles y miles de centros de datos repartidos por todo el planeta, encargados de procesar y almacenar la inimaginable cantidad de textos, fotografías, audios o vídeos con que atiborramos Internet a diario.
El volumen de emisiones de la nube ya supera el que se atribuye a toda la aviación comercial internacional en su conjunto (aunque tal vez por poco tiempo: éste, a su vez, creció un 85% entre 1994 y 2004 según la Agencia Europea del Medio Ambiente y los científicos del Panel Internacional sobre el Cambio Climático vaticinan que, de seguir con la misma tendencia, podría generar el 15% del total a mediados de siglo).
La mayoría de los usuarios ignoran que cada vez que envían un mensaje o una imagen desde su teléfono móvil u ordenador desencadenan un complicado proceso que hace viajar la información a lo largo de cientos o miles de kilómetros, pasando por servidores de centros de datos radicados en diversos confines del globo, hasta llegar al terminal del receptor, situado a veces a apenas unos metros de distancia.
30.000 millones de vatios
En su informe Cómo son de sucios tus datos? Greenpeace cifra entre el 1,5 y 2% del consumo global de electricidad mundial las necesidades energéticas de los almacenes de información virtual, y estima que la factura crece a un ritmo de un 12% anual. Y denuncia que entre el 50 y el 80% de esa energía procede del carbón (la organización ecologista impulsa una campaña para que la red utilice más energías limpias). Pero aún puede ser peor: la mayor parte de toda esta electricidad se derrocha. Una reciente investigación del diario The New York Times (NYT) concluía que los data center desperdician "el 90% o más" de la misma.
El informe del rotativo sitúa en 30.000 millones de vatios el consumo anual mundial de estos centros, que la International Data Corporation (IDC) calcula ya en más de tres millones –de todos los tamaños– en todo el planeta. Es el equivalente a la producción anual de 30 centrales nucleares. "Uno solo de ellos puede consumir más energía que una ciudad mediana", señala Peter Gross, ingeniero con más de 25 años de experiencia en el diseño de los dispositivos energéticos que los alimentan.
Entre un cuarto y un tercio de esta demanda la absorben los grandes centros de datos norteamericanos (Estados Unidos es la sede de la mayor parte de los gigantes de la red), cuyo número, sin embargo, no está claro. Muchos de ellos se ubican en instalaciones casi clandestinas, sin identificaciones exteriores. La administración federal trata con ahínco de identificarlos. En 1998 contabilizó 432. En 2010 ya eran 2.094.
A petición del NYT, la consultora Mc Kinsey&Co, que ausculta el sector desde 2008, analizó el uso que estas instalaciones hacen de la electricidad. La investigación puso de manifiesto que solamente del 6 al 12% se destina a la actividad de gestión de información de los servidores. Gartner coincide: entre un 7 y un 12%. El resto lo demandan su funcionamiento también cuando no procesan datos, los sistemas de refrigeración industrial que precisan estas sobrecalentadas naves atestadas de ordenadores, los circuitos que mantienen permanentemente cargadas las baterías para casos de emergencia o la simple disipación en forma de calor a lo largo de sus millones de kilómetros de cables.
Los usuarios, que exigen poder navegar en todo momento, acumulan cada día más y más bytes en los servidores. La costumbre de subir a diario ingentes cantidades de imágenes fijas o en movimiento se está convirtiendo en una grave amenaza ecológica. Solamente en Facebook se cargan cada día 300 millones de fotografías, según cifras de la misma red social. "Cuando alguien dice 'voy a almacenar algo en la nube, y así no necesitaré nunca más unidades de disco', no piensa que la 'nube' son unidades de disco", señaló al NYT Randall H. Victora, profesor de ingeniería eléctrica de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos).
