Cientos de personas se mueven a diario a nuestro alrededor sin apartar los ojos de la pequeña pantalla que llevan en la mano. Así transitan por la calle, viajan en los medios de transporte, asisten ─que no atienden─ a cursos, conferencias y espectáculos y a menudo incluso están absortos por el aparatito mientras comparten mesa con otros individuos. En un auge imparable cuyas causas oscilan entre la necesidad real y la adicción, apenas quedan personas en el mundo que no posean un teléfono móvil. Ya hay más de 7.300 millones de unidades funcionando ─en diciembre, su número igualó al de habitantes del globo─, y su número no deja de crecer (a un ritmo del 3% anual, y los más antiguos, a veces con apenas meses de vida, son rápidamente reemplazados por los últimos modelos).
Y sin embargo sigue sin zanjarse el debate sobre si esta nueva herramienta de comunicación y ocio puede tener algún impacto sobre la salud, más allá de las ya citadas y demostradas adicciones, a causa de las radiofrecuencias ─una forma de radiación electromagnética─ que emiten los terminales. Las radiofrecuencias causan en el organismo de los seres vivos un calentamiento de los tejidos (de hecho, son el mismo tipo de radiación que la del microondas). Este es el único efecto admitido hasta ahora de forma unánime por la comunidad científica mundial. Y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), "la mayor parte de la energía es absorbida por la piel y otros tejidos superficiales, de modo que el aumento de temperatura en el cerebro o en otros órganos del cuerpo es insignificante".
Las emisiones, que son iguales a las del microondas, calientan los tejidos cercanos
Pero algunos estudios han advertido que las radiaciones podrían estar relacionadas con ciertos tumores cerebrales. Aunque sus conclusiones no son todavía definitivas, al menos diez trabajos científicos vinculan también el uso del aparato con el deterioro del esperma y descenso del número de espermatozoides. Y otras investigaciones plantean que el móvil podría estar detrás de problemas de salud tales como la alteración del metabolismo cerebral, trastornos del sueño y cambios de comportamiento en los niños..
Aunque el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) consideró en 2011 los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos móviles como "posiblemente carcinógenos para los seres humanos" ─una categoría que supone que se considera que una asociación causal es creíble, pero que el azar, los sesgos u otros factores de confusión tampoco pueden descartarse─, la OMS, a la que dicho instituto está vinculado, matiza que "dado que numerosos tipos de cáncer no son detectables hasta muchos años después del contacto que pudo provocar el tumor y el uso de los teléfonos móviles no se generalizó hasta principios del decenio de 1990, a día de hoy en los estudios epidemiológicos sólo pueden analizarse los tipos de cáncer que se manifiestan en un plazo más breve". Es decir, que todavía no sabemos qué efectos puede tener el uso de estos aparatos a largo plazo.
Aumento significativo, aunque moderado
Según el Instituto Nacional de Cáncer estadounidense, tres estudios de gran magnitud han estudiado la posible relación entre la incidencia del cáncer y el uso de los teléfonos móviles. El llamado estudio Interphone, coordinado por el CIIC y basado en datos de personas de 13 países, halló "un aumento estadísticamente significativo, aunque moderado, en el riesgo de glioma [un tipo de tumor cerebral] en la pequeña fracción de participantes del estudio que pasaron más tiempo total haciendo llamadas de teléfonos celulares", pero el mismo no se consideró concluyente. Un estudio danés que relacionó los datos de facturación telefónica de 358.000 usuarios con la incidencia de tumores no encontró tampoco una relación directa, ni siquiera en el caso de personas que llevaban más de 13 años usando el aparato. El llamado Estudio del Millón de Mujeres tampoco halló vínculos, al igual que no lo hicieron un buen número de estudios de menor envergadura.
"La piel, desarrollada a lo largo de millones de años de vida en la Tierra bajo la luz de nuestro sol, es impermeable a las radiaciones electromagnéticas de longitud de onda mayor que la luz ultravioleta", y la longitud de las que emiten los móviles es mucho más grande. "Las radiaciones de onda larga son como planchas de madera o cuchillos romos: no consiguen entrar en la piel", afirma Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Una guía de seguridad recomienda alejar el aparato del cuerpo tanto como sea posible
Pero todos los expertos coinciden en que se carece de trabajos sobre el tema a largo plazo, y en la necesidad de abordarlos. Este año se podría avanzar algo en el conocimiento del tema. En 1996, la OMS instituyó el Proyecto Internacional de Campos Electromagnéticos (CEM) para evaluar los datos científicos existentes sobre los posibles efectos de los mismos en la salud. Y este 2016, la OMS está realizando una evaluación formal de los riesgos a partir de todos los indicadores de salud estudiados en relación con campos de radiofrecuencias en estos veinte años transcurridos.
El Grupo de Trabajo Ambiental (EWG, en sus siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro norteamericana que trabaja en los campos de la salud y el medio ambiente, admite que los datos de los estudios sobre los efectos de los móviles para la salud no son concluyentes, pero recuerda que las autoridades estadounidenses establecieron en 1996 un máximo legal de radiación para los teléfonos y que el mismo no se ha modificado dos décadas más tarde a pesar de que los aparatos inteligentes actuales son infinitamente más potentes que los de entonces.
Además de advertir que los efectos de este límite legal de radiación no pueden ser los mismos en organismos más débiles, como los de los niños, el EWG hace notar que el tope fijado "sólo tiene en cuenta el uso del teléfono celular a corto plazo, no patrones de llamadas frecuentes durante décadas" y reclama que los consumidores puedan conocer el nivel de radiación real que emiten sus aparatos, de lo que los fabricantes no informan.
Por si acaso, el EWG publica una guía con cinco consejos de seguridad para asegurar la inocuidad del uso del móvil: emplear un auricular o altavoz para mantener el terminal alejado de la cabeza; utilizar más los mensajes escritos y hablar menos por el micrófono; llamar cuando el aparato tiene una mejor cobertura, porque "la exposición a radiación aumenta dramáticamente cuando las señales de telefonía celular son débiles"; alejarlo del cuerpo tanto como sea posible, así cuando se usa como cuando no, y no guardarlo en el bolsillo o bajo la almohada, puesto que "cuando un teléfono está encendido y no está en uso, todavía emite una señal intermitente para conectar con las torres de telefonía celular cercanas". Por si acaso.