La preocupación por el medio ambiente ha llegado hasta el mundo de la moda. Y no podía dejar de lado una prenda estrella, práctica, útil y presente en multitud de armarios desde los años 70: los pantalones tejanos.
Aunque parezca que siempre han sido iguales, los cambios en el tejido de los vaqueros, el denim o mezclilla, han sido incesantes. Desde hace unos años algunas firmas están apostando por los eco-tejanos, elaborados con denim orgánico –confeccionado con algodón de cultivo ecológico– sometido a procesos de hilado y teñido que pretenden minimizar el uso de los recursos naturales y reducir el impacto sobre el medio ambiente.
La marca Nudie Jeans se propuso en 2006 la creación de una colección denim 100% orgánico. Ahora, ha alcanzado el objetivo con el lanzamiento de la temporada otoño-invierno de 2012. "La puesta en práctica de la idea resultó ser una lucha. Nos obligó a cambiar nuestro enfoque y nuestra forma de trabajar. La mayoría de nuestros proveedores producían pocos, si es que producían, tejidos de mezclilla orgánicos", explica la empresa en su página web.
La firma sueca no es la única que apuesta por tejanos orgánicos. Marcas como Pepe Jeans han incluido también líneas de vaqueros ecológicos. Y otras se han especializado en ellos, como People Tree y Sharkah Chakra, que ofrecen tejanos fabricados con algodón orgánico y, además, procedente de comercio justo.
Ambos conceptos van muchas veces de la mano. "Más del 60% de la producción de algodón de comercio justo de 2011/12 también fue certificada como orgánica", afirma Damien Sanfilippo, responsable de Fairtrade International, la organización que coordina a nivel internacional la certificación de productos de Comercio Justo.
Las prendas de algodón certificado Comercio Justo-Fairtrade (FT, por sus siglas en inglés) se pueden encontrar en las tiendas de ropa europeas desde marzo de 2005. Provienen de cooperativas de países en desarrollo como Camerún, Burkina Faso, India, Malí, Senegal, Brasil, Kirguistán, Egipto y Uganda. "La producción de algodón FT certificado aumentó en un 22% en 2011/12 alcanzando las 24.500 toneladas de fibra (63.000 toneladas de algodón en rama)", añade Sanfilippo.
La huella ambiental de la industria del algodón
La industria del algodón es una de las menos respetuosas con el planeta. Especialmente sedienta, emplea y contamina grandes cantidades de agua; erosiona y degrada el suelo y hace un uso intensivo de fertilizantes y plaguicidas sintéticos. A pesar de todo ello, la producción mundial de algodón ha alcanzado en la campaña 2011/2012 la cifra récord de 27,4 millones de toneladas, con un aumento del 12% respecto a la temporada anterior, según las últimas cifras de la institución de referencia mundial en dicho sector agrícola, el Comité Consultivo Internacional del Algodón (ICAC, por sus siglas en inglés).
El cultivo de algodón consume agua en exceso, según la entidad británica Soil Association: utiliza un promedio de 11.000 litros por cada kilogramo, y es responsable del 2,6% del consumo global de este elemento, tal y como expone el estudio The Water Footprint of Cotton Consumption, llevado a cabo por la UNESCO en 2005.
Además, su uso intensivo de agroquímicos contamina los ríos de todo el mundo. Las plantaciones, que ocupan sólo el 2,5% de la superficie agrícola mundial, utilizan el 7% de los plaguicidas empleados cada año en la agricultura y el 16% de todos los insecticidas, según datos de la FAO y del ICAC. Éstos ponen en peligro la salud de los agricultores que cultivan este producto: 77 millones sufren intoxicaciones por plaguicidas cada año, denuncia la Soil Association.
Hay más. El aumento de la comercialización de algodón genéticamente modificado (GM) convierte a los agricultores, según la Soil Association, en meras marionetas al servicio de las empresas del sector biotecnológico. Éstas defienden que las semillas transgénicas, más costosas que las convencionales, pueden generar ahorros en la producción durante la etapa del desarrollo del cultivo y, en algunos casos, elevar los rendimientos por su resistencia a los insectos y a los herbicidas.
