Millones de personas emplean artículos de aseo y belleza sin saber los peligros que esconden algunos de los componentes químicos que los conforman. Muchas de estas sustancias, además de tener efectos nefastos para el medio ambiente, penetran en nuestros organismos, de igual forma que lo hacen los alimentos que ingerimos o el aire que respiramos, y pueden provocar enfermedades como trastornos hormonales o cáncer.
Diariamente, muchas mujeres se pintan los labios con barras que contienen plomo, ya que esta sustancia tóxica es empleada por muchas marcas, particularmente para obtener el color rojo. Lo que hasta hace poco se consideraba una leyenda urbana fue probado en 2007 por el grupo de consumidores Safe Cosmetics (Cosméticos Seguros), que encontró plomo en 33 lápices de labios de firmas populares.
La sustancia es especialmente perjudicial para los niños de corta edad
Gracias a la presión ejercida por esta organización, la Food and Drug Administration (FDA), agencia federal estadounidense, empezó a analizar pintalabios. En 2012, encontró que 400 barras de 20 marcas populares contenían plomo en unas cantidades más altas que las que habían hallado en una primera prueba en 2007, todas las cantidades estaban por debajo de las 10 ppm (partículas por millón). Consideraron que no planteaba ningún riesgo para la salud de los ciudadanos.
La conclusión no convenció a Safe Cosmetics, ya que, como destacan, “un lápiz de labios que contiene plomo si es aplicado varias veces al día, todos los días, puede sumar niveles de exposición significativos".
El plomo, un metal pesado altamente tóxico que se va acumulando en el organismo, aumenta el riesgo de hipertensión arterial y de lesiones renales en adultos, se relaciona con trastornos hormonales y reduce la fertilidad femenina y masculina. Un sector vulnerable es el de las embarazadas y las mujeres en edad fértil, puesto que el plomo les puede causar abortos, muerte fetal, parto prematuro, bajo peso del bebé al nacer y malformaciones leves en el feto, detalla la Organización Mundial de la Salud.
Es especialmente perjudicial para los niños de corta edad, pues afecta al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso, reduciendo el coeficiente intelectual, generando cambios de conducta y fomentando comportamientos antisociales. Se trata de un daño permanente e irreversible. Según la OMS, la exposición de los niños a la sustancia causa cada año 600.000 nuevos casos de discapacidad intelectual.
"Los científicos coinciden en que los niños no deben estar expuestos a ningún grado de plomo", explica Galen Roth, asesora legal de Environmental Working Group (EWG), grupo ambientalista que lidera una campaña de recogida de firmas para pedir a la FDA que retire el plomo de los productos cosméticos. "Sin embargo, millones de mujeres se intoxican con un poquito de plomo todos los días, cada vez que se pintan los labios", destaca.
Presión ciudadana
En diciembre de 2016, la FDA emitió una guía con límites voluntarios sobre la cantidad de plomo en los cosméticos que no supone riesgo para la salud. Los nuevos límites establecen que no debe haber más de 10 ppm de plomo en los mismos. Sin embargo, las organizaciones de consumidores y ambientalistas afirman que la FDA se ha quedado corta.
En Canadá el uso de plomo en cosméticos tiene restricciones y en la Unión Europea está prohibido, si bien puede existir la presencia de una pequeña cantidad como consecuencia de las impurezas de ingredientes naturales o sintéticos, o del proceso de fabricación, almacenamiento o migración de envases.
La industria de la belleza es una de las menos reguladas de los Estados Unidos
La industria de la belleza es uno de los mercados menos regulados de los Estados Unidos. La ley sobre los productos de cuidado personal data del año 1938 y sólo exige que las empresas de cosméticos informen al gobierno sobre los aditivos de color que usan en sus productos: no necesitan contar con la aprobación de la FDA para salir al mercado y no tienen que revelar los ingredientes a la agencia.
En 2015, la senadora demócrata Dianne Feinstein (de California) y la republicana Susan Collins (de Maine) propusieron un nuevo proyecto de ley sobre artículos de uso personal para otorgar poder real a la FDA para supervisar la industria de productos cosméticos. Por un lado, la normativa obliga a las compañías a proporcionar datos sobre la seguridad de sus artículos a la FDA (no de forma pública) y, por otro, la FDA deberá evaluar un mínimo de cinco productos químicos utilizados en cosméticos cada año (análisis pagados por la industria) y podrá retirar del mercado aquellos que sean peligrosos. Hasta la fecha se han sumado a la iniciativa otros seis senadores, pero no han logrado avances.
El proyecto cuenta con el respaldo de la EWG y otras asociaciones como la Sociedad Americana Contra El Cáncer y la Sociedad Endocrina, así como gran parte de la industria cosmética, incluyendo grandes empresas como Johnson & Johnson y Procter & Gamble. Por el contrario, para algunos fabricantes las disposiciones del proyecto de ley son demasiado onerosas y para asociaciones como la Federación de Consumidores de Estados Unidos y la asociación Safe Cosmetics poco ambiciosas y además anulan las leyes estatales aprobadas después de su promulgación, unas normativas que en algunos casos son más estrictas. Mientras tanto, el consumidor sigue desprotegido.