Uno de los mayores distribuidores de alimentación en Europa, la cadena alemana Aldi Süd, pidió el pasado 1 de enero a sus proveedores de frutas y verduras que eliminen gradualmente, y en el menor tiempo posible, ocho pesticidas perjudiciales para las abejas, según comunicó la empresa a Greenpeace, organización que lleva años presionando para que se acabe con los plaguicidas peligrosos y se apoyen las prácticas ecológicas en la agricultura.
Aldi Süd, una de las dos filiales (la otra es Aldi Nord) de la cadena de supermercados de descuento Aldi, tiene más de 1.800 tiendas en el sur de Alemania y otras 3.500 repartidas entre Austria, Estados Unidos, el Reino Unido, Irlanda, Australia, Suiza, Eslovenia y Hungría. De ahora en adelante, los proveedores de Aldi tendrán que asegurarse de que sus tratamientos fitosanitarios no incluyen los siguientes ocho plaguicidas químicos identificados como tóxicos para las abejas, que incluyen algunos de la familia de los neonicotinoides: tiametoxam, clorpirifós, clotianidina, cipermetrina, deltametrina, fipronil, imidacloprid y sulfoxaflor.
La EFSA ha pospuesto la revisión de las restricciones hasta enero de 2017
La organización ecologista ha pedido igualmente al resto de las cadenas que adopten la misma decisión. "Aldi Süd demuestra que puede ponerse fin a la dependencia de los plaguicidas tóxicos y, en este sentido, se convierte en un pionero en el sector minorista. Otros supermercados europeos están llamados a seguir ahora este primer paso”, opina Christiane Huxdorff, responsable de la campaña de agricultura ecológica de Greenpeace Alemania, quien también pide a los líderes políticos que se involucren en la lucha por salvar a las abejas.
Con la medida, la compañía adorna su imagen, deteriorada como consecuencia de las continuas guerras de precios –que perjudican a los agricultores y ganaderos, que no consiguen cubrir ni los costes de producción–, y las numerosas críticas a la calidad de sus alimentos, al trato que dan a los animales para consumo humano y a su política de recursos humanos.
Algunos de los pesticidas que la empresa intentará erradicar de sus estantes están vetados temporal y parcialmente por la Unión Europea. En 2013, Bruselas prohibió el uso de tres plaguicidas de la familia de los neonicotinoides, la clotianidina, el tiametoxam y el imidacloprid, comercializados en el continente por las multinacionales Bayer y Syngenta y utilizados desde la década de los 90 del pasado siglo como pesticidas en los cultivos de girasol, colza, algodón y maíz, sobre cuyas semillas se aplican antes de la siembra. El mismo año también se vetó el fipronil, perteneciente a la familia de los fenilpirazoles, que se utiliza para luchar contra determinados insectos en tierra, cuando aún se hallan en la fase larvaria.
Las restricciones tenían que haber sido revisadas a finales de 2015, pero la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha pospuesto la decisión hasta enero de 2017, por lo que 2016 será un año clave para el futuro de las abejas y otros polinizadores.
Más de 300 productos nocivos
La pérdida masiva de colonias de abejas melíferas, la especie con mayor distribución en el mundo, y de otros insectos agentes de la polinización se está registrando sobre todo en Norteamérica y Europa, con graves consecuencias económicas y ecológicas, ya que estos animales son fundamentales para la producción de alimentos: un tercio de nuestra comida –verduras, frutas, frutos secos, especias y aceites vegetales– depende por entero de su actividad.
La continua disminución de sus poblaciones, que a mediados de la pasada década se incrementó de forma vertiginosa, se debe a una conjunción de factores en la que los pesticidas químicos empleados en la agricultura industrial juegan un papel importante. Los himenópteros también están amenazados por enfermedades como la causada por el ácaro ectoparásito Varroa destructor, la falta de alimento, la pérdida de biodiversidad vegetal y el cambio climático.
Un tercio de nuestra comida depende de la actividad de estos himenópteros
La ciencia ha demostrado que los plaguicidas vetados acaban con la vida de las abejas, además de afectar a su reproducción y alimentación, y debilitan sus sistemas inmunitarios. Eso sí, los expertos sostienen que no hay peligro directo para el ser humano. Y es que los pesticidas también llegan a nuestros platos camuflados sobre las lechugas, coliflores, puerros, berenjenas, pepinos, melocotones, albaricoques o manzanas, entre muchos otros alimentos.
El Environmental Working Group (EWG, Grupo de Trabajo Ambiental) reveló tras analizar los productos vegetales frescos más consumidos en Estados Unidos (y muchos de estos productos estudiados son exportados al resto de países desarrollados) que las manzanas son la fruta que mayores rastros de pesticidas presentan, junto con las fresas y las uvas. Los aguacates, el maíz dulce o las piñas son los vegetales frescos más limpios.
En España, están autorizados más de 300 productos peligrosos para las abejas, según Greenpeace, desde donde se recogen firmas para pedir al próximo Gobierno español que prohíba los plaguicidas más dañinos, desarrolle un plan de acción integral para proteger a las abejas y demás polinizadores y establezca una estrategia para incrementar a 7,6 millones de hectáreas la superficie dedicada a la agricultura ecológica en 2020. Buscan salvar a las abejas, pero para que nos salvemos nosotros.