Sin embargo, varios estudios niegan estos beneficios y denuncian la nueva situación provocada por dichas semillas. Es el caso del informe GMO Myths and Truths (GM Mitos y verdades), que contradice los argumentos de la industria de los transgénicos. Por su parte, el trabajo ¿Qué cosecha de algodón? realizado por Greenpeace comparó la economía de los agricultores que siembran algodón transgénico y ecológico en el sur de la India –el mayor productor mundial de algodón GM– y puso de manifiesto que la utilización de semillas Bt (el tercer cultivo transgénico más empleado –ocupa el 11% de la superficie dedicada a los cultivos GM–) incrementa los costes para el agricultor, ya que además de pagar más por las semillas necesita numerosos productos químicos que provocan su endeudamiento. La Soil Association destaca que la compañía Monsanto controla el 95% del mercado de semillas de algodón en la India.
Transgénico vs Orgánico
Actualmente, el 70% de los cultivos mundiales de algodón son transgénicos, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrícolas en Biotecnología (ISAAA, por sus siglas en inglés), una organización internacional especializada en biotecnología de la agricultura. El Comité Consultivo Internacional del Algodón estima que la superficie mundial sembrada con semillas GM aumentó de 700.000 hectáreas en 1996/97 a 23,8 millones de hectáreas en 2011/12. Ese crecimiento no ha perdido celeridad en años recientes gracias a que países como Pakistán se han pasado a dicho cultivo.
El algodón es el tercer cultivo genéticamente modificado que más se planta: ocupa el 15% de la superficie dedicada a los transgénicos y se sitúa solamente por detrás de la soja (47%) y el maíz (32%), según el ICAC.
El algodón transgénico se comercializó por primera vez entre 1996 y 1997 en Estados Unidos, Australia y México. "Actualmente, los cinco mayores productores de algodón del mundo (China, India, Estados Unidos, Pakistán y Brasil), que contaban con el 72% de la superficie algodonera global y el 77% de la producción mundial de algodón en 2011/12, han adoptado el GM: India, China, Pakistán, Estados Unidos y Brasil juntos representan el 92% de la superficie mundial sembrada de algodón transgénico en 2011/12. India tiene la superficie más extensa (unos 11 millones de hectáreas, es decir, el 47% de la superficie total mundial)", expone en sus trabajos el ICAC.
Múltiples voces se han alzado en contra del algodón convencional –cada vez más transgénico– y han tomado partido a favor del algodón de cultivo ecológico. "El algodón orgánico ofrece beneficios positivos para las personas y el medio ambiente", dice el responsable de Soil Association Peter Melchett.
"La agricultura orgánica se basa en los principios de la agro-ecología y reemplaza los insumos agroquímicos sintéticos con métodos naturales y productos botánicos para mejorar la fertilidad de los suelos, la calidad de las aguas y el control de las plagas. Por algodón orgánico se entiende algodón orgánico certificado. Si los sistemas de producción y procesamiento no están certificados, es ilegal afirmar que los resultados son orgánicos", explican Rafiq Chaudhry, responsable del ICAC, y Liesl Truscott, dirigente de la asociación Textile Exchange, quienes añaden que la certificación orgánica debe rastrearse a lo largo de la cadena de suministro. No obstante, hay países en los que aunque no se utilizan insecticidas ni fertilizantes sintéticos, no venden el algodón como verde porque carece de certificación.
El algodón orgánico se produce desde hace siglos pero se certificó de manera oficial por Turquía y después por los Estados Unidos entre los años 1989 y 1990. Diecinueve países, según el ICAC, intentaron producirlo durante la década de los 90, pero muchos de ellos desistieron por razones económicas. India, Siria, China, Turquía y Estados Unidos fueron los mayores productores de la temporada 2010/11.
En 2010/11, la producción mundial de algodón orgánico cayó en un 37% para quedarse en 151.079 toneladas. Según el ICAC, "no se espera que decrezca el número de países que producen algodón orgánico, pero sí la superficie dedicada al mismo, sobre todo en la India, donde ha disminuido un 47,7%".
El cultivo de algodón orgánico ofrece varios beneficios: da el control a los agricultores y no a las compañías de transgénicos, elimina peligrosos pesticidas sintéticos, permite a los agricultores sembrar otros cultivos que les proporcionan alimentos e ingresos, utiliza menos agua y ayuda a combatir el cambio climático. Estos son los cinco argumentos que visten la primera campaña mundial, puesta en marcha este otoño por la Soil Association y la Global Organic Textile Standard, que pide a la industria textil producir y vender solamente algodón orgánico certificado.
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