Investigadores de Japón han combinado mapas de prioridades de conservación con datos comerciales de casi 200 países y 50 productos agrícolas y han comprobado qué productos son más propensos a cultivarse en regiones de alta prioridad para la conservación y se espera que ayuden a elaborar políticas que protejan la biodiversidad al tiempo que mantienen el comercio mundial de alimentos, según publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (1).
La alimentación es uno de los grandes dilemas morales de la sociedad. Su producción empuja a muchas especies al borde de la extinción y al pastoreo de tierras que destruyen ecosistemas. Sin embargo, para que los gobiernos, la industria y las comunidades puedan equilibrar eficazmente las necesidades agrícolas con las medioambientales, se necesita información cuantitativa.
Desde hace muchas décadas, al darse cuenta del alarmante daño que nuestro estilo de vida está causando a la atmósfera y a las reservas de agua, las naciones y territorios han aplicado políticas que sostienen el crecimiento económico al tiempo que minimizan los daños irreversibles al medio ambiente.
Los investigadores, entre ellos del Instituto de Investigación para la Humanidad y la Naturaleza (RIHN), señalan que se necesitan medidas similares para el uso de la tierra en la producción agrícola, pero comparativamente se conoce poco el impacto que tiene la demanda de los consumidores de diversos alimentos y otros productos agrícolas.
Principal causa de pérdida de biodiversidad
"La producción de alimentos sigue siendo la principal causa de pérdida de biodiversidad --explica uno de los autores del estudio, el doctor Keiichiro Kanemoto, profesor asociado del RIHN--. Sin embargo, faltan datos completos y sistemáticos sobre qué productos y qué países contribuyen más a esta pérdida. Superpusimos espacialmente las tierras agrícolas y los hábitats de las especies para identificar los productos agrícolas con mayor riesgo".
El estudio dividió las zonas destinadas a la agricultura en cuatro prioridades de conservación y correlacionó los distintos productos agrícolas con su producción en tierras de distintos niveles de prioridad.
Los investigadores descubrieron que alrededor de un tercio del uso de la tierra se da en zonas de alta prioridad de conservación, mientras que menos de un cuarto se da en zonas de baja prioridad. En particular, los productos básicos más consumidos, como la carne de vacuno, el arroz y la soja, tienden a producirse en zonas de alta prioridad para la conservación. Sin embargo, otros alimentos básicos, como la cebada y el trigo, solían proceder de zonas de baja prioridad.
El estudio muestra además los efectos del comercio internacional. El café y el cacao se cultivan principalmente en zonas de alta prioridad para la conservación de las naciones ecuatoriales, pero la razón es sobre todo satisfacer la demanda de las naciones más ricas, como Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea, que tienen un gran apetito por estos dos productos básicos.
A nivel mundial, su elevada demanda de múltiples productos básicos convierte a China en el país que más influye en la producción de alimentos en zonas de alta prioridad para la conservación.
El tipo de tierra utilizada para un producto básico
Además, el tipo de tierra utilizada para un producto básico depende de la nación en la que se produzca. Por ejemplo, la carne de vacuno y la soja se cultivan en zonas de alta prioridad para la conservación en Brasil, pero no en Norteamérica. Del mismo modo, el trigo se cultiva en zonas menos prioritarias para la conservación en Europa Oriental que en Europa Occidental.
Asimismo, la nación a la que se exporta el producto está correlacionada con el tipo de tierra utilizada para su producción. Estados Unidos, la Unión Europea, China y Japón dependen en gran medida de sus socios comerciales para satisfacer su demanda de carne de vacuno y productos lácteos.
Sin embargo, más de una cuarta parte de la carne de vacuno y los productos lácteos que consume Japón procede de zonas de alta prioridad para la conservación, mientras que en las demás regiones esa cifra se aproxima al diez por ciento.
"Eso sugiere que hay oportunidades para preservar los cambios en el suministro sin comprometer los actuales patrones de consumo", señala Kanemoto.
En la actualidad, muchos países son conscientes del estrés causado por el ganado, la soja y el aceite de palma en las zonas de alta prioridad para la conservación. Sin embargo, el estudio demuestra que otros productos básicos, como el maíz, la caña de azúcar y el caucho, también causan tensiones indebidas y merecen más atención en la formulación de políticas.
"Nuestro enfoque espacial es un valioso método complementario con otras técnicas estándar para evaluar el impacto que tiene la agricultura en la biodiversidad. Los conocimientos adquiridos con nuestro estudio deberían ayudar a reducir la disyuntiva que muchos países asocian a la producción agrícola y la protección del medio ambiente", concluye Kanemoto.
Referencias
- (1) Mapping the conflict between farming and biodiversity. AAAS and EurekAlert.