El mercurio, un metal pesado muy perjudicial para la salud humana, se ha ido acumulando durante décadas en mares y océanos debido a los vertidos industriales provenientes en su mayor parte de las centrales térmicas de carbón y, en menor medida, de las fábricas de cloro que todavía utilizan células de dicha sustancia en sus procesos productivos, a pesar de que ya tenían que haber sido reemplazadas.
Al entrar en contacto con ciertos microbios presentes en el agua, el mercurio adopta su forma más nociva, el metilmercurio, que contamina a millones de peces que después compondrán el menú diario de gran parte de la población humana. Así, la gran mayoría de pescado comercializado en los mercados de todo el mundo contiene este compuesto neurotóxico, siendo los peces de mayor tamaño los que presentan niveles más altos, ya que es bioacumulativo y han ido almacenando el que portaban los ejemplares que han sido sus presas.
Un estudio oficial admite que pescados y conservas superan los límites permitidos
Un informe oficial de diciembre de 2003 realizado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), sobre el nivel de toxicidad en diferentes especies comerciales y en conservas de productos de pesca reveló que las especies de marrajo (vendido con la denominación de cazón), pez espada (emperador) y tintorera comercializados en el país superaban los límites permitidos de mercurio. Esta información fue clasificada como confidencial y ocultada por todos los gobiernos que se sucedieron hasta que una decisión judicial dio la razón a la organización ecologista Oceana y le permitió acceder al documento, que actualmente se puede consultar en su página.
En España, donde el consumo de pescado es de los más elevados del mundo, los niveles de mercurio en el organismo de los ciudadanos son los más altos de toda Europa, entre seis y 10 veces superiores a los de los habitantes de Alemania, Estados Unidos y Canadá, según una investigación llevada a cabo en 2011 por el Instituto de Salud Carlos III.
El metilmercurio puede provocar efectos no deseados en el organismo, especialmente en el desarrollo de los fetos y en los niños pequeños, a los que puede dañar el sistema nervioso y provocar retraso mental, incoordinación, ceguera y dificultades en el habla, tal y como afirma el Proyecto de Infancia y Medio Ambiente (INMA).
Población de riesgo
Por ello, todos los expertos coinciden en recomendar a mujeres en edad fértil o lactantes, embarazadas y a niños menores de tres años no consumir peces depredadores de gran tamaño. En concreto, para este grupo de población, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición aconseja evitar la ingesta de pez espada, tiburón, atún rojo y lucio; mientras que los niños de entre 3 a 12 años deben limitar su consumo a 50 gramos por semana o 100 gramos cada dos semanas.
Un reciente informe del Grupo de Trabajo Mercurio Cero (GTMC), ha puesto de manifiesto que las mujeres españolas superan los niveles recomendables de mercurio fijados por los organismos sanitarios.
Según los datos del trabajo, realizado en España por la organización medioambiental Ecologistas en Acción, el 64% de las 28 voluntarias españolas analizadas superaban el umbral de mercurio recomendado por la Agencia de Protección de Medio Ambiente de Estados Unidos, situado en 1 microgramo por gramo de metilmercurio (MeHg) en pelo. Se trata de un límite sin consenso en la comunidad internacional: la Organización Mundial de la Salud ha puesto el listón en 2 microgramos por gramo de MeHg en pelo.
El Convenio de Minamata, suscrito por 140 países, limitará su impacto ambiental
En enero de este año se dio un gran paso adelante para empezar a frenar los impactos del mercurio en la salud y en el medio ambiente con el acuerdo de un convenio global, cuya firma tuvo lugar el pasado día 10 de octubre. Fue suscrito por más de 140 países, entre ellos España.El Convenio de Minamata, firmado en dicha ciudad de Japón, donde entre 1953 y 1965 se contabilizaron 111 víctimas y más de 400 casos de problemas neurológicos por una grave intoxicación por mercurio, ha empezado el recorrido para su entrada en vigor, que será efectiva cuando sea ratificado por los parlamentos de 50 de los estados firmantes. Según los analistas, no parece probable que eso suceda antes de 2016.
El objetivo del acuerdo internacional es limitar a partir de 2020 la fabricación, exportación e importación de productos que tengan niveles elevados de mercurio —como pilas, termómetros, amalgamas dentales, productos cosméticos y lámparas fluorescentes y de bajo consumo—, reducir las emisiones de mercurio procedentes de la industria y los riesgos en el uso de este metal en la minería artesanal del oro, promoviendo métodos para la misma que no tengan que emplearlo, y proteger a los niños y mujeres en edad fértil de la exposición a la sustancia.
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