Crecimiento gigantesco
El crecimiento de la cantidad de información se expresa en cifras casi inimaginables. "Cuando empecé a trabajar en el sector hace 10 años, el cliente con mayor volumen de datos guardaba unos 50.000 gigabytes (unidad que equivale a mil millones de bytes). Hoy, sólo durante la creación de una película en 3D se procesan y almacenan cerca de un millón", compara el especialista en almacenamiento de datos Jeremy Burton. La IDC ha calculado que el año 2011 se embutieron en los servidores de todo el planeta 1,8 billones de gigabytes (trillion en el sistema de cálculo estadounidense).
Para mantener permanentemente en marcha el servicio, previendo la posibilidad de que el suministro eléctrico decaiga, o que un súbito repunte de la actividad de los usuarios lo haga insuficiente, los centros de datos disponen de sistemas de aprovisionamiento alternativos como generadores diésel (altamente contaminantes), grandes redes de baterías de plomo o rotores que, permanentemente activos, conservan la electricidad en forma de energía rotatoria. No se deja nada al azar para garantizar que los ordenadores no se detengan ni una fracción de segundo, incluso cuando no están gestionando información.
El uso de generadores diésel sin autorización le ha costado multas por valor de cientos de miles de dólares a un centro de datos de Amazon en Virginia del Norte (Estados Unidos), donde la empresa fue apercibida por violaciones de la legislación medioambiental 24 veces en tres años. En el célebre Silicon Valley californiano, muchas de las grandes empresas relacionadas con Internet que allí tienen su sede central han sido citadas en los últimos informes anuales sobre contaminación del aire que encarga el gobierno del estado.
En busca del frío
Ante las críticas y sanciones, compañías como Google (que consume anualmente 300 millones de vatios) y Facebook (que precisa de 60 millones para atender a sus cerca de mil millones de usuarios) han anunciado la puesta en marcha de medidas para reducir el coste energético del funcionamiento de sus centros de datos. Entre ellas, un nuevo diseño de sus dispositivos informáticos y la instalación de sistemas de refrigeración más eficaces.
Una de las fórmulas elegidas por estas empresas para reducir sus necesidades de electricidad es trasladar las instalaciones a lugares fríos. Muy fríos. Facebook construye un enorme data center en el Círculo Polar Ártico. El primer almacén virtual de la red social fuera de los Estados Unidos se ubicará en Lulea (norte de Suecia) sobre 28.000 metros cuadrados de terreno y consumirá 120 megavatios al año de una cercana central hidroeléctrica, pero dispondrá asimismo por si acaso de 14 generadores diésel con una capacidad de producción total de 40 megavatios. Su inauguración está prevista para 2014. Por su parte, Google ya tiene un centro en Hamina (sur de Finlandia) que se refrigera usando agua del mar Báltico.
El panorama es preocupante, pero no todo son malas noticias. Las críticas han empezado a calar en el sector, que empieza a tomar algunas medidas. Gartner prevé que, para 2016, un 15% de los nuevos centros de datos tendrán en cuenta incorporar sistemas energéticos de bajas emisiones.
La empresa de análisis tecnológico insta a los creadores de data centers a buscar alternativas de aprovisionamiento, dando prioridad a la producción de energía in situ, y destaca iniciativas como el complejo que Apple ha construido en Maiden (Carolina del Norte, Estados Unidos), que genera 4,8 megavatios mediante biogás y otros 20 mediante energía solar y con ello cubre el 60% de sus necesidades.
Cada búsqueda en Google o Yahoo, cada foto cargada en Facebook, cada ocurrencia emitida porTwitter, cada operación realizada con Visa, cada descarga de iTunes o cada compra por Amazon contribuyen al cambio climático. Y agiganta su impacto el uso desproporcionado, a menudo irreflexivo, de la red. Así lo diagnostica David Capuccio, vicepresidente y jefe de investigación en Gartner: "Lo que está causando ese crecimiento masivo es la expectativa del usuario final de poder tenerlo todo en cualquier sitio y en cualquier momento. Nosotros somos los causantes del problema".